Yo no olvido...
Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas culeras. Me dejó una chiva campeona, una mula en Gobernación, una yegua de Presidente y una espantosa ex-suegra. O sea, todo un desmadrito. Pero no es hora de achicopalarse, como solía decirse. No, señor. Eso es lo que ellos quieren, todos esos defensores de “Las buenas conciencias”. Y no lo menciono por casualidad. En el libro mamotrético de marras, un riquillo de verdad quiere rebelarse contra su destino (ser pudiente y casi omnipotente). No obstante, fuerzas ajenas a él se lo impiden. En la cumbre de la exaltación, cristianamente se azota con nopales y ¡Oh, Dios, oh, sí!, se encaja una espina en... medio. Por tanto, parece implícito que el orden de cosas no se puede cambiar con sólo buenas intenciones. Y eso es lo que las “clases dominantes” (me gusta decirles así) desean.
Amor sin esperanza...
Ése es el mío, malhaya sea mi suerte por la Elección. No lo miren, que está feo. No lo pisen, porque está chaparrón. ¿De quién hablo? De nuestro nuevo Presidente. Resulta que, según el TEPJF (Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, niños y niñas. El TRIFE o Tribunal Federal Electoral YA NO EXISTE, por si a algún periodista profesional le interesa), Felipe Calderón, FeCal, para los cuates, le ganó al PG por un ampliamente mínimo margen. En una democracia como la que nos inculcan, eso está muy bien. Pero cuando hay tantas dudas detrás, el asunto se pone más que macabro, se pone macabrón.
Como decía mi amigo Jack...
Vámonos por partes. Por principio de cuentas, en una actitud francamente pusilánime (propia de putos, pues, y conste que en México no sólo es puto el que se la dejan ir de paseo por Detroit, Michigan), el Presidente en turno, Vicente Fox, comienza a orquestar el ataque de la oligarquía (a partir de ahora diré “oligocracia”, nomás porque me gusta más cómo suena) contra el por esos días Jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador. Antes de que los clasemedieros aspirantes a high hagan restallar sus látigos, aclaro: demando que lean y verán lo que entiendo por “oligocracia”.
La primera intentona corrió de parte de Federico Döring, metrosexual aficionado, arrogante y displiscente que presentó los famosos videos de Carlos Ahumada y Bejarano en... ¿en dónde más? En un canal de Televisa. Y lo hizo entrando como Pedro por su casa, como si cualquiera, incluido un diputado, pudiera entrar al estudio de un programa en vivo, entregar un videocassette y que lo proyecten de inmediato. Eso ya no puede suceder desde que Manuel Andrade irrumpió briago en el programa de López Dóriga, por si alguien lo recuerda. ¿Los nombres detrás de ello? Sólo hace falta mencionar uno, para que los demás puedan suponerse: Diego Fernández de Cevallos, tradicional sospechoso de tráfico de influencias y mal uso del fuero constitucional.
Posteriormente (mucho), el mismísimo Vicente Fox acude con Mariano Azuela, entonces Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin motivo aparente, pero con el desafuero en el aire. Y al final, un PRI corrido más y más a la derecha y un PAN tan a la derecha que pronto será de izquierda, decidieron retirar el fuero constitucional a AMLO. En ese momento se habló, en círculos izquierdistas, de justicia selectiva. Al final, tuvieron que desactivar el proceso jurídico contra AMLO, luego de una fiesta mediática en la que un par de panistas incautos pretendieron, incluso, pagarle la fianza al PG. Pero el martilleo en medios continuó.
