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viernes, noviembre 17, 2006

DE PABLO GÓMEZ Y EPIGMENIO IBARRA

Bueno, comúnmente no se pone aquí nada sacado del Milenio, sin embargo considero que estas notas se merecen que las conozcan muy a pesar de los esfuerzos que han hecho Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva para hacer de Milenio un diario al gusto de los oligarcas locales.
Al senador Pablo Gómez y de pasada al senador Ricardo Monreal, así como a Epigmenio Ibarra les sugerimos que se muevan a otro diario o de plano pongan su blog, que es un espectáculo feo y humillante que compartan ustedes las páginas con gente de tan baja calaña y cínicos como Marín, Leyva, Revueltas Retes, López Dóriga, aburridos como Aguilar Camín o insensibles como Luis González de Alba - quien tuvo el descaro de afirmar que Oaxaca es pobre y debe ser pobre porque se han negado a modernizarse los indígenas oaxaqueños, y que el estado es inviable puesto que sólo produce el 2% de su gasto, metiendo debajo de la alfombra décadas de malos gobiernos, caciques asesinos y el hecho que 28% de los trabajadores oaxaqueños no recibe remuneración por su trabajo; para Luis (¿alguna vez fue izquierdista?) como los oaxaqueños son culpables de su propia miseria, no tenemos por qué nosotros tenderles la mano por medio de nuestros impuestos para que vivan mejor ni solidarizarnos con ellos para evitar que sigan teniendo un gobierno mafioso y asesino.

En fin, dejando las quejas sobre la muerte de lo que fue un buen diario, vamos a lo que no se ha podrido todavía:

El hundimiento
Epigmenio Ibarra


En sus estertores la administración foxista apura hasta el ultimo trago de poder hilvanando estupideces, acciones suicidas y crímenes. Este jueves nos amanecimos conque la gasolina subió de precio, ayer le tocó a la leche y le tocará mañana a otros alimentos y a los transportes. ¿Qué se creen estos imbéciles? ¿Qué la paciencia de la gente no tiene límite? ¿No saben acaso nada de la historia de América Latina? ¿Nadie les ha hablado del caracazo*, de los disturbios en Centro América por estos mismos motivos? ¿De nuestra propia historia? ¿No ven la realidad de desempleo, marginación, miseria en que viven millones de mexicanos? ¿Creen que con tele y publicidad matan el hambre y que otro tanto sucede con la indignación popular? Qué va. Fox sólo obedece los designios de una administración hacendaria empeñada, desde hace 25 años, en defender los intereses del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Gerente al fin de una multinacional baja la cerviz frente al patrón del norte en tanto se mira embelesado en la pantalla de la televisión, repasando una y otra vez los índices de popularidad, sufriendo, me imagino, lo que ya calcula una catástrofe personal.

Trivial resulta a estas alturas el debate de moda sobre el lugar en que Felipe Calderón deberá tomar posesión formal de su cargo. ¿Qué poder asumirá ese hombre? Fox le deja sólo despojos. Las decisiones capitales, las que habrán de marcar su mandato ya han sido tomadas; poco o más bien ningún margen de maniobra lega Vicente Fox a su sucesor. Le cobra así, por adelantado, los servicios prestados para sentarlo, a toda costa, en la silla presidencial. Deja a Calderón expuesto y vulnerable ante la falsa disyuntiva de demostrar con “mano dura” que sí tiene el poder y la calidad y la convicción para ejercerlo. Queda así Felipe Calderón en condición de rehén de Fox y a merced de lo que sus amigos y adversarios reconocen como su debilidad principal: su mecha corta. Más tarde o más temprano, por el camino que va, se manchará las manos de sangre.

Más allá de la cuestionable legitimidad de un presidente que sólo logró la victoria -y eso habría que verlo- impulsado por acciones ilegales del poder ejecutivo, la iglesia y la cúpula empresarial. Más allá incluso de la guerra sucia y la dialéctica del miedo, tan irresponsablemente desatada por Calderón y su partido y que hoy devora a sus propios creadores. Más allá de los manejos fraudulentos en las urnas que nunca quisieron ser desmentidos mediante un procedimiento lógico, natural y necesario en una elección tan cerrada como el del recuento voto por voto. Más allá digo de los lastres que, tras un proceso electoral tan sucio carga consigo Felipe Calderón, está la carga que le añade su mismo compinche, el artífice principal de su victoria.

Y es que Fox no quiere soltar el poder y tampoco -por puro instinto de supervivencia- se atreve a hacerlo. Para garantizar su impunidad y la de su familia procede como el dictador Francisco Franco que quiso dejar “atado y bien atado el futuro de España”. La salida de Fox es complicar todavía más las cosas al país. Dejarle a su sucesor una agenda tan recargada de problemas y las manos atadas de tal forma que no tenga tiempo de voltear la vista hacia las trapacerías, que se dicen escandalosas, en todos los ordenes de su gobierno. No sólo se sometió Fox a la política económica del antiguo régimen autoritario; fue todavía más servil y ortodoxo. No sólo imitó sus usos y costumbres; los superó incluso en los niveles de corrupción.

Tampoco, por otro lado, puede fácilmente Calderón recurrir a la formula del quinazo. Le debe demasiado a Fox para atreverse a tocarlo. De nada le sirve tratar de ganar popularidad y legitimidad a costa de golpes de artificio en un país que ha cambiado. Puede que a Salinas de Gortari le haya funcionado la fórmula. Ya no. Calderón se encuentra ante un callejón cuya única salida ha sellado a piedra y lodo su propio antecesor.

Joachim Fest cuenta en “El hundimiento”, los últimos días de Adolfo Hitler, quien construyó el nazismo a punta de represión y consenso; sedujo a millones de sus compatriotas, los convirtió en cómplices de genocidio y después los hundió con él en la muerte. Fox no es un dictador, tampoco un asesino, no resiste en un búnker el bombardeo y la devastación de su pueblo. La comparación es exagerada, es cierto, pero no puedo dejar de evocar al hombre autoritario, teatral, esclavo del poder y de su imagen que sabe que se hunde e intenta arrastrar con él al país en su caída.



Parafernalia
Pablo Gómez

México parece un país sin problemas reales. De repente, lo que más se discute en toda la prensa es lo que puede ocurrir o no el primero de diciembre. El acto de protesta de un nuevo mandatario es, al parecer, más importante que cualquier otra cosa. La parafernalia aparece como un fin del Estado.

En realidad, el asunto carece de importancia. Nada pasaría si Calderón no protestara en sesión solemne en San Lázaro, pero mucho va a pasar si el PAN se sigue negando a apoyar una reforma electoral, por ejemplo. Si hubiera disturbios en el Palacio Legislativo sólo se manifestaría la misma situación que ya conocemos y hemos vivido en los últimos meses.

Algunos suponen que el rito hace la realidad y no al revés. Por más que Calderón pudiera protestar y decir algo en San Lázaro, por más que el rito fuera salvado, la situación política del país no cambiaría gran cosa. Lo que se lograría —y tal es lo que algunos buscan— es actuar como si nada grave ocurriera en el país, como si el resultado de la elección no hubiera sido objetado.

El embajador de Estados Unidos lo dice a su manera: “no vengan a Mexico City”; con lo cual, no se aguanta las ganas de intervenir en la política mexicana.

Quitar de la vista lo que molesta no es más que esconder lo que existe. Negar que el país tiene graves problemas es la manera más torpe de conducir la política. En lugar de hacer propuestas, Calderón lanza a sus perros de caza a amenazar a los contarios, mientras el gobierno que está por terminar afirma con cinismo que hay que respetar la voluntad de la mayoría, lo que justamente es el contenido de la disputa política del momento.

