Rafael Segovia escribe en el Reforma:
Rafael Segovia.
Un fracaso ejemplar.
No se sabrá nunca quién le inculcó al Presidente la rabia contra López Obrador.
Los discursos que lee -él es incapaz de escribir una línea- van cargados de una ira incontenible, de todo el miedo de un grupo, más que una clase, aterrado por la llegada de los vándalos, que les despojarán de sus casas, sus clubes, sus automóviles y hasta de sus amantes.
Es un miedo pánico como el que se apoderó de los europeos en los años inmediatamente posteriores al final de la segunda guerra: los rusos estaban a la puerta, montados en sus caballos siberianos, con el cuchillo entre los dientes. Los mismos que ahora les proporcionan el gas y nombran al canciller Schroeder para un cargo de 300 mil dólares al año en la compañía rusa que envía el gas a casi todos los europeos.
Nunca esta gente se ha caracterizado ni por su valor ni por su generosidad; antes de la guerra de 1870, la burguesía francesa dio al país su oro y la sangre de sus hijos; en 1914 dio la sangre de sus hijos pero no su oro; en 1940 no dio nada, ni la sangre de sus hijos ni su oro. Esta apreciación de Jean-Paul Sartre sobre la burguesía de su país podría aplicarse a este México de principios del siglo XXI, aunque por fortuna no ha tenido enfrentamientos armados desde la intervención francesa cuando, conviene recordarlo, no la vio nadie sacando el pecho en defensa de la patria.
Pero siempre fue así: nos la hemos encontrado, encabezada por el señor Fox, festejando a Juárez, al laicismo, a la república, a la libertad. Justo a todo aquello en contra de lo que siempre han estado, empezando por el nacionalismo y la nación, últimos lastres de los que les cuesta una infinidad de penalidades desprenderse para alcanzar una sociedad donde los pasaportes los entregue la Coparmex.
Si estas demandas forman parte inevitable de la filosofía política de las empresas y sus dirigentes, toparse con un presidente de la República que pretende no sólo ser juez y parte de la coyuntura política nacional, sino que interviene en el debate desde lo más alto de su ignorancia, sólo superada por la de su portavoz, desespera a quienes se interesan por la vida política democrática.
Sin que se pueda leer en ningún texto legal, pretende que los candidatos debatan entre ellos, con la esperanza de ver triunfar a Calderón Hinojosa a quien trajo a mal traer cuando fue secretario de Estado, al parecer por no gozar de la simpatía de la primera dama.
Como es su costumbre, vuelve a intervenir tarde y mal, empujado y sostenido por el miedo pánico de los empresarios, quienes suponen que Andrés Manuel López Obrador va a destruir sus privilegios. El caso de la ley de radio y televisión es ejemplar.
Creyendo congraciarse con la derecha más recalcitrante, dejan pasar una legislación que sólo puede calificarse de atraco, sostenida por los senadores más desprestigiados de la historia del Congreso de la Unión. No sólo es una ley vergonzosa: se ha convertido en un revulsivo para la opinión pública, que ve en ella un despojo de la propiedad del Estado, para precaverse contra posibles oposiciones del PRD y de López Obrador.
En cualquier caso, incluso los sectores más conservadores de la sociedad han visto en esta operación el principio del fin de un partido que mal que bien había cumplido su papel de opositor y de muro de contención contra las iniciativas menos aceptadas de los gobiernos anteriores.
Si el PAN soñaba con un cierto papel futuro, esto se le ha caído, junto con la campaña ideada por no se sabe quién, aunque se desprende un tufo de yunque.
La recepción que los estudiantes de la Ibero le dieron a Calderón es la prueba irrebatible de la torpeza presidencial. Ya lo habían recibido de uñas en otra universidad igual de privada, católica y conservadora.
Está visto que ni Fox ni los suyos aprenden.Que se sea conservador no implica que se quiera malbaratar los bienes del Estado ni regalar a los privados lo que es propiedad de la nación, como el espacio. Con Fobaproa habíamos conocido la voracidad de los bancos y cómo se le pasaba a la población el pago de las deudas privadas, que por arte de magia se hacían públicas.
Hay un hartazgo de estas operaciones, de los silencios de Hacienda y del Banco de México, mientras el Presidente vocifera contra los partidos que superan los deseos del Ejecutivo y los acusa de dividir a la nación en vez de agruparse en torno a él y a su sapiencia política, a su dignidad frente a los países de este triste continente, que se oponen a su sabia conducción, como el gasoducto motivo de su ruptura con Venezuela, del cual ya no se ha vuelto a hablar.
Los días, por un lado, se le deben antojar de 72 horas cuando piensa en su obligación de hacer frente a cuanto ha prometido y no cumplido, y por otro, corren ante él como el viento cuando piensa en un 2 de julio como la fecha fatal imposible de superar, cuando quedará cristalizado el lamentable fracaso de seis años de confusión y desgobierno. Cuando se le aparezca la estatua del comendador y deba soportar un juicio al que teme pese a una seguridad ficticia.
En este momento el coro de grillos de Los Pinos puede seguir comprando y vendiendo encuestas, imaginando razones que explican cómo se pierden puntos y más puntos por culpa de la imagen aviar, mientras que la población reacciona a favor de un pobre hombre incapaz de exponer dos ideas juntas, ni defenderse sino como los niños cuando repiten: y tú más.
Las preguntas dominantes tratan del próximo gabinete. Si queremos acercarnos a los problemas del futuro inmediato debemos interrogarnos sobre el PRD de los próximos años, de su organización, de su relación con los sindicatos, y de todo un mundo por ahora de sombras pero de donde puede salir una nación que en nada se parezca al campo de ruinas que deja Fox.
Leyendo a Don Rafael Segovia, lo hacen a uno estar agradecidos con la vida porque todavía hay HOMBRES que hacen de la dignidad un compromiso con la Nación.
Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.
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viernes, abril 07, 2006
EL FOXISMO: FRACASO EJEMPLAR.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 1:01 p.m.
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