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sábado, agosto 05, 2006

LOS MEXICANOS SENSATAMENTE ESTÁN EVITANDO UN DESLIZAMIENTO HACIA ALGO PEOR.

Manú Dornbierer y sus Satiricosas:


No es Cárdenas ni Gore ni Kerry.

A mi muy estimado y estimable amigo, el diputado Jesús González Schmal, ignominiosamente insultado por la mujer del (casi ex) presidente Fox.

Estoy de acuerdo con Pablo González Casanova: El 2 julio no fue sólo una elección mexicana. Fue sobre todo una más de las elecciones robadas por el neoliberalismo para imponer a gobernantes que sirvan sus intereses.

Periodistas estadounidenses como Greg Palast, John Ross, Petras, entre otros apoyan esta tesis.Tras la elección semimexicana Palast empezó su artículo “La Floridización de la elección mexicana” así: “Bush vs. Gore, Bush vs. Kerry, Calderón vs. López Obrador”.

Sí, lo que la gente tiene que comprender es que se trata de ese neoliberalismo al cual se adhirieron y apoyan Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox en calidad de lacayos, que no de “Siervos de la Nación” llamada México. Lógicamente tratan de cumplir la orden imperial de imponer como presidente a otro de su calaña, Felipe Calderón.

Por fortuna Andrés Manuel no es un Cárdenas, ni un Gore ni un Kerry. Su defensa contra el fraude electoral y sus campamentos que tanto indignan y molestan con razón a los habitantes de México City, provocan admiración y envidia en Estados Unidos.

Sin duda no lo sabe Denise Dresser –¿algo que ver con la empresa Dresser Industries de Boston, donde nació la CIA y donde trabajó papá Bush?– que dice amar a México con “amor perro”, pero que hoy se avergüenza y arrepiente de haber sido partidaria del “Peje”?.

Después de una actitud justa y valiente, rara en una persona de derecha, de pronto Denise escribe en Proceso el más ramplón mea culpa, así que le ofrezco aquí mismo el artículo de David Swanson intitulado “La vergüenza de no ser mexicano”. Quizá así se le quite la propia:

“En Estados Unidos ninguno de los dos grandes partidos han nombrado jamás un candidato para los pobres. Sin embargo hemos establecido el patrón de robar las elecciones y no hemos demandado justicia. Sólo este hecho me hace ahora mismo avergonzarme de no ser mexicano.

Los mexicanos están haciendo lo único sensato que pueden hacer para prevenir un deslizamiento a peligros más serios. Aquí en Estados Unidos no sólo nos dejamos robar las elecciones.

La Casa Blanca ha eliminado al Congreso y a la Suprema Corte de cualquier actuación seria en nuestro Gobierno, sin mencionar que el Congreso se ha dado la vuelta y no quiere resistir.

“Nuestro no-electo presidente ha revertido 800 leyes del Congreso, acabado con la mitad del Acta de Derechos, lanzado una guerra basada en mentiras, facilitado otra, encarcelado a gente sin ningún cargo ni proceso y la ha torturado, y ha lanzado operaciones masivas de espionaje fuera de la ley. Y no hemos llenado las calles”.

Y para los comprensiblemente atribulados y enojadísimos capitalinos, que sin embargo saben que no se puede permitir un fraude más en un México que queremos por fin limpio y realmente democrático, entresaco algunos párrafos del artículo “Los pacíficos y los violentos” de Raúl Ramírez Baena, ex ombudsman de Baja California:

“Al escuchar los discursos contra la resistencia civil que hacen hoy los Fox, Rubén Aguilar, Abascal, Felipe Calderón, Espino, Eugenio Elorduy (gobernador de BC) y sus aliados en los medios y en el Internet, me recuerda los mismos argumentos, las mismas voces pero con otras bocas, de los Díaz Ordaz, Echeverría, Corona del Rosal, García Barragán y Televisa en 1968 para descalificar el Movimiento Estudiantil, que hoy recibe reconocimientos del mismísimo Vicente Fox como constructor de la democracia. Las impugnaciones electorales y la resistencia civil pacífica y respetuosa pueden molestar “a terceros”, pero son derechos humanos. No en vano nuestra Carta Magna los ampara. En un país democrático los derechos humanos se promueven y se respetan por el Estado, al mismo tiempo que se ejercen libremente por los ciudadanos.

Hoy, para descalificar las movilizaciones y evadir el recuento de votos, el PAN invoca el Bando 13 del Distrito Federal que el propio AMLO emitió siendo jefe de Gobierno en el 2000, pero tan sencillo como que esas movilizaciones de resistencia civil pacífica –hasta ahora– son amparadas por la Constitución, que jerárquicamente está muy por encima de los Bandos administrativos. Alejandro Encinas no puede violar la Carta Magna. Entonces sí se cometería un delito.Cuando el Gobierno abusa de su poder, a los pueblos no les queda más que eso: Tomar las calles.

A López Obrador no le dejó otra salida la maquinaria del poder, dentro de la que se encuentra ese Trife que se tarda sospechosamente en cumplir la tarea para la que los ciudadanos le pagamos, no el PAN. ¿Necesitará tiempo para “arreglar los votos”?

En cuanto a la terrorista propaganda contra “el peligro que es AMLO” en TV y la que se sigue haciendo a sí mismo Fox, que sin duda se pactó dentro de la Ley Televisa, pregunto ¿cuánto nos cuesta a los ciudadanos y para qué sirve?.

Hubieran querido que López Obrador fuera tan dócil como Cuauhtémoc, “Águila que Cae”, ganador de las elecciones de 1988, las que robó el neoliberal Carlos Salinas. Como muchos derrotistas Cuauhtémoc pensó sin duda “lo importante no es ganar sino competir” y “a palo dado, ni Dios lo quita” y por fin, “si no puedes contra tus enemigos, únete a ellos” y “ya será para la próxima”.

Así, pues, acató el fraude y consecuente asalto al poder. Y pactó con Salinas. Nos costó muy cara la resignación del hijo del “Tata”. Cuauhtémoc fue un pacífico que no defendió su victoria y la nuestra, la de sus seguidores, porque “no quería ‘sangre”, pero permitió sin embargo que le mataran a 600 perredistas entre ellos a sus dos asesores cibernéticos Gil y Ovando, conocedores de las verdaderas cifras electorales.

El “pacifismo” de Cárdenas le costó a México un vergonzoso rosario variopinto de presidentes prianistas que sólo sirven al neoliberalismo, no a aquello que los cursis llamamos Patria. Dejó que Diego Fernández de Cevallos quemara con todo y Palacio Legislativo, los paquetes de votos de modo que no se contaran, pues podían demostrar su victoria. Hoy, después de haber tratado inútilmente de recuperarse de su cobardía del 88 en dos ocasiones, en 1994 y en el 2000, habiendo perdido la candidatura del PRD que creía reiterativa y eterna, recibe por fin su premio ¡Va a ser, qué lindo, maestro de ceremonias en el 2010!

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