/tr>
LOS PRODUCTOS DEL BOICOT ¡NO LOS CONSUMAS!: Bimbo , Sabritas , Jumex , Pepsi, Gamesa , Televisa (televisión y revistas), TV Azteca , Milenio (Diario y Semanal), Banamex , Maseca , COPARMEX , Coca-Cola , Wal-Mart , Bachoco , Megacable , Farmacias Similares , M&M's , Kimberly Klark , Burger King , grupo ALSEA , Autobuses Estrella Blanca . Más en este link.

jueves, agosto 30, 2007

LAS MUJERES ESTAMOS ENCABRONADAS


LAS MUJERES ESTAMOS ENCABRONADAS, CON TODAS SUS PALABRAS ENCABRONADAS


La violencia en el hogar ha experimentado un desarrollo espectacular en las dos últimas décadas. Se trata de un fenómeno epidémico que, al hilo de la mayor competitividad de la sociedad actual, del nuevo rol de la mujer y de la desaparición de los factores inhibitorios para la conducta violenta de tipo religioso y moral, ha crecido a un ritmo más rápido incluso que los accidentes de coche, las agresiones sexuales y los robos. En realidad, la familia es el foco de violencia más destacado de nuestra sociedad.


Por extraño que pueda parecer, el hogar -lugar, en principio, de cariño, de compañía mutua y de satisfacción de las necesidades básicas para el ser humano- puede ser un sitio de riesgo para las conductas violentas, sobre todo cuando éstas quedan impunes. Las situaciones de cautiverio -y la familia es una institución cerrada- constituyen un caldo de cultivo apropiado para las agresiones repetidas y prolongadas. En estas circunstancias las víctimas pueden sentirse incapaces de escapar del control de los agresores al estar sujetas a ellos por la fuerza física, la dependencia emocional, el aislamiento social o distintos tipos de vínculos económicos, legales o sociales (Corsi, 1995).

De acuerdo con los últimos datos del INEGI, en el transcurso del 2005 se registraron dos mil 159 fallecimientos de mujeres por violencia intrafamiliar, cifra que supera a la de fallecimientos por el crimen organizado, que fue de mil 776.
Las muertes de mujeres por violencia intrafamiliar se concentran principalmente en 10 entidades: Oaxaca, Quintara Roo, Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, Michoacán, estado de México, Colima, Nayarit y Baja California.

No deja de ser curioso que las diferencias de sexo condicionen el tipo de violencia experimentada. Cuando un hombre sufre una agresión, ésta tiene lugar habitualmente en la calle y suele estar asociada a un robo, una pelea, un ajuste de cuentas o un problema de celos. Las mujeres, por el contrario, al menos en la mayoría de los casos, cuando son víctimas de actos violentos, suelen sufrirlos en el hogar y a manos de su pareja (Echeburúa y Corral, 1998).

La conducta violenta en el hogar supone un intento de control de la relación en forma de abuso de poder. Así, los maltratadores suelen ser los hombres y las víctimas suelen ser las mujeres, los niños y los ancianos, es decir, los sujetos más vulnerables en el seno de la familia. No es casual que el término criminal sea masculino y que el de víctima sea femenino.

Más allá de un maltrato físico y de un maltrato sexual, fácilmente identificables, existe un maltrato psicológico más sutil, que genera unas consecuencias muy negativas en la salud y el bienestar emocional de la mujer y que se manifiesta de diversos modos: desvalorizaciones continuas (en forma de críticas corrosivas y humillaciones); posturas y gestos amenazantes; imposición de conductas degradantes; intentos de restricción (control de las amistades, limitación del dinero, restricción de las salidas de casa, etcétera); conductas destructivas (referidas a objetos de valor económico o afectivo o incluso al maltrato de animales domésticos); y, por último, culpabilización a ella de las conductas violentas de él (Echeburúa, 1994).

No se debe confundir, sin embargo, la violencia psíquica con una mala relación de pareja, que se caracteriza por la desaparición del afecto, las broncas más o menos esporádicas y el deseo de poner fin a la relación de pareja. La violencia psíquica, por el contrario, es mucho más intensa y permanente, caracterizada por las conductas ya señaladas, y genera además consecuencias clínicas negativas en la víctima: estrés postraumático, depresión, aislamiento social, déficit de autoestima, etcétera.

