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sábado, agosto 19, 2006

LA CONVENCION NACIONAL DEMOCRATICA ES LA ALTERNATIVA.

¿De dónde son los culpables?.

Sergio Gómez Montero.

Para Marco Antonio Lazcano
y Daniel Solorio.

La cuestión no es simple, es compleja, pues lo que está otra vez en juego es la esencia del quehacer humano. Quizá, hasta hoy, la práctica ha superado con mucho la teoría y ha sido escaso el tiempo que se ha tenido para reflexionar sobre lo sucedido hasta hoy.

¿Quién es el responsable del estado de crispación en que vive el País?
¿A quién achacarle la existencia del País dual en que hoy está convertido México?
¿Por qué el Estado comienza a ser tal sólo para unos, mientras que para otros es el principal enemigo a vencer?

En principio habría que partir del hecho de que todo ha sido resultado de un proceso electoral que hasta la fecha no se ha significado precisamente por su claridad ni por su legalidad (desde el punto de vista constitucional dicho proceso deja mucho qué desear), sino que, cada vez más, tiende a ser sólo un asunto de Estado: Fue el Estado el único encargado de marcar las pautas de organización, operación y contabilidad del proceso, dejando al margen de ello al resto de la sociedad, que a lo más que sirvió fue de comparsa a la hora de ir a votar y aparentar que cuidaba los actos de la votación, mientras se mantiene expectante ante el fallo judicial que aún no se concreta, pero que ya se anuncia: Otorgarle legalidad a un acto fraudulento de raíz.

Más allá de eso, hay que reconocer que sólo y únicamente el Estado ha intervenido para concretar las elecciones.Como nunca, las recién efectuadas elecciones federales han sido, pues, unas elecciones de Estado, dejando al margen la ley (la Constitución) y lo que ella establece, pues según el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela Güitrón, la Constitución en México es confusa, opaca, indecisa y virtualmente “…está escrita con los pies”.

¿De lo anterior se desprende que precisamente todos quienes han venido actuando en el proceso electoral, en contra de la Constitución -el Presidente de la República, el IFE, los sindicatos empresariales y sobre todo los tribunales federales- son quienes precisamente están bien, pues ellos no se sujetan a esa ley escrita con los pies?

Más grave aún, al ser la Constitución en México nuestra máxima ley y dado que hoy no cuenta, ¿qué ley entonces opera en México? ¿Será que opera hoy, por un lado, una ley de facto, conocida como actos de Estado y que nada tiene que ver con cuestiones constitucionales; mientras que por el otro, igualmente de facto, va a comenzar a operar otra ley con la Convención Nacional Democrática que intentará recuperar la esencia de la Constitución del 17, a la vez que, en la práctica, va a ir delineando toda una agenda legislativa que le vaya dando cuerpo al que ya se denomina hoy el nuevo poder popular?¿No significa acaso lo anterior -la existencia de una ley que no es respetada, mientras comienza a germinar una nueva-, que en el País se abre en la vía de los hechos un estado de revolución cada vez más patente? ¿Quiénes son los culpables de que dicho estado crezca y se consolide?.

De hecho, valen de nuevo las preguntas: ¿Quién violó desde sus inicios las leyes electorales; quién, sin ser castigado como señala la ley, vendió la campaña del miedo y la mentira; quién manipuló y operó fraudulentamente el acto soberano de la votación; quién, por estos días, utiliza la fuerza pública para sitiar el Palacio Legislativo y reprimir a los miembros del poder que allí se asienta?.

Son escasas, realmente escasas las posibilidades de que el Trife recomponga el entuerto legislativo en que hoy el País está metido. Quedan aún los tribunales internacionales. Pero lo más probable es toque a un nuevo constituyente -cuya raíz sea la próxima Convención Nacional Democrática, que tanto recuerda los días de la Revolución del 17- elaborar las leyes que se encarguen de otorgar el castigo que merecen los culpables de los desaguisados electorales del año actual.Como sea, pero el País no pasa por un momento fácil.

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