El despertar
¿El país donde no pasa nada?
Calderón está afrontando el problema social… para exacerbarlo. No hay un solo sector que no tenga que afrontar una crisis en este principio de año. El 90 por ciento de la población va a resentir el alza en los artículos de primera necesidad. Todos vamos a salir afectados por los aumentos a la electricidad y a las gasolinas y el diesel. Están frescas las promesas de Calderón de reducir su precio. La baja en las ventas está obligando a despidos. El desempleo llega a extremos que no se veían desde mediados de los noventas. No se quisieron utilizar las salvaguardas para impedir que la importación de productos agrícolas acabara con nuestros productores. Es una provocación el acuerdo con el PRI para permitir a la iniciativa privada entrar al negocio del petróleo, y otra el aumento de impuestos a los pequeños y medianos productores. La cancelación del programa de Carmen Aristegui ha sido interpretada como una concesión de Televisa a Los Pinos. Las clases trabajadoras tienen un poder de compra 45 por ciento menor que hace 20 años. Los incrementos de salarios mínimos son una afrenta. ¡Muchos fierros en la lumbre!
¿Calderón y su equipo suponen que no habrá respuesta importante a estas agresiones? Quizás piensen que la pirámide social construida durante la colonia y mantenida hasta nuestros días ha educado el pueblo en la sumisión en un temor reverencial al gobierno. Hablan además de la “adaptabilidad del mexicano”. De su capacidad para resignarse. Del efecto de la televisión y sus inteligentes mensajes apaciguadores. De este país donde nunca pasa nada.
No soy catastrofista, pero creo que estos cálculos son peligrosos. La urbanización, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y a la política, el aumento exponencial de la participación ciudadana de la información política del debate son elementos que pueden encender la inconformidad ante el incentivo de tiempos difíciles y de ineptitud e ilegitimidad del gobierno. Habrá programas populistas, pero no hay dinero suficiente para contener la inconformidad cuando se acelera.
Es improbable que la gente asalte los supermercados, pero no tanto que la guerrilla amplíe sus actividades. La alternativa está en la oposición democrática. Les guste o no, su núcleo es el movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Tendrá mucho por hacer: consolidar su estructura, rebasar sus 2 millones de afiliados, crear grupos en todo el país, atraer fuerzas emergentes. Profundizar su acción en los estados del norte y del centro. Se ha posicionado bien contra el aumento de impuestos, es buena causa la defensa del petróleo y de la economía popular. La organización es la única esperanza para hacer triunfar la resistencia pacífica que pudiera llevar a México a la democracia. Las otras alternativas son la sumisión o la violencia.
No es lo mismo, pero es igual
De acuerdo con la teoría económica, la inflación es la disminución del valor del dinero en relación a la cantidad de productos y servicios que se pueden comprar con ese dinero.
Para medirla se construye un indicador llamado “índice de precios” que debe incluir la totalidad de los precios de los productos y servicios que existen en la economía; es decir, los que la gente adquiere, mismos que van desde los productos que todos los ciudadanos “comunes” diariamente compran, como alimentos básicos o el uso del transporte público, hasta aquellos que los ciudadanos “no tan comunes” pueden adquirir, como son los diamantes, oro, aviones, caviar, etcétera.
Sin embargo, ya que es mucho más común que la gente compre alimentos en vez de diamantes, la importancia de la comida dentro del “índice de precios” debe ser mayor, que la de los diamantes, por ello, un aumento en el precio de los alimentos debe hacer crecer mucho más el “índice de precios” que un alza en el precio de los diamantes.
Esta situación se confirma con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), según los cuales las familias mexicanas gastan en promedio 30 por ciento de su ingreso en alimentos, 18 por ciento en transporte, 15 por ciento en educación (a pesar de que debe ser gratuita), 9 por ciento en vivienda y el 6 por ciento en vestido, 6.5 por ciento en enseres domésticos, 4 por ciento en salud y el restante en otros gastos.Leer más...
¿Adónde va México?
El jueves pasado participé en la presentación de una antología de artículos políticos de don Adrián Lajous Martínez, preparada por sus hijos para el Fondo de Cultura Económica. Transmito al lector algunos párrafos de mi intervención.
“Algunos de los nuevos superricos se han dedicado al consumo conspicuo. Sus hijos de entre 14 y 18 años están empeñados en demostrar la riqueza familiar. Desprecian a los ‘nacos’ y a los pelados. La actitud de algunos de ellos se revela en frases como: ‘los pobres, que se pudran’ ¿Qué podremos esperar de estos herederos plutocratitas cuando salgan de las universidades privadas, listos para gobernarnos?”
Años antes, en 1985, Lajous habló sobre las distancias entre los sueldos de los funcionarios y los salarios mínimos. Este apunte refería ya a una parte crucial del problema planteado sobre el futuro del país y el papel de su clase gobernante. “En México –informaba–, los secretarios de Estado ganan 59 veces más que las personas que reciben el salario mínimo. En Estados Unidos hay un grado mucho mayor de igualdad. El secretario que más gana es el secretario de Estado. El máximo que ese funcionario puede ganar es un múltiplo de once veces el salario mínimo de ese país”.
Poco más de 13 años han pasado desde que el autor se preguntara por el país y su futuro, así como por la forma que adoptaría el gobierno con una clase gobernante formada por ricos y riquillos. Esos muchachos que agredían a transeúntes en Tecamachalco y las Lomas forman filas ya en las oficinas gubernamentales o en los despachos donde se firman los contratos y se facilitan las compras de empresas, firmas, gasolinerías o ductos. Pero su lenguaje, si lo juzgamos por las políticas que propician y los problemas que soslayan, o de plano buscan ocultar, es el mismo que el autor reseñaba: los pobres, “que se pudran”.Leer más...
¿Cuándo van a empezar a cerrar empresas?
Aparecieron en el Diario Oficial dos acuerdos sucesivos, para cambiar las “tarifas para el suministro y venta de energía eléctrica”. Las fechas son 26 de diciembre de 2007 y 7 de enero de 2008; 12 días de diferencia. Y lo suficientemente complicadas, aplicadas sobre un esquema anterior también muy complicado, como para que los interesados y afectados ni siquiera sepan lo que está pasando, por lo menos hasta que les llegue el siguiente recibo. Y los que sigan.Leer más...
Sueños de campos de golf
Los maiceros son los perdedores netos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Más de 3 millones de productores de maíz, 85 por ciento de ellos campesinos, con parcelas menores de cinco hectáreas y rendimientos promedio de entre 2.5 y 5.6 toneladas por hectárea, son los responsables de la seguridad alimentaria de la población. A partir del pasado primero de enero se encuentran en el mercado abierto y deberán competir sin ninguna protección con los productores de maíz de Estados Unidos, con parcelas de 270 hectáreas y rendimientos de entre 8.6 y 10 toneladas por cada una en promedio, además de ventajas de clima, tecnología intensiva en capital y agroquímicos y mayores subsidios estatales.Leer más...
Las derechas en el poder
Si muchos no lo ven es sólo porque no quieren verlo, pero los hechos están a la vista: las derechas en el poder son desastrosas. Su espíritu oligárquico no les permite gobernar más que de un modo: favorecer los intereses de los dueños de la riqueza sacrificando los intereses populares y del conjunto de la nación. Las derechas tampoco saben gobernar sino abusando del poder. Entre más poder tienen, mejor se desempeñan. Las derechas priístas tenían un poder indisputado y daban la impresión de que sabían gobernar, pero nos llevaron durante treinta años de una tragedia a otra sin solución de continuidad. La derecha panista (o, ¿las derechas?) ha resultado todavía más incompetente para gobernar, sobre todo, porque ya no cuenta con ese poder omnímodo de que gozaban las priístas.Leer más...Bajo la Lupa
Detrás del ginocidio de Benazir: ¿el petróleo de Baluchistán?
Es nuestra hipótesis que detrás de la desintegración de Pakistán la banca israelí-anglosajona desarrolla una triple estrategia geoenergética: 1. Contener la salida de China (con la que comparte Pakistán una frontera de 523 kilómetros) al puerto de Gwadar (que por cierto financia) en la provincia de Baluchistán y en colindancia con el mar Arábigo para abastecerse del petróleo en el contiguo golfo Pérsico; 2. Impedir el proyecto del oleoducto Irán-Pakistán-India cuando Nueva Delhi se retractó de su acuerdo de aprovisionamiento de combustible nuclear con el régimen torturador bushiano, y 3. Controlar los pletóricos yacimientos energéticos de la provincia paquistaní de Baluchistán (frontera con Irán y Afganistán).
El feroz Michel Chossudovsky, profesor de economía en la Universidad de Ottawa (Global Research, 30/12/07), expone que detrás de la desestabilización programada de Pakistán (v. gr. el reporte del Consejo de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Energy Compass 2/3/05) subyace la captura de las “pletóricas reservas de petróleo y gas, ampliamente localizadas en la provincia de Baluchistán, así como los corredores de oleoductos considerados estratégicos por la alianza anglosajona, que requieren la concurrente militarización del territorio paquistaní”.Leer más...
Cuba, el campo y la autogestión
La minoría campesina (o rural) cubana es vital para alimentar a los consumidores urbanos y, por tanto, fundamental para asegurar la soldadura entre las ciudades y el campo e, igualmente, la soldadura política entre las generaciones más viejas –que fueron beneficiadas por la Revolución, y lo saben– y las más jóvenes –que lo fueron igualmente, pero subestiman los progresos realizados, los creen normales, y sobrestiman, en cambio, los problemas que aún deben ser superados–. Como no es posible mantener en el campo a todos los jóvenes rurales que buscan estudiar, y nuevos horizontes, ni es posible hacer retornar a quienes lo abandonaron y es urgentísimo elevar la producción de alimentos, no hay muchas opciones. Con la misma cantidad de campesinos, para producir más, hay que elevar la productividad por hectárea sin disponer de gran cantidad de mano de obra, como en Asia, para sacar provecho de la cooperación simple y hacer con la fuerza humana lo que deberían hacer las máquinas, ni de una masa importante de insumos (fertilizantes, maquinarias, semillas mejoradas, insecticidas, etcétera), como en los países de agricultura industrializada.Leer más...
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