Cuando al fin Calderón dio la sorpresa de ganarle a Santiago Creel, trajo asesores españoles para diseñar su campaña de medios. Y así se inaugura una nueva etapa de esa larga cadena de traiciones y componendas que es la historia de México: la “Guerra Sucia”. Esta consistió principalmente en machacar que AMLO era “Un peligro para México”, equipararlo con Hugo Chávez para apoyar lo anterior (como si Venezuela pudiera compararse con México), y desgarrarse las virginidades...er... vestiduras porque el PG le llamó Chachalaca a Fox. Esto último ridículo, pues la chachalaca no es más que un pájaro que hace mucho ruido. Adjetivos ofensivos de verdad contra Fox aparecieron en artículos periodísticos, caricaturas políticas y pancartas. Por otro lado, nosotros los olvidados hasta nos mentamos la madre para saludarnos y nadie es acusado de “intolerante”.
Al final de las campañas, la intromisión del Consejo Coordinador Empresarial por medio de sus anuncios televisivos fue aberrante. Quien escribe, como operador del servicio telefónico IFETEL, tuvo conocimiento de las irregularidades cometidas por el clero en todo el país para orientar el voto, con frases tan discretas como “recuerden que el cielo es blanco y azul”. Asimismo, la compra de votos por parte de PAN y PRI, que por ahí estarán en una base de datos de IFETEL. Y eso es sólo la punta del iceberg... témpano, en español se oye mejor.
Sólo para el proceso electoral, vimos por TV Azteca a periodistas tan ojetivos (de ojete, desde luego) y parciales como Pablo Hiriart y su comparsa Jaime Sánchez Susarrey. Pablo Hiriart, además, director editorial de La Crónica de Hoy, diario financiado por la familia Salinas, que además colocó un emisario en esa plantilla: José Carreño Carlón, vocero de Carlos Salinas y autor de la famosa Ley Carreño, que atrajo la furia de los medios de información. Pues bien, Hiriart y Sánchez mostraban una actitud hostil y condescendiente frente a Gerardo Fernández Noroña (PRD), y otra, amable y plena de interés con Josefina Vázquez Mota (PAN).
Vimos a Dolores de la Vega ejerciendo su “periodismo con responsabilidad” usualmente con visiones de “la patria en riesgo” e imágenes de López Obrador. Desde luego, nadie nunca menciona que Lolita era la única periodista que llegaba a cubrir la rebelión zapatista en helicóptero. Vimos a Héctor Aguilar Camín realizando sesudos análisis contra el populismo, intentando pasar la responsabilidad de sus puntos de vista a sus invitados en Zona Abierta (Televisa). Pero nadie mencionó que Carlos Salinas le pagó por una investigación no realizada y financió el despegue de la revista Nexos.
Vimos al grandioso y grandilocuente Enrique Krauze en la misma línea tirada desde los pinos, calificando a AMLO de mesiánico, cuando su palabra como intelectual siempre ha estado a la sombra del poder (miembro del grupo Nexos, al fin y al cabo), y su palabra como historiador vale tan poco, que cuando quiso negar la existencia del Pípila basado en testimonios de un adolescente de Guanajuato fue refutado por Paco Ignacio Taibo II con el testimonio del Jefe de las escoltas de Miguel Hidalgo.
Y, desde luego, el insigne Norberto Rivera Carrera, quien invita al pueblo a pagar sus nuevos impuestos “por el bien del país” y reclama los derechos ciudadanos de los miembros del clero. Desde luego, primero deberían cumplir con sus obligaciones: pagar impuestos y atender el Servicio Militar. Además, el ensotanado de marras pide ayuda a los nuevos romanos para cuidar su iglesia y trae anillos de oro, y está en chino mandarín para que ande a pie. Nadie menciona que el Dios que dice adorar, mientras presuntamente estuvo en la tierra, no cargó siquiera objetos de metal en su vida.
