A un año del inicio de la represión contra el movimientos social y magisterial del Estado de Oaxaca, se demostró que la represión lo más que puede hacer es diferir las protestas del pueblo, pero que mientras no se resuelvan los problemas de fondo, el descontento popular se sumerge para resurgir con más fuerza.
Hace un año la policía del (des)gobernador Ulises Ruiz, decidió reprimir el plantón que los maestros de la sección 22 tenían en el centro de Oaxaca esperando con esto, desmembrar el movimiento. Ese mismo día el magisterio enfrentó a los represores y se reposicionó, sentando las bases para formar la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que incluyó en sus demandas la destitución del gobernador.
El movimiento creció como la espuma, avanzando en una lucha cada vez más radical que llegó a tener en sus manos varias estaciones de radio y un canal de televisión estatal. A partir de esa fecha crecieron las protestas en muchas partes del Estado y el gobernador no tenía ni un espacio donde despachar pues el pueblo tomó muchas de las oficinas gubernamentales.
Oaxaca, sobre todo la ciudad capital, vivió entre marchas, plantones, barricadas y confrontaciones con las fuerzas represivas, que adquirieron, por parte del gobierno el carácter de fuerzas paramilitares que disparaban a mansalva contra la población civil. En esas luchas hubo más de una veintena de muertos y un centenar de encarcelados...
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