No hay más que un planteamiento frente a la situación: que el PRD se porte “bien”. No hay ideas, no hay propuestas, no hay ofertas. El PRD, por su parte, ha presentado varias iniciativas de reforma constitucional para establecer el plebiscito revocatorio, realizar la reforma electoral y poner un tope máximo a los sueldos de todos los servidores públicos del Estado mexicano. La respuesta de Calderón y su partido ha sido un silencio abrumador.

La lucha política no debería consistir en callar ante las propuestas del otro, sino en hacer otras propuestas o admitir las de los contrarios. Lo que no existe en el México de nuestros días es el diálogo político, entendido éste como la lucha civilizada entre diferentes. La parafernalia no es un verdadero diálogo sino una ausencia de intercambio de ideas, una manera de decir que todo está bien aunque todo se encuentre mal.


*De la Wikipedia:
Antecedentes
Para hacer frente a la crisis económica que vivía Venezuela desde finales de los años 70 causada en gran medida por las políticas económicas generadas durante el primer mandato de Carlos Andrés Pérez, especialmente el gigantesco endeudamiento con la banca internacional de más de $30 millardos de dólares, que causó un efecto de depreciación de la moneda venezolana, el bolívar, durante los mandatos de Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi -junto a la incapacidad de éstos para atajarla-, y sus subsecuentes efectos como son la inflación, fuga de capitales promovida por el gobierno estadounidense y una supuesta desconfianza en la inversión, Carlos Andrés Pérez propuso implementar un programa neoliberal de transformación de la economía durante su segundo periodo presidencial, siguiendo las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional. A este programa se le conoció con el nombre de "paquete".

Este paquete de medidas, traería una elevada inflación por lo que muchos comerciantes finales recurrieron al remarcaje de precios y al acaparamiento, que limitó el acceso de la población a bienes de primera necesidad. Específicamente, la medida que originó el caracazo fue el incremento de los precios del transporte público. Para algunos críticos este proceso de cambio fue muy drástico.
[editar]Protestas y saqueos
Las protestas se iniciaron en Guarenas (una ciudad cercana a Caracas), la mañana del 27 de febrero de 1989, a causa de un desproporcionado aumento del precio del trasporte a la ciudad de Caracas, servicio imprescindible para los habitantes de aquella ciudad que trabajan en la capital. Rápidamente se extendieron a Caracas y otras ciudades del país. Ya en la tarde, había problemas en casi todos los barrios de Caracas, los comercios habían cerrado y el transporte público no prestaba servicio.
Desbordado por los saqueos, el Gobierno declaró el estado de emergencia, militarizó la ciudad y aplastó las protestas con violencia desmesurada. Algunos utilizaron armas de fuego para defenderse o atacar a los militares, pero las muertes de policías y militares son incomparables con las muertes de civiles. Las cifras de muertos oscilan entre 400 y 2000 civiles. La represión fue especialmente dura en los barrios pobres de la capital (los cerros).
El poder ejecutivo suspendió las garantías constitucionales. Y durante varios días la ciudad vivió sumida en el caos, las restricciones, la escasez de alimentos, la militarización, los allanamientos, la persecución y el asesinato de personas inocentes.

COMENTARIO: Cualquier parecido con las medidas y la situación actuales no parece ser coincidencia. Y aquí va de pasada una crítica a los oportunistas que desde el interior del PRD quieren hacerse patos, que si el PRD tiene todas esas posiciones en ambas cámaras del Congreso es en mucho gracias al arrastre de Andrés Manuel junto con el excelente plan de gobierno que prometieron a los electores, así que si los traicionan nomás acuérdense que duran en el puesto 3 años, y si se ponen las cosas feas al estilo de la Venezuela de 1989 o de la Argentina de tiempos de la Rúa, se van más pronto; no se irán nada más para fuera los del PRI y los del PAN, también se van ustedes con ellos, porque el reclamo sería que se vayan todos. Es su elección.

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