Pedro Echeverría V.
Apoyo a Chávez, frente al fascista Aznar y el Rey franquista
1. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), como se publicó hoy, la reducción de la pobreza en México en los últimos dos años fue la más lenta entre las principales naciones de América Latina. Que entre 2004 y 2006 la pobreza en México se redujo apenas 3 por ciento, mientras en Argentina la disminución fue de 18 por ciento y en Brasil de 8, por citar a las tres mayores economías de la región. Que “los países latinoamericanos siguen teniendo tasas de desigualdad mucho mayores que la de países de Asia y Europa con niveles de desarrollo semejantes, lo que podría limitar parte de los efectos potenciales de un fuerte crecimiento económico sobre la reducción de la pobreza”. El FMI mencionó que “la pobreza sigue disminuyendo en América Latina, pero la desigualdad continúa siendo elevada”. Si México mantiene este ritmo, en 70 años ya no tendremos miserables, aunque sí un gran porcentaje de pobres.
2. ¿Por qué creemos en los datos que publica el FMI? Este organismo, creado en 1944, pertenece a la ONU pero funciona en Washington al servicio del imperialismo yanqui. Ha defendido siempre los intereses del capital internacional contra los países pobres y sojuzgados, pero (dentro de sus falsificaciones) muchas veces tiene que proporcionar datos ciertos para orientar sus inversiones. El investigador debe estar siempre atento para descubrir lo que es engaño o probable realidad. La mala situación económica, educativa, de salud y de pobreza en México no es la primera vez que se publica; varias fuentes (en los últimos 10 años) han reiterado y advertido esa calamidad mexicana. Sin embargo, esa caída permanente que se agudiza desde hace 25 años, no ha podido frenarse. La pobreza en el país se extiende y la miseria es cada vez más profunda mientras un pequeño número de empresarios y gobernantes se aprovecha de la situación.
3. ¿Qué diferencias económicas hay entre la miseria y la pobreza? La ley de creación del “salario mínimo” promulgada en 1931 fue muy justa en aquel momento en que los trabajadores del país sufrían la gran crisis económica mundial del 29. “El salario mínimo, según la ley en su artículo 90, es la cantidad menor que debe recibir en efectivo el trabajador en una jornada de trabajo. Deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural y para proveer de educación obligatoria a sus hijos”. Con ese minisalario se supone que se podría adquirir la canasta básica de alimentación y debería sobrar dinero para artículos que no contenía la canasta, para necesidades sociales y culturales, así como para la educación de los hijos. Hoy el salario mínimo es de 49 pesos (dólar 11 pesos); ni dos salarios mínimos alcanzan para la canasta básica, menos para lo demás. Esto es miseria.
4. En el México de hoy (teniendo en cuenta alimentación, vestido, pago de agua, gas, luz, renta o paga predial y educación) para pasar a la categoría de pobre y dejar la de miserable, se requiere un salario mínimo equivalente a 150 pesos diarios o por lo menos tres salarios mínimos de los actuales. Pero de acuerdo a las estadísticas la mayoría de la gente del campo gana menos del mínimo, la mayoría de los de la ciudad gana el mínimo y otra parte gana mínimo y medio; el promedio es un salario mínimo para el 60 por ciento de la población. Mientras tanto nuestros jueces y los del IFE ganan más de 300 salarios mínimos, los presidentes, gobernadores y senadores alrededor de 200 mínimos y los diputados arriba de los 100 salarios mínimos. ¿Tendrán razón los analistas al decir que América Latina es el continente donde están más polarizados los ingresos y donde la distribución de la riqueza es más injusta? ¿Habría que pensarlo mucho?
5. El problema es que la mayoría de quienes investigamos, escribimos y de quienes nos leen hablamos estadísticamente de pobreza, en abstracto, sin conocerla o haberla vivido (como dirían) en “carne propia”. Pero también, y parece lo peor, algunos de los que la vivieron se sienten hoy privilegiados, muy satisfechos, por haber obtenido “un rotundo triunfo” al salirse (individual o particularmente) de ella; más aún, la ven como natural o como “un castigo de dios al pueblo pecador”. No se ve a la pobreza como un problema social que impide el avance de una región, de un país o del mundo; mucho menos como un problema de injusticia, de desigualdad, lacerante, productora de enfermedades, que duele y que es totalmente inhumana. Dice el pensamiento conservador en América Latina, siguiendo la doctrina de los esclavistas o religiosos: ¿Si la hemos resistido la esclavitud y el hambre más de 500 años, por qué no resistirlas otros 500?
Apoyo a Chávez, frente al fascista Aznar y el Rey franquista
1. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), como se publicó hoy, la reducción de la pobreza en México en los últimos dos años fue la más lenta entre las principales naciones de América Latina. Que entre 2004 y 2006 la pobreza en México se redujo apenas 3 por ciento, mientras en Argentina la disminución fue de 18 por ciento y en Brasil de 8, por citar a las tres mayores economías de la región. Que “los países latinoamericanos siguen teniendo tasas de desigualdad mucho mayores que la de países de Asia y Europa con niveles de desarrollo semejantes, lo que podría limitar parte de los efectos potenciales de un fuerte crecimiento económico sobre la reducción de la pobreza”. El FMI mencionó que “la pobreza sigue disminuyendo en América Latina, pero la desigualdad continúa siendo elevada”. Si México mantiene este ritmo, en 70 años ya no tendremos miserables, aunque sí un gran porcentaje de pobres.
2. ¿Por qué creemos en los datos que publica el FMI? Este organismo, creado en 1944, pertenece a la ONU pero funciona en Washington al servicio del imperialismo yanqui. Ha defendido siempre los intereses del capital internacional contra los países pobres y sojuzgados, pero (dentro de sus falsificaciones) muchas veces tiene que proporcionar datos ciertos para orientar sus inversiones. El investigador debe estar siempre atento para descubrir lo que es engaño o probable realidad. La mala situación económica, educativa, de salud y de pobreza en México no es la primera vez que se publica; varias fuentes (en los últimos 10 años) han reiterado y advertido esa calamidad mexicana. Sin embargo, esa caída permanente que se agudiza desde hace 25 años, no ha podido frenarse. La pobreza en el país se extiende y la miseria es cada vez más profunda mientras un pequeño número de empresarios y gobernantes se aprovecha de la situación.
3. ¿Qué diferencias económicas hay entre la miseria y la pobreza? La ley de creación del “salario mínimo” promulgada en 1931 fue muy justa en aquel momento en que los trabajadores del país sufrían la gran crisis económica mundial del 29. “El salario mínimo, según la ley en su artículo 90, es la cantidad menor que debe recibir en efectivo el trabajador en una jornada de trabajo. Deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural y para proveer de educación obligatoria a sus hijos”. Con ese minisalario se supone que se podría adquirir la canasta básica de alimentación y debería sobrar dinero para artículos que no contenía la canasta, para necesidades sociales y culturales, así como para la educación de los hijos. Hoy el salario mínimo es de 49 pesos (dólar 11 pesos); ni dos salarios mínimos alcanzan para la canasta básica, menos para lo demás. Esto es miseria.
4. En el México de hoy (teniendo en cuenta alimentación, vestido, pago de agua, gas, luz, renta o paga predial y educación) para pasar a la categoría de pobre y dejar la de miserable, se requiere un salario mínimo equivalente a 150 pesos diarios o por lo menos tres salarios mínimos de los actuales. Pero de acuerdo a las estadísticas la mayoría de la gente del campo gana menos del mínimo, la mayoría de los de la ciudad gana el mínimo y otra parte gana mínimo y medio; el promedio es un salario mínimo para el 60 por ciento de la población. Mientras tanto nuestros jueces y los del IFE ganan más de 300 salarios mínimos, los presidentes, gobernadores y senadores alrededor de 200 mínimos y los diputados arriba de los 100 salarios mínimos. ¿Tendrán razón los analistas al decir que América Latina es el continente donde están más polarizados los ingresos y donde la distribución de la riqueza es más injusta? ¿Habría que pensarlo mucho?
5. El problema es que la mayoría de quienes investigamos, escribimos y de quienes nos leen hablamos estadísticamente de pobreza, en abstracto, sin conocerla o haberla vivido (como dirían) en “carne propia”. Pero también, y parece lo peor, algunos de los que la vivieron se sienten hoy privilegiados, muy satisfechos, por haber obtenido “un rotundo triunfo” al salirse (individual o particularmente) de ella; más aún, la ven como natural o como “un castigo de dios al pueblo pecador”. No se ve a la pobreza como un problema social que impide el avance de una región, de un país o del mundo; mucho menos como un problema de injusticia, de desigualdad, lacerante, productora de enfermedades, que duele y que es totalmente inhumana. Dice el pensamiento conservador en América Latina, siguiendo la doctrina de los esclavistas o religiosos: ¿Si la hemos resistido la esclavitud y el hambre más de 500 años, por qué no resistirlas otros 500?
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