Una vez que ha surgido el primer episodio de maltrato, y a pesar de las muestras de arrepentimiento del agresor, la probabilidad de nuevos episodios -y por motivos cada vez más insignificantes- es mucho mayor. Rotas las inhibiciones relacionadas con el respeto a la otra persona, la utilización de la violencia como estrategia de control de la conducta se hace cada vez más frecuente. El sufrimiento de la mujer, lejos de constituirse en un revulsivo de la violencia y en suscitar una empatía afectiva, se constituye en un disparador de la agresión.

El maltrato doméstico puede funcionar como una conducta agresiva que se aprende de forma imitativa por los hijos y que se transmite culturalmente a las generaciones posteriores. En concreto, la observación reiterada por parte de los hijos de la violencia ejercida por el hombre a la mujer tiende a perpetuar esta conducta en las parejas de la siguiente generación. De este modo, los niños aprenden que la violencia es un recurso eficaz y aceptable para hacer frente a las frustraciones del hogar. Las niñas aprenden, a su vez, que ellas, al menos hasta cierto punto, deben aceptarla y convivir con ella.

Resulta, cuando menos, sorprendente la relativa tolerancia a los comportamientos violentos en el seno del hogar. Una de las características singulares del maltrato doméstico es la cronicidad. Los estereotipos sociales -y muy en particular la consideración de que la violencia familiar atañe sólo al ámbito de lo privado (“los trapos sucios se lavan en casa”)- desempeñan un papel importante en la minusvaloración del problema, así como en el mantenimiento de una serie de creencias erróneas al respecto (tabla 1).





dos terceras partes del registro de mujeres asesinadas en un año, de acuerdo con los datos oficiales, murieron a consecuencia de agresiones en el hogar, pero no sólo a manos del marido, sino también por novios, padres, hermanos, amigos, familiares y otro tipo de parientes.
Aseveró que los homicidios cometidos entre 1993 y 2005, mejor conocidos como las “Muertas de Juárez” son la mejor muestra de la violencia intrafamiliar, ya que los asesinatos y violaciones no fueron autoría de un psicópata en serie, sino de algún pariente cercano o conocido familiar, “el verdadero psicópata o asesino en serie estaba dentro de la familia”.
Refirió que la principal analogía entre las muertas de Ciudad Juárez y Chimalhuacán, en el estado de México, lugar donde han repuntado los homicidios en contra de mujeres, es que ambas son zonas fronterizas, una con los Estados Unidos, y otras entre el Distrito Federal y la entidad mexiquense.
“En los estados de la República donde las cifras son menores en contra de las mujeres puedo asegurar, no es porque haya un mejor trato o equidad de género, sino porque las mujeres no reconocen que están en una situación de violencia, y por eso no la comentan o no la denuncian, o porque simplemente tienen miedo”, apuntó Pérez Duarte.
El estudio realizado por la Cámara de Diputados concluye que “hay violencia feminicida en el país, un problema nacional que va más allá de Ciudad Juárez”, pues se han detectado alarmantes expresiones de violencia de género contra las mujeres en diversos estados del país, en los que tanto autoridades locales como federales han sido rebasadas ya que “la mayoría de los crímenes están en la impunidad”, lo que se traduce en “violencia institucional” y es reflejo de la insuficiencia de políticas gubernamentales para solucionar el fenómeno.
El estado de Veracruz encabeza la lista de feminicidios con mil 494 víctimas en el periodo 2000-2005; mientras que el estado de México reporta mil 288 casos, entre los años 2000-2003, en Chiapas se contabilizaron mil 242 casos entre 2000-2004.
Otros puntos del país donde el índice de violencia de género es preocupante son Guerrero, Distrito Federal, Chihuahua, Oaxaca, Sonora, Baja California y Morelos.

Se pueden dar cifras sin embargo es real admitir que en este momento se está agrediendo a una mujer de una u otra forma, las autoridades deben dar freno a esta violencia.


Fuentes INEGI, INVESTIGACION DE LOS PSICOLOGOS ECHEBURA Y CORRAL EN 1998


YO TE NOMBRO LIBERTAD, CREANDO CONCIENCIA

VERONICA VILLALVAZO

FRIDA

No hay comentarios.: