/tr>
LOS PRODUCTOS DEL BOICOT ¡NO LOS CONSUMAS!: Bimbo , Sabritas , Jumex , Pepsi, Gamesa , Televisa (televisión y revistas), TV Azteca , Milenio (Diario y Semanal), Banamex , Maseca , COPARMEX , Coca-Cola , Wal-Mart , Bachoco , Megacable , Farmacias Similares , M&M's , Kimberly Klark , Burger King , grupo ALSEA , Autobuses Estrella Blanca . Más en este link.

domingo, abril 09, 2006

LA INJURIA COMO ARMA POLITICA.

En este link se puede encontrar información de Joaquín Villalobos, uno de los asesinos que se reunieron con FeCal, aquí les pongo un adelanto:

Empezamos con un artículo publicado por Marcos Roitman en la Jornada el 4 de Abril del 2005:

Marcos Roitman Rosenmann.
La Jornada
La infamia tiene una larga historia. Es producto de la falta de escrúpulos y la ignominia. Se alimenta de la vanidad y sirve para eliminar a los adversarios. Su utilización forma parte de redes de poder donde se combate por medio de la descalificación personal. Su práctica está extendida y afecta sin distinción a amigos y enemigos confesos. Es habitual tener que desmentir lo que otros urden para eliminar del camino a quienes consideran rivales o un peligro. Es tal la degradación que los tribunales rebosan de querellas por difamación. En España, por ejemplo, se lanzan acusaciones sin contrastar o verificar la información. Después del 11 de septiembre, el Partido Popular administra esta táctica para denigrar a personas bajo el supuesto de participar en conspiraciones contra sus militantes y dirigentes.
En los tiempos de guerra fría, estas armas para descalificar a los adversarios eran plato de todos los días. Por un bando se acusaba de comunistas y por otro se les tildaba de agentes de la CIA y contrarrevolucionarios. En el primero, la caza de brujas llevó a la silla eléctrica a los Rosenberg y abrió las puertas del suicidio político en Estados Unidos. En la Unión Soviética y los países del este la traición se fundamentaba en los pensamientos burgueses de sus militantes. La farsa más grande fueron los juicios contra y los fusilamientos del secretario general de los comunistas polacos. Sin olvidar el asesinato de Trotsky en México. Asimismo, en la izquierda occidental ser acusado de agente del imperialismo o la CIA era suficiente para perder la vida. Baste mencionar el caso de Roque Dalton en El Salvador y a su verdugo, el ex comandante Joaquín Villalobos.
No pocos cayeron en desgracia. El lema era claro: la difamación justifica la muerte y quiebra voluntades. Sembrar desconcierto y duda son buen material para talar el árbol que hace sombra. Resulta doloroso comprobar cómo un argumento tan vasto se transformó en un arma política, cuya capacidad de matar fue portentosa. Las descalificaciones se sucedieron en todos los frentes.
Una vez culminada la guerra fría, al menos formalmente, estas infamias han pasado a segundo plano. Otros adjetivos han ocupado su lugar y se convierten en un recurso bastardo de consecuencias imprevisibles. Ya no tiene sentido ser acusado de agente de la CIA o del KGB. Ahora basta con achacarles el sanbenito de traidores. No se ha evolucionado mucho en esta dirección. Simplemente se han modernizado las técnicas y los usos. Ahora, para poner en duda la honorabilidad y lograr la descalificación basta poner el mote y hacerlo circular. La ignominia es completa, se apunta en una dirección para hacer blanco en un doble objetivo.
En este ir y venir de acusaciones la difamación se construye bajo una alambicada estrategia para destruir todo cuanto pueda significar crítica y reflexión. No hablamos de disidentes, concepto ideado por el Departamento de Estado para definir a los conversos del comunismo y auparlos a la categoría de paladines de la libertad. El objeto de esta nueva trama mafiosa es otra y tiene como blanco a quienes sin renunciar a los principios y valores éticos ejercen su derecho de crítica. Son los casos de militares que no han cumplido órdenes de tortura o los miembros de organizaciones guerrilleras, político-militares comunistas o socialistas que han abandonado sus militancias sin dejarse arrastrar por los bienes materiales ofrecidos si se capitula.
En este sentido, diferenciamos las acciones abyectas de conversos de las muestras de dignidad que comprometen el honor y no se someten a los designios del poder. Muchos son los ejemplos en ambas direcciones y por ello no pondré nombres ni apellidos.
Arthur Schopenhauer escribió en un opúsculo casi olvidado, Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas, publicado cuatro años después de su muerte, en 1864, un buen manual para el debate político, así como para la injuria y la descalificación. En él advierte de sus intenciones. Se trata de urdir estratagemas para ganar siempre de forma lícita o ilícita. En un alarde de conocimiento y de práctica en el debate retórico y dialéctico nos adentra en la discusión encaminada a la destrucción del adversario. Descarnadamente expone sin mediaciones éticas cuáles deben ser los pasos a seguir para eliminar al enemigo. Armas habituales que hoy reconocemos en todo debate político son presentadas como conjunto ordenado de recetas victoriosas.
Llama la atención la diversidad de formas para descalificar y sembrar dudas sobre el buen hacer de los considerados enemigos. Un buen comienzo, para Schopenhauer, es apostillar sobre los argumentos del contrario: "esto es verdad en teoría, pero en la práctica es falso". También se puede recurrir, dirá, al clásico método de homologar una definición y "subsumirla bajo una categoría aborrecible con la que pueda tener alguna semejanza, con la que se le relaciona sin más: por ejemplo esto es maniqueísmo, idealismo, misticismo, etcérera, otra opción; si aún el adversario sigue vivo y se resiste, es declararse 'irónicamente incompetente: lo que usted dice supera mi pobre capacidad de comprensión'. Pero hay dos que son mortales de necesidad a la hora de descalificar.
La primera, hacer uso ilegítimo de la deducción del oponente para inferir deducciones falsas que deforman los conceptos y permiten construir tesis que de ningún modo corresponden a la opinión manifestada fabricando afirmaciones absurdas y peligrosas. La segunda funciona como comodín y es la última de las 38 propuestas de Schopenhauer.
Tomemos buena nota: "cuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se procede ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión (puesto que ahí se ha perdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de cualquier manera... Esta regla es muy popular; como todo el mundo está capacitado para ponerla en práctica, se utiliza muy a menudo".
¿Hay antídoto para evitar ser infamado y sometido a calumnias? Schopenhauer encuentra la vacuna en Aristóteles: "No discutir con el primero que salga al paso, sino sólo con aquellos que conocemos y de los cuales sabemos que poseen una inteligencia suficiente como para no comportarse absurdamente y que se avergonzarían si así lo hiciesen".

En un artículo escrito por Higinio Polo "La lucidez del converso"y publicado en Rebelión dice:

Tal vez, para mí, el converso más cínico sea Joaquín Villalobos. Merece unas líneas: Villalobos, que fue en su día uno de los comandantes guerrilleros en El Salvador, se ha convertido hoy en analista y asesor del presidente Uribe, en Colombia, y en apreciado colaborador de la prensa internacional, que, como es sabido, está abierta a la contribución de voces críticas con el capitalismo. En 1975, Villalobos ordenó que el poeta Roque Dalton fuese asesinado. Dalton era un relevante intelectual de América Latina: tenía 40 años cuando lo mataron, ¡acusado por Villalobos de ser agente de la CIA!, y su cuerpo fue devorado por los perros. A partir de 1992, Villalobos fundó el Partido Democrático y se convirtió en un pragmático, criticando con dureza a sus antiguos camaradas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Hoy es un ¡asesor de conflictos!, que aconseja a Uribe, ese presidente colombiano tan amigo de los paramilitares y que tiene oscuras relaciones con el mundo de los narcotraficantes.

Mario Hernandez de la revista la Maza, entrevista a James Petras: (Fragmento).

MH: El fin de semana se produjo la derrota electoral del Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Una derrota significativa ya que el partido derechista, ARENA, sacó el 57% de los votos y el FMLN tan sólo el 35%. En nuestro país se había generado una gran expectativa entre sectores progresistas y de izquierda en torno al triunfo del candidato Shafik Handal. ¿A qué atribuís una derrota tan categórica?

JP: Hay varias razones. Quiero comentar un artículo de Marta Harnecker que habla sobre los vínculos del FMLN con la lucha de masas. Es precisamente lo que no hace el FMLN. Estuve hace 3 años visitando sindicatos, organizaciones campesinas, los barrios pobres y encontraba en todos lados la ausencia de los farabundistas, en todas las grandes luchas populares. Prestan apoyo desde el Parlamento, firman documentos, hacen denuncias, pero no están metidos haciendo el trabajo en las calles, en el lodo, vinculándose, subordinando sus feudos parlamentarios a la lucha de masas. Todos se quejaban. Antes, durante la guerra, los farabundistas tenían más respaldo, más inserción que ahora. Los burgueses estaban más dispuestos a hacer concesiones por miedo a que los sectores en huelga se plegaran a la lucha guerrillera. Desde que entraron en el electoralismo, cuando termina la guerra y se meten en el Parlamento, e incluso algunos se van más allá, como es el caso de Joaquín Villalobos, que actualmente asesora a Uribe y los paramilitares colombianos, hay que ver una degeneración del farabundismo. El mismo Handal, aunque tiene un fuerte discurso, es muy contradictorio. Habla de cambios sin plantear ninguno estructural, de fondo. Habla de ayudar a los agricultores, de limitar la liberalización, pero cuando estuve con él hablaba mucho de la modernización de la economía. Cuando hablamos de socialismo me dijo que para eso faltaban siglos, que estaba muy lejos. Cuando le preguntaba por los barrios pobres, que en gran parte no votaron en las anteriores elecciones, me decía que eran lúmpenes. Para mí no votaban porque no veían oportunidades de cambiar el sistema y, salvo en las elecciones, tampoco veían a los principales líderes del Farabundo Martí. Después fui a reuniones en el centro de la ciudad donde se veían los carteles de los candidatos farabundistas pegados en las paredes, todos eran pequeñoburgueses, algunos habían participado en la guerra, pero la mayoría eran abogados progresistas, desvinculados de la lucha de masas y, menos aún, metidos en los barrios pobres. El único apoyo firme eran las fortalezas populares del período guerrillero, estaban viviendo del apoyo que consiguieron antes, no del trabajo político actual. Ese es el 30% sólido que viene de muchos años, pero toda la apertura hacia el centro y la pequeñoburguesía fracasó. No consiguieron su apoyo a pesar que sacrificaron una campaña agresiva para activar a los votantes pobres para acercar a la clase media semi-progresista. Cayeron entre dos sillas. No consiguieron activar a las masas por falta de trabajo de largo plazo ni a la clase media a pesar de apelar a un discurso progresista "moderno".

Joaquín Villalobos es uno de los asesinos centroamericanos que se reunieron con FeCal esta semana: ¡que asuntos trataron?,¿Porqué Fecal elude las respuestas?.

Nótese como en la respuesta que da Petras hay una enorme similitud entre la corriente que representa Joaquín Villalobos y los modernos Prianistas, especialmente la campaña que está haciendo FeCal, que para el los pobres son lúmpenes, o en lenguaje pirruris, son nacos.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

No hay comentarios.: