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domingo, octubre 29, 2006

LA CONEXIÓN DIÓDORO CARRASCO - ZETAS Y KAIBILES / FECAL-GUERRILLEROS DE EL SANVADOR.

Vean nomás este artículo de la revista CONTRALÍNEA:


Zetas y kaibiles contra la APPO

Ana Lilia Pérez, enviada / David Cilia, fotos
En este mes de octubre el gobernador Ulises Ruiz habilitó la prisión de Tlacolula para encarcelar a los dirigentes del magisterio y de la APPO, al tiempo que ex kaibiles y miembros del grupo de sicarios de los Zetas venidos de Sinaloa entrenan a cuerpos de elite para reprimir las manifestaciones de protesta

Penal de Tlacolula, Oax.- Pedro García, el más joven de los presos políticos de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), revela el plan del gobierno para inculpar a la rectoría de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y a los profesores de proveer armas al movimiento popular que exige la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.

La tarde del jueves 6 de octubre, Contralínea tuvo acceso al Centro de Readaptación Social (Cereso) femenil de Tlacolula, la prisión que el Ulises Ruiz ha destinado exclusivamente para encarcelar a sus detractores.

Preparado para la represión, el gobernador ordenó construir más celdas en el amplio terreno de esa prisión, cuyos trabajos iniciaron a inicios de septiembre, cuando en la ciudad de México Ulises Ruiz cabildeaba para que Vicente Fox ordenara la represión en este estado.

El penal femenil de Tlacolula, ubicado a unos 30 kilómetros de la capital de Oaxaca, fue diseñado para 273 internas a un costo de 120 millones de pesos. Su construcción fue un intento desesperado del ex gobernador José Murat de hacer obra en los últimos días de su administración, pero sólo tiene un 5 por ciento de su capacidad.

El 6 de octubre había nueve internas a las que se les notificó que serían trasladadas a la prisión de Etla el lunes 9 por órdenes de Ulises, para que la prisión estuviera lista para los nuevos reclusos. Desde el jueves 5 los familiares de las internas ayudaron a trasladar sus pertenencias, mientras que un grupo de albañiles construía las nuevas celdas.

En un amplio terreno fuera del penal un centenar de policías municipales eran entrenados por Aristeo López Martínez, coordinador de Seguridad Pública, Vialidad y Tránsito Municipal; un ex kaibil socio de la empresa de seguridad privada Aries.

Aburridos de la espera para entrar en acción, los policías municipales jugaban fútbol en el polvoso campo, en donde construyeron una cancha de basketbol. Ahí entrenaban y simulaban operativos en donde se quitaban el uniforme policial azul marino y se vestían de civil en menos de cinco minutos.

Esa tarde del 6 de octubre llegó al Cereso un nuevo huésped, Francisco Pedro García, estudiante de Facultad Derecho de la UABJO e integrante de la Unión de la Juventud Revolucionaria de México, parte del sector estudiantil universitario de la APPO.

El preso

La voz de Pedro García no pasa tan desapercibida como su figura. Es un joven tímido, tiene los ojos color de noche y el cabello rizado. Estudia cuarto año de Derecho en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y en un año más será abogado si es que sale de prisión; espera titularse como alumno de excelencia académica.

Pedro es el menor de los presos políticos. Los otros son Germán Mendoza Nube, Evangelio Mendoza González, Ramiro Aragón y Catarino Torres Pereda.

Germán Mendoza usa silla de ruedas y cuando fue detenido le quitaron la sonda, lo que le ha provocado graves problemas de salud durante su internamiento en la cárcel de Miahuatlán, es dirigente del FPR.

Evangelio Mendoza fue secretario general de la Sección 22 del SNTE y está preso en la cárcel de Cuicatlán. El biólogo Ramírez Pérez, investigador reconocido en México y el extranjero, está preso en el penal de Zimatlán de Alvarez, y Catarino Torres Pereda en el penal de Alta Seguridad de La Palma. Son los presos de Ulises Ruiz.

Con 22 años de edad, Pedro García trasluce en su rostro el asombro que lo envuelve al saberse en la indefinición de su destino, el del movimiento y el de sus compañeros, contra quienes a base de torturas fueron obligados a firmar declaraciones inculpatorias.

¡Tienes que decir que el arma (un fusil AK 47) te lo dio en la escuela el profesor Abraham y que también el rector mete armas!-, recuerda Pedro, sentado en la banca de madera en el amplio salón del área de visitas del penal, en donde la tarde del 1 de octubre, una hora después de que fuera detenido e interrogado, escuchó decir de los sujetos que lo torturaron.

En las inmediaciones de Ciudad Universitaria, Pedro García García, militante de las filas de la Juventud Revolucionaria de México (brazo juvenil del Frente Popular Revolucionario), fue detenido mientras caminaba del brazo con su novia Erika.

Ese día apenas si escuchó la Chevrolet azul marino que abruptamente se detuvo y descendieron dos sujetos morenos, robustos, altos, vestidos de civil, quienes le apuntaron a la cabeza con un revolver calibre .22. Apenas pudo empujar a Erika y ella echó a correr.

Dispararon al aire y lo subieron a la camioneta que se enfiló sobre la carretera Oaxaca- Salina Cruz. De aquel trayecto, que habría durado alrededor de una hora, Pedro recuerda: “dijeron que eran policías federales militares. Llamaban por teléfono y se comunicaban por radio, decían que me llevarían a Tlacolula y que allí llegaría un helicóptero por mí, que me llevarían al Campo Militar Número Uno”.

La camioneta azul que aquella tarde entró por la vereda de Tlacolula tenía paso franco ante los policías que por estas fechas intensifican los retenes. Amarrado de las manos y vendado, lo metieron en la última celda de color azul pastel, donde fue torturado.

“Me pegaron en la cabeza con la pistola, me ataron las manos a la espalda, me amarraron un pie a la pata de la cama, me amordazaron y me patearon en las costillas…”.

-¡Te vamos a matar! ¿Te han violado?, porque te vamos a violar y vamos a matar a tu familia- Cuando recuerda las violentas frases, Pedro baja la mirada, cruza las manos sobre el chaleco de hilo color hueso que portaba desde el día de su detención y que aún guarda las huellas de su sangre seca.

Le deslizaban un aerosol encendido en la desnuda espalda y luego lo obligaron a escribir declaraciones en hojas blancas, donde acusa que el rector de la UABJO, Francisco Martínez Neri, y su secretario Eduardo Martínez introdujeron armamento a la Universidad para los grupos guerrilleros que allí se gestan, los cuales supuestamente dotaron de armamento a la APPO.

Declaraciones también contra el profesor Abraham Martínez Alavés y los integrantes del FPR: Juan Velásquez Cruz, Lázaro García y Florentino López, estudiantes de Derecho, y éste último vocero de la APPO.

La cercanía entre Pedro y el rector de la UABJO se deriva de la movilización convocada por el estudiante desde hace cuatro años para que la Universidad ampliara su matrícula.

En el penal, Pedro se dice preocupado por el destino de las confesiones obtenidas por sus torturadores, en las que reconoce un robo en la Central de Abastos, además de portación de arma de fuego.

Su rostro aún está hinchado, la sangre se abulta en una herida en la frente. Su cuerpo está lleno de moretones y apenas si soporta tocarse las costillas. Pedro García es de piel morena curtida, cabello rizado y la mirada tímida, y cuando habla es un lúcido orador que plantea la necesidad de un cambio fundamental en la sociedad frente a la voracidad del sistema capitalista.

“La movilización que vivimos en Oaxaca no tiene que ver con delincuencia, nosotros planteamos un cambio estructural del sistema y esto sólo se va a dar con la movilización de masas”.

¿Qué es el movimiento de la APPO?

-Es apenas el proceso de acumulación de fuerzas revolucionarias, eso es lo que se está gestando.

Sobre su supuesta militancia en grupos armados, dice que el objetivo del FPR es la formación de cuadros revolucionarios desde el punto de vista político e ideológico, no de insurrecciones armadas.

“Yo era un niño cuando apareció el EPR, para mi era un terror; cuando crecí entendí su lucha, pero no comulgo con ella, porque yo creo en la lucha sin violencia”, dice el joven estudiante.

En Oaxaca las acciones del gobierno contra el Frente Popular Revolucionario (FPR) iniciaron en 2005, cuando fueron asesinados los hermanos Luis y Pablo Carmona Canseco, eran unos adolescentes, los mataron guardias blancas en el poblado de Cerro Hermoso, en Tututepec.

Los vecinos de Pedro en el penal son también “efectos secundarios” del movimiento popular en Oaxaca. Uno de ellos es Juan Ruiz Harp, primo del banquero Alfredo Harp Helú, acusado de robo y a quien supuestamente lo habrían detenido integrantes de la APPO, sin embargo, él niega la versión pese a que en su declaración asentaron que pertenece a la Asamblea Popular.

Su abogado le informó que su libertad era cuestión de días. Recientemente le ratificaron auto de formal prisión y recurrió al amparo.

Frente al absurdo de que él permanezca en un penal municipal pese a su parentesco con el empresario Harp Helú, Juan dice que en su detención “hubo línea” de Heliodoro Díaz Escárcega, secretario general de gobierno, y que su primo no quiere pedir favores a Ulises Ruiz.

En el doble juego del gobernador, Pedro García García fue liberado la madrugada del domingo 8 de octubre, un día antes de que la Sección 22 y la APPO formalizaran ante la Secretaría de Gobernación su negativa del “ultimátum” del gobierno federal.

Ese domingo por la noche, frente al Zócalo, Pedro hizo públicas las torturas de las que fue objeto durante su detención.

Guerra contra la UABJO

La situación es tensa en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Juan Velásquez Cruz, integrante del Consejo Técnico de la Facultad de Derecho, dice que se ha intensificado una guerra de baja intensidad contra la benemérita universidad.

Juan Velásquez es uno de los estudiantes que los elementos militares que secuestraron a Pedro obligaron a firmar declaraciones de que pertenece a la guerrilla.

Como parte de la guerra de baja intensidad que desarrolla Ulises Ruiz contra la UABJO, no parece casual que el asesinato de Jaime René Calvo Aragón se diera en ciudad universitaria.

Una tarde de octubre Juan Velásquez convocó a sus compañeros de forma masiva a adherirse a la APPO, a sumarse al movimiento de resistencia por las agresiones contra los maestros por parte del gobierno, por el encarcelamiento de Pedro e incluso asesinatos que -prevé- vendrán los próximos días en contra de otros universitarios.

La guerra de baja intensidad de la que habla Juan incluye el saqueo de la casa del profesor Abraham Martínez Alavés y las amenazas telefónicas de las que éste responsabiliza a Lino Celaya. Luego vinieron las agresiones contra su familia. Temiendo por su vida, el doctor Abraham Martínez, catedrático de jerarquía en la UABJO, permanece escondido.

A esto han seguido saqueos a las casas de profesores y estudiantes de la UABJO, e integrantes del FPR que participan en la APPO.

Un grupo de sujetos saqueó también el domicilio de Miguel, otro de los dirigentes, de donde extrajeron una computadora en busca de información sobre el movimiento.

“Las agresiones, la vigilancia, es contra los que estamos participando activamente en el movimiento”, dice David Martínez Islas.

La misma guerra alcanza a la familia de Pedro García. Tras su detención, su mamá, de 61 años de edad y su hermana, de 18, huyeron de sus casas temerosas por su vida.

El temor no era en vano. A su colonia llegaron a indagar detalles de su vida unos sujetos que viajaban a bordo de motocicletas color oscuro y lentes negros. Lilia, la madre de Pedro, dice que está angustiada por el destino de su familia.

-Me duele que lo hayan torturado y que hablen de delitos que él no cometió. Mi hijo es bueno, es estudioso, canta en los camiones para ayudarnos a sostener a la familia. Yo lavo y plancho ropa ajena, pero él ya va a ser abogado. -Dice la anciana a la que le duele dejar abandonada su humilde vivienda, construida apenas con techo de lámina a fuerza de años de trabajo.

“Yo no se si exista alguna ley que condene manifestarse contra las injusticias, porque eso es lo único que ha hecho mi hijo”, dice con angustia.

Listo el sistema penitenciario

El sistema penitenciario de Oaxaca cuenta con 30 penales: 14 distritales, 13 regionales, una penitenciaría central, un anexo psiquiátrico y un reclusorio femenil.

Los reclusorios con mayor sobrepoblación son los de Salina Cruz, Ixcotel, Tehuantepec, Tuxtepec, Pochutla y Jamiltepec. Un alto porcentaje de estos presos son parte de la persecución de Diódoro Carrasco contra el Ejército Popular Revolucionario, entre 1996 y 1997, años en que atiborró las prisiones con acusados de pertenecer al movimiento. Ahora Ulises Ruiz sigue los pasos del ex gobernador represor.


La nota original aquí.

Ahora sabemos que los grupos paramilitares en Oaxaca están conformados por kaibiles, zetas, matones del narco y guerrileros salvadoreños, pagados, entre otros, por los siguientes asesinos: Diódoro Carrasco Altamirano, Felipe Calderón Hinojosa (AKA pinche espurio), Vicente Fox Quezada, Elba Esther Gordillo y el mismísimo chupacabras, Carlos Salinas de Gortari. Todos coludidos con el narcotráfico.

Aquí lo preocupante es saber qué le prometieron al narco estos hijos de la chingada. Usted, querido lector, saque sus conclusiones.



Un chingo de razones más para sumarse a la fundación de una nueva república.

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