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jueves, mayo 18, 2006

¿EN QUE PAIS VIVIMOS?.

Guadalupe Loaeza escribe en el Reforma:


Guadalupe Loaeza.

¿En qué país vivimos?.

Después de leer el largo reporte de Valentina Palma Novoa, una de las 30 mujeres violadas de San Salvador Atenco, tengo ganas de gritar, de insultar, pero no sé a quién. Siento vergüenza pero no sé de qué. ¿De vivir en un país cuyas policías se comportan como animales? ¿De vivir en un país donde no existen los derechos humanos? O ¿de vivir en un país en donde a una mujer se le puede aprehender, violar, golpear y casi hasta matar por el solo hecho de ser mujer?.

Allí están las muertas de Juárez. Allí está el caso de Lydia Cacho. Allí están las mujeres golpeadas. Y, ahora, allí están las violadas de Atenco. Allí están todavía muchas de ellas detenidas. Allí están las fotos de estas mujeres con las nalgas negras y los senos llenos de hematomas por los golpes. Allí están también las mujeres a las que obligaron a hacer sexo oral a los policías. Eran amas de casa. Una de ellas, una señora de 50 años, fue obligada a hacer sexo oral a tres policías para que la dejaran libre... tenía miedo de que la golpearan como lo habían hecho con otras detenidas, así que tuvo que acceder a hacer lo que ellos querían. Al fin la dejaron irse.

Existen testimonios de que habría más de una compañera violada, que teme estar embarazada. ¿Qué pueden hacer? ¿Solicitar la píldora del día siguiente? Seguramente las autoridades no se las darían, porque sería reconocer que en efecto hubo una violación.

¿En qué país vivimos?.
Y a pesar de todos sus testimonios, de sus denuncias hechas a la Procuraduría General de la República y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el señor Yunes, subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Seguridad Pública federal, dice que quitarse el uniforme de policía, incluyendo todos los accesorios, les tomaría muchísimo tiempo para una violación. ¿Qué no sabrá que no es necesario estar desnudo para violar a una mujer?

Por su parte, el panista Felipe Calderón todavía declaró hace unos días que era necesario comprobar los presuntos abusos cometidos por la policía en San Salvador Atenco. "Los hechos de abusos de la fuerza pública deben ser condenados; aunque algunas de las afirmaciones que se hacen son tan graves, que primero deben ser probadas, no basta solamente decir; el señalamiento es tan delicado, que primero debe ser probado", dijo. ¿Cómo de que debe ser probado? Probado, ¿cómo? ¿De qué manera? Si muchas de ellas ya mostraron los golpes, los moretones, los pellizcos, las patadas y las mordidas que tienen en su cuerpo. Un cuerpo que ya nunca más será el mismo. Un cuerpo cuya memoria jamás olvidará estos actos de violencia. Y un cuerpo degradado, ofendido, maltratado y humillado por la prepotencia de estos violadores. ¿En qué pensarán estos canallas en tanto introducen su pene o sus dedos o incluso hasta llaves en la vagina de estas mujeres? ¡Qué poca cosa se han de sentir! ¡Qué poco se han de querer! ¡Y qué poquita cosa son como seres humanos!

¿En qué país vivimos?.
"Me levantaron de los pelos y me dijeron 'súbete a la camioneta puta'. Apenas podía moverme y ellos exigían extrema rapidez en los movimientos. Me avalanzaron encima de otros cuerpos heridos y sangrantes y me ordenaron bajar la cabeza sobre un charco de sangre, yo no quería poner mi cabeza en la sangre y la bota negra de un policía sobre mi cabeza me obligó a hacerlo.

La camioneta encendió el motor y en el camino fui manoseada por muchas manos de policías, yo sólo cerré los ojos y apreté los dientes esperando que lo peor no sucediera", dice Valentina Palma Novoa de 30 años, de los cuales los últimos 11 ha vivido en México. Ella es egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Cuando se enteró por las noticias de la muerte del niño de 14 años, su condición de antropóloga y documentalista (también estudia cine) hizo que se conmoviera con este caso y decidió irse a San Salvador Atenco para ver cómo estaba la situación.

¿En qué país vivimos?.
Y a este testimonio escrito con mucho dolor e indignación, debemos agregar los de María Sostres y Cristina Valls; la primera activista de derechos humanos. Ambas son barcelonesas. Ambas habían venido a México para acompañar a la delegación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Y ambas denunciaron los hechos de Atenco al periódico El País (domingo 14 de mayo, 2006). En la página 8, Sección Internacional, aparece su foto. Las dos tienen miradas tristes, se diría que siguen bajo el shock que sufrieron en Atenco.

Después de haber sido hacinadas en un automóvil, junto a 38 personas para trasladarlas a la cárcel, fueron víctimas de muchos atropellos, los cuales recuerdan a los de Valentina Palma Novoa: "Yo tenía la cara sobre un charco de sangre y a seis personas encima mío a las cuales estaban violando", relata Valls. El viaje duró cinco horas atroces, lapso en el cual los agentes siguieron violando a las mujeres: "Metieron objetos, dedos y llaves en las vaginas. A una chica la obligaron a decir 'vaquero, vaquero' mientras un policía le pegaba en el culo", recuerdan ambas. Todo esto les sucedía mientras les gritaban: "pinches españolas, ¿qué hacen acá? Vasca etarra, te vas a morir".

Ninguna de las dos barcelonesas denunció la violación que padecieron. Si no lo hicieron fue por miedo. Fue uno de los abogados que andaba por la cárcel que les recomendó que no lo hicieran: "Uno me dijo que no denunciara el abuso sexual porque me iba a causar más problemas para salir libre y podría estar hasta un año presa. Le hice caso. Después recapacité y quise ampliar la declaración pero ya no me dejaron".Finalmente el director del penal las entregó a las autoridades migratorias. Y al cabo de 15 horas, las expulsaron del país por dedicarse a "actividades no autorizadas en su visado".

¿En qué país vivimos?.
Me temo que las cosas en mi país no han cambiado gran cosa. La policía sigue siendo inepta, corrupta, pero sobre todo brutal, especialmente con las mujeres porque agrega un elemento de enorme cobardía. Me temo también que la procuración de justicia sea nada más que un mito y el tan cacareado Estado de derecho no resiste la menor prueba.

¿En qué país vivimos, carajo?.

Una razón mas para no darle ni un solo voto al PRIAN.

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