Pues bien, todos estos personajes y muchos, muchos más, estuvieron detrás de la campaña de medios anti Peje. Cuando AMLO perdió la elección, se habló de fraude. Se intentó impugnar la elección con muchos argumentos. Y aunque el TEPJF reconoció la existencia de varias irregularidades muy visibles, como la intervención del Presidente y del CCE, decidieron dar por buena la elección, diciendo que el efecto de tales irregularidades no era cuantificable. Matemáticos destacados, gente que vive de hacer números en la UNAM y otras escuelitas donde “aprueban con 5”, señalaron que, al proyectar los “errores de conteo” (encontrados en las actas que el TEPJF accedió a revisar) a la votación total, el resultado de la elección sería favorable a AMLO, no obstante, dicho Tribunal decidió no realizar un conteo voto por voto para cumplir con el principio constitucional de certeza en la elección. Por otra parte, cuando se acudió a la Suprema Corte de Justicia (?), Mariano Azuela indicó que el artículo constitucional que podía facultar a la Corte para intervenir (el 84, creo) estaba redactado “con las patas”.
La campaña mediática continuó de la mano del intelectual Adal Ramones, al grito de “Yo defiendo al Tribunal porque el Tribunal defiende mi voto”. A lo mejor este inteligente tarado no entiende que el Tribunal actúa a petición de parte. Esto es, si nadie les denuncia una irregularidad, ellos tampoco van a buscarla. Como se recordará, sólo hubo dos demandas de particulares ante el TEPJF con motivo de la Jornada Electoral, todas las demás fueron por parte de los partidos políticos. Por tanto, el Tribunal no defiende mi voto, es sólo una instancia a la que puedo acudir a ver si me hacen caso.
Hasta aquí lo bonito. Lo feo es que tengo un amigo que duda de la existencia del fraude. Él dice que no está probado, pero... ¿que las autoridades, interesadas en mantener prebendas, anulan la existencia del fraude tan sólo al no reconocerlo? ¿Todo lo que he mencionado en esta epístola palabrera es una mera casualidad, una mera sucesión de hechos inconexos? Quien escribe postula, acaso cándidamente, que el fraude electoral, el que se ejerció con ciudadanos de por medio, no se ejecutó el día de la elección. Se ejecutó desde antes, con el resurado del padrón electoral, primero, y la Lista Nominal de Electores (LNE), después.
El día de la elección, en IFETEL recibimos MILES de llamadas de gente que no aparecía en la LNE. Al revisar el sistema de consulta del IFE (SIIRFE Aclaraciones), se veía que el ciudadano había sido declarado muerto. Otras veces, que por un “error de procedimiento” había sido dado de baja del padrón electoral. Otras veces, sencillamente, no había explicación. Esto está respaldado en la base de datos Remedy de IFETEL y en el sistema Aclaraciones, del SIIRFE. Y hablamos sólo de la gente que se tomó la molestia de llamar, en un país donde la cultura de la denuncia NO EXISTE. Y está el caso de las Casillas Especiales, para los ciudadanos en tránsito. La ley de la materia (COFIPE), autoriza un máximo de 1500 boletas por cada casilla especial. Demográficamente, las clases media y baja, proclives a votar por AMLO, son las que se desplazan a mayores distancias en función de su trabajo y demás. Pues bien, a cada casilla especial se enviaron sólo 750 boletas (el mínimo que autoriza la ley) para hacer frente a una de las elecciones más concurridas de la historia. Mi amigo, ingenuamente quizá, piensa que la estupidez del IFE no se puede subestimar. Puede ser, pero en México es muy delgada la línea que divide la estupidez de la mala leche. Y ésa también se mama.
¡Pikachu, yo te elijo!
