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miércoles, junio 21, 2006

POBRES, NO TAN POBRES Y DE LOS OTROS.

DOS PROYECTOS EN JUEGO.

Eduardo Contreras Rodriguez.

No acostumbro escribir en primera persona, pero me parece ahora necesario hacerlo con el propósito de poder dar un punto de vista más personal que académico o político de mi posición en torno a la actual campaña electoral.

Quiero decir, ante todo que no me considero fanático de nadie y que mis visiones políticas procuran fundamentarse en un análisis, que intenta ser objetivo, de los acontecimientos, tomando en cuenta mi posición personal de izquierda pero también los datos duros que la realidad me arroja.

Para estos días muchos mexicanos y mexicanas habrán tomado ya una decisión sobre sus preferencias electorales y habrá otros y otras que quizás están por hacerlo. Habrá quienes hayan determinado votar por uno u otro candidato o partido político y habrá quienes ni siquiera tengan pensado acudir a las urnas el próximo dos de julio.

Yo he decidido ya mi voto y quiero compartir algunos de los criterios que me llevaron a tomar esta determinación.

El próximo dos de julio es una fecha tan crucial, o quizás más, de lo que fue el dos de julio del 2000. Éste último año los electores cambiaron con su voto el régimen político, rechazando el modelo autoritario que había dominado al país por 70 años y en su lugar optaron por un cambio de las formas de Gobierno, dando lugar, por primera vez en muchos años, a un gobierno democráticamente electo, quizás con la esperanza de que un régimen así fuese sensible a las necesidades de las grandes mayorías e iniciara el cambio en el modelo económico que redistribuyera la riqueza nacional.

Los cambios esperados no se presentaron. Por el contrario, el Gobierno de Vicente Fox refrendó el modelo económico vigente fracasando en el combate a la pobreza, la corrupción y la inseguridad.La importancia de las elecciones de este año radica en que está en juego ya no el régimen político, que ahora se sustenta en elecciones democráticas, sino el modelo económico, que tiene que ver con la posibilidad de mejorar o empeorar nuestra situación material y emocional.

La continuidad versus el cambio de ruta.

Calderón representa la continuación de la política económica actual que está dejando graves desequilibrios sociales, mientras que López Obrador representa la posibilidad de iniciar un cambio para que el Estado se haga cargo de establecer un equilibrio entre los distintos sectores de la sociedad redistribuyendo la riqueza.

Es decir, atender, con cargo al Estado, a los sectores más deprimidos, mejorar la economía de los sectores de ingresos medios y eliminar los privilegios extralegales de los poderosos.

Votar por Calderón y por los candidatos del PAN o, en su caso, por los candidatos del PRI, es votar por la continuidad, por el mantenimiento de los privilegios, por la corrupción y por el fanatismo religioso convertido en políticas públicas.

Votar por López Obrador significa, cuando menos, un intento y un compromiso serios por cambiar las cosas, un gobierno austero donde el combate a la corrupción se refleja en el ejemplo personal del propio candidato y un gobierno laico, ajeno a las interferencias religiosas.

Los gobiernos del PRI los padecimos y los sufrimos por un tiempo que parecía interminable. Respecto al gobierno del PAN nos bastó un sexenio para conocer su intolerancia y su compromiso solo con los poderosos.

Un gobierno del PRD es todavía una interrogante en el plano federal pero tenemos a la mano la gestión exitosa que ha tenido en una ciudad que parecía ingobernable: La Ciudad de México, donde los niveles de aceptación que allí tiene AMLO revelan un ejercicio de Gobierno satisfactorio para todos los sectores de la sociedad. Al menos, AMLO y la coalición de partidos que encabeza el PRD merecen el beneficio de la duda.

Personalmente, en estas mismas páginas, he cuestionado algunas de las conductas y actuaciones tanto de López Obrador en su paso por el Gobierno del Distrito Federal como del PRD. Estas críticas han pasado a segundo plano en una coyuntura como la presente después de palpar la miseria en que sigue viviendo nuestra gente que, incluso, en algunos casos, llega a trastornar sus facultades mentales; de sufrir en carne propia el desempleo y subempleo; de analizar el intento autoritario del foxismo de sacar anticipadamente a AMLO de la contienda; de ver las hipócritas y asquerosas calumnias en los anuncios publicitarios del PAN; de ver a Calderón casi llorando al recibir del PRD una receta de su propia medicina.

En estas circunstancias me parece que el programa de gobierno que encabeza López Obrador es el que tiene viabilidad y el que necesitamos en este momento para sacar adelante al país con un proyecto que nos incluya a todos, pobres, no tan pobres y ricos, pero sobre todo a los primeros.

El autor es sociólogo.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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