30-08-2007
“Bush está más solo que nunca”, rezan los titulares. Pero, ¿qué conclusión derivar de esto? ¿Acaso la partida del leal perro de presa significa que el Congreso de Washington, por fin, obligará a esta administración a cambiar su conducta de desprecio a la ley y a los derechos humanos? ¿Que va a despojar del fuero a Bush-Cheney y a derogar las leyes que han convertido al país en un Estado policial mundial? ¿Qué hará que Gonzales sea sustituido por un funcionario probo dispuesto a restablecer el orden constitucional y llevar ante los tribunales a su antecesor, Rumsfeld, Wolfowitz, Rove, Powell, Condoleeza y, obviamente, Bush-Cheney? La información pública disponible es contundente para acusarlos de criminales de guerra que, basándose en la manipulación y la mentira, arrastraron al país a dos aventuras bélicas injustificables y genocidas desde su inicio; de haber legalizado y extendido viciosamente el uso de la tortura, suprimido los derechos civiles y utilizado la “reconstrucción” de Irak para beneficiar a sus compadres de las corporaciones, del punible abandono a los habitantes de Nueva Orleáns desde Katrina hasta la fecha.Leer más...
30-08-2007
30-08-2007
Traducido para Cubadebate y Rebelión por Antonio González |
MIDLAND, Virginia. - Los datos más recientes del Departamento del Trabajo acerca de la inflación muestran que los precios de los alimentos en los Estados Unidos se elevaron en 4,1 por ciento para el período de 12 meses que concluyó en junio, pero un análisis más profundo de las cifras revela que el precio de la leche, los huevos y otros alimentos básicos de la dieta de los estadounidenses se elevan realmente en el orden de dos dígitos.
Golpeados ya por dos años de aumentos de los precios de la gasolina, los consumidores estadounidenses ahora enfrentan el brusco aumento de los precios de alimentos de los que no pueden prescindir. Este hecho poco conocido puede llegar incluso a explicar por qué, a pesar de las positivas estadísticas laborales, los estadounidenses continúan apesadumbrados en relación con la economía.
En una reunión con a analistas económicos la semana pasada, el presidente Bush desestimó varias encuestas que demuestran que los estadounidenses están descontentos con la economía. El mandatario se manifestó sorprendido de que la inflación sea una de las inquietudes planteadas.
“¿Citan la inflación?” preguntó Bush, agregando que, “Creo que la guerra ha nublado el sentido del optimismo de mucha gente.”
Pero las cifras de la inflación revelan hasta qué punto se está apretando a los estadounidenses de bajos y medianos ingresos.
La oficina de estadísticas laborales manifestó en su informe de junio acerca de la inflación que los precios del huevo son 19,5 por ciento más elevados que en junio de 2006. Durante el mismo período, según el índice de precios de consumo que utiliza dicho departamento, la leche entera aumentó 13,3 por ciento; el pollo fresco 10 por ciento; las naranjas Navel 19,8 por ciento; las manzanas 11,7 por ciento. El precio de los granos secos aumentó 11,5 por ciento, y el del pan blanco estuvo a punto de incrementarse en dos dígitos al registrar un crecimiento de 9,6 por ciento.
Estas cifras se pierden en la tasa de inflación –más general— de todos los bienes y servicios, que registró 2,7 para el mismo período de doce meses. En la economía vista de manera transversal, el aumento de los precios de los alimentos se vio compensado por la baja de los precios de los artículos comprados en los centros comerciales: computadoras, cámaras fotográficas, prendas de vestir y calzado.
Toda eso está bajando de precio, pero los precios de la gasolina han continuado elevándose y los precios de los alimentos han subido —señaló Mark Vitner, destacado economista de Wachovia, un gran banco nacional con sede en Charlotte, Carolina del Norte.
Las personas también van al centro comercial mucho menos que a la tienda de comestibles, así que se les recuerda constantemente que el precio de los alimentos dietéticos básicos han aumentado bruscamente.
¿Por qué están aumentando los precios de los alimentos?
Es en parte debido a los precios del maíz, elevados por los mandatos emitidos por el Congreso en relación con la producción de etanol, que han reducido la cantidad de maíz disponible para el pienso. Es también debido a un enfrentamiento más severo de la inmigración y a una helada tardía en la primavera, lo que ha hecho escasear los trabajadores agrícolas y dañado los cultivos de frutas y vegetales, respectivamente. Y ello se debe al aumento de los costos del combustible diesel que se utiliza para operar los tractores y a los atractivos mercados extranjeros que asimilan la producción de los Estados Unidos.
El último estudio detallado del Departamento de Trabajo sobre los gastos del consumidor, en 2005, arrojó que los estadounidenses gastaron cerca de 12,8 por ciento de sus ingresos en alimentos. Algo más de 7 por ciento de sus ingresos se dedicó a los alimentos en el hogar, y 5,7 por ciento a los alimentos lejos del hogar.
Estos porcentajes sugieren que el aumento de los precios de los alimentos, si bien son incómodos, no desbanca a la mayoría de los consumidores. Pero en el caso de jubilados tales como Jacqueline Wilson, de 60 años, de Upper Marlboro, Maryland, el aumento del precio de los alimentos y el combustible representa una gran tajada de su renta fija. Para mí, cada dólar que gasto importa –manifestó Wilson, frente a un supermercado Giant. “Reduzco... Compro solamente lo que necesito. No lo compro porque esté a 10 por $10, sino con el fin de utilizarlo y de no malgastar mi dinero”.
Al preguntársele su opinión acerca de la economía, contestó, “horrible”.Leer más...
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