Mi amigo se rasgó las vestiduras, del lado derecho, por las acciones de resistencia como la toma de Reforma, preocupadísimo por los pobres que tienen negocios ahí. Pero, como se vio, el periodiquero siguió vendiendo periódicos. El de los dulces siguió vendiendo dulces. Igual los de la lotería. ¿Quiénes eran los pobres ciudadanos que se quejaban del bloqueo? Restauranteros, principalmente. Con precios que yo no puedo pagar, y que vacacionan en lugares que jamás voy a visitar. Esos eran los que salían en los anuncios. Y sus empleados directos, ellos sí, tan pobres como yo. Pero el pobre restaurantero, que ha tenido ganancias por años en Reforma, no puede ayudar a sus trabajadores en el tiempo difícil. Mejor despedirlos. Mi amigo no sólo me decepciona, ya logra asustarme. Igualmente, se rasga las vestiduras por la derecha a causa de la APPO, casi como Octavio Paz lamentándose por la “modernidad perdida” en 1968. Pero ese pleito no me concierne, es una pelea de priístas.
Ahora, tenemos un nuevo gobierno. Mi amigo, en el colmo de la ingenuidad o de la soberbia de clase (ya no estoy muy seguro, podría ser mera ignorancia o una pretendida ceguera), afirma que Calderón prácticamente es enemigo del Yunque. Veo al nuevo secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, y sólo puedo dudar. Como gobernador de Jalisco, ordenó la represión de una marcha de “globalifóbicos”, con múltiples casos de violaciones y brutalidad policiaca, así como la incomunicación de los detenidos. Mi amigo dice que eso no es muy diferente de lo que se hace en Europa o Estados Unidos. Yo, temiendo por su independencia, le recuerdo que en Europa o en Estados Unidos no violan. Y no golpean con tanta fuerza. Una vez se animaron en Francia y los jóvenes incendiaron autos durante los idus de Marzo. Le recuerdo que la CNDH documentó varios casos. Me refuta que José Luis Soberanes no es tan objetivo. ¿Cómo puedo debatir eso?
Mi amigo cree que se le debe dar el beneficio de la duda a este nuevo gobierno, pues Calderón parece más mesurado e inteligente que Fox. Pero escucho las declaraciones del titular de SAGARPA, Francisco Mayorga, y creo que este gobierno quiere hacer historia como el de Zedillo: no quiere ser recordado, más bien todo lo contrario. En efecto, Mayorga anunció que no habrá sanciones para los productores de carne del país que usen clembuterol. Sólo los invitará, civilizadamente, a que ya no lo hagan. Ése es el gran gobierno de Calderón.
Mi amigo, como todos los que aspiran a subir otro escalón en nuestra sociedad de castas, cree en México. Cree que, de algún modo, al beneficiarse la oligocracia, algo de ese beneficio le salpicará al pueblo. Cree en las instituciones. Y lo que me asusta más es que no es el único. Pero yo creo que las instituciones no son algo que deba defenderse. Las grandes luchas de este país se han dado contra las “instituciones” de parte de gente “peligrosa”, en tanto que idealista. Yo creo que un gobierno que ya no sirve a su pueblo, debe cambiarse. Y eso, concediendo que pueda existir un “gobierno”, esa entidad tan artificial.
Esto es el reino del revés, esto es Tlön, y Uqbar, y estos oligócratas quieren ser el Orbis Tertius. Por tanto postulo, quizá heréticamente, que México no existe. Es sólo la cifra de los intereses de unos, que de repente se convierten en las esperanzas de otros. Aquí el individuo no cuenta, quieren confinarlo al espacio ninguneante del “pueblo”, y del “ponerse la camiseta”, y del “ser productivo”. Si lograste leer hasta aquí, quizás no tengo tan pocos amigos como pensaba. Y aprovechando eso, quiero invitarte a que no olvides. No olvides que los medios son empresas al servicio de alguien, deja que te platiquen, pero no todo les creas. Desconfía del gobierno, aunque a veces tengas que creerle. Desconfía de los que aprecian más la posesión que la existencia, porque muchos de ellos te gobiernan. Y no olvides el año viejo, porque quien olvida sus errores está condenado a repetirlos. El cambio empieza desde el individuo. Yo, por mi parte, no le tomo mucha atención al chisme de lavadero, dedicado como estoy a una lectura quevediana de un texto de Borges.
Juan Antonio.
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