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sábado, agosto 05, 2006

UN SOLO CAMINO: MEXICO.

De poder a poder; de ley a ley.

Sergio Gómez Montero.

Muchas personas, hoy, se manifiestan preocupadas por la existencia de dos países en México. Les espanta el surgimiento generalizado del México profundo y bronco, el ancestralmente sojuzgado, que desde hace muchísimo tiempo ha existido. Piensan que la resistencia civil pacífica era sólo cosa de Gandhi y que seguramente en México no podía darse, o darse con la extensión que hoy se está dando.

Muchos de los que piensan lo anterior, no consideran que ello fue provocado por la existencia de un sistema social basado en el neoliberalismo y que hoy llegó al extremo de cometer fraude en un proceso electoral en el cual millones de mexicanos confiamos. Cometer fraude con la finalidad de perpetuarse en el poder.Así es que no se vale asustar con el petate del muerto y darse golpes de pecho luego de, hipócritamente, haber pecado de una manera ostensible.

Hoy, en la lucha electoral, se está avanzando de poder a poder, tratando, por un lado, el pueblo, los pobres, los intelectuales comprometidos, pequeños y medianos empresarios, obreros y campesinos, de lograr que el proceso electoral se defina sobre bases constitucionales, justas y jurídicamente fundamentadas.

Para lograrlo se ha optado por la resistencia civil extendida hasta no ver que, en efecto, la voluntad del pueblo se vea satisfecha, y que si es necesario ir más allá de lo electoral para lograrlo, se va a ir, pues hoy se ha comenzado a formar un movimiento popular cuya razón de ser es darle vida a la resistencia en contra del Estado neoliberal que se ha encargado de polarizar la vida en México entre quienes disfrutan de todos los privilegios (el 1% de la población acumula el 50% de la riqueza), versus aquellos que apenas tienen, desde muchos años atrás, para comer y vestirse (mínimo 50 millones de pobres).

Esos dos Méxicos hoy enfrentados, tendrán, sin duda, una larga vida: Tan larga como larga sea la vida ignominiosa del neoliberalismo.

Y que no se hable de ley en abstracto, ¿por qué quién, en este proceso electoral, fue el primero en pasarse por alto a la ley? ¿Quién fue el primero que permitió que la Presidencia se involucrase abiertamente a favor del candidato del PAN? ¿Quién abrió las puertas al fascismo y a la venta del miedo a través de las campañas de radio y televisión? ¿Quién ha permitido que el poder de los medios manipule la conciencia de millones de compatriotas? ¿Quién manipuló tan abiertamente los procesos de manejo electrónico de los resultados electorales? ¿Quién hizo de las elecciones un verdadero cochinero? ¿Quién se llama y se deja llamar “Presidente electo”, violentando así lo que la ley establece al respecto?

Sólo ellos, los cínicos, enarbolan la ley para esconder sus tropelías. Mas no hay que olvidar los orígenes matriciales de la ley y del derecho en México. No hay que olvidar 1917 y cómo fue el ala anarcosindicalista del Congreso Constituyente y la lucidez de Luis Cabrera quienes le dieron cuerpo a la parte doctrinaria de la Constitución, la que desde sus orígenes se planteó como tarea central tutelar los derechos de los desprotegidos desde entonces: Obreros y campesinos.

Hoy, pues, no se puede cambiar nada más porque sí el sentido de la ley, para suponer que ella, abstractamente, puede de pronto cambiar su sentido para, hoy, proteger el fraude electoral, el actuar faccioso de la Presidencia de la República o los graves daños sociales que le están causando al País los medios colectivos de comunicación (de los intelectualitos color de rosa, ya habrá tiempo de hablar).

Dos países. Dos Méxicos. Eso se quiso. Para eso se trabajó arduamente en este proceso electoral. Hay que enseñarnos a caminar con ellos, tratando de no chocar excesivamente, sino sólo reconociendo su existencia contrapuesta.

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