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lunes, noviembre 19, 2007

presentacion proyecto alternativo para pemex ---19 nov 07---

PRESENTACIÓN DEL PROYECTO ALTERNATIVO PARA RESCATAR Y DESARROLLAR AL
SECTOR ENERGÉTICO Y CONVERTIR A MÉXICO EN UNA POTENCIA ENERGÉTICA, A CARGO
DE LOS SECRETARIOS DE PATRIMONIO NACIONAL, CLAUDIA SHEINBAUM; DE LA
HACIENDA PÚBLICA, MARIO DI COSTANZO, Y PARA LA HONESTIDAD Y AUSTERIDAD
REPUBLICANA, OCTAVIO ROMERO

Hoy hablamos de rescatar al sector energético porque desde 1983 los
gobiernos neoliberales lo han debilitado, descapitalizándolo y tomando
decisiones estratégicas contrarias a su desarrollo y creando un ambiente
propicio para su privatización y entrega al extranjero.

Esto lo han hecho fomentando la creciente dependencia de gas del exterior,
permitiendo que las reservas de crudo se reduzcan a niveles peligrosos
como no lo permite ninguna empresa petrolera del mundo, negándole a Pemex
los recursos para invertir en refinación y obligando a la reducción de
producción en las plantas petroquímicas.

La estrategia de debilitamiento del sector energético y en particular de
Pemex la han justificado los gobiernos, entre otros, con el argumento de
que no hay recursos presupuestales suficientes para mantener el alto nivel
de inversiones que este sector requiere. Esto es una falacia.

En primer lugar, porque los recursos para el gasto público destinado a
otros fines han ido en constante aumento, sobre todo en el gasto
burocrático. En segundo lugar, porque lo que se invierta en el sector
energético siempre se paga sólo.

Por eso nuestro proyecto alternativo contiene dos acciones profundas y
simultáneas, justificadas por la verdadera emergencia nacional que tenemos
para evitar la privatización de este sector bajo cualquier modalidad.

Es imprescindible, en primer lugar, corregir la expansión del gasto
corriente ocurrido en el sexenio pasado y mismo que continúa hoy, porque
es en parte este gasto lo que impide liberar recursos para invertir en el
petróleo.

El gasto total con el que comenzó el gobierno de Vicente Fox fue de 1,248
miles de millones de pesos (1.248 billones). Después de crecer cada año,
llegó en 2006 a 2.255 billones y para 2008 se aprobó por el Congreso un
gasto de 2.568 billones.

Dentro de este gasto, el corriente aumentó de 714 mil millones a 1.321
billones en 2006, es decir, casi se duplicó. Su aumento, de 607 mil
millones, se financió con excedentes petroleros por 404 mil millones.

Estos excedentes surgen cuando se planea el presupuesto con un precio del
petróleo y en la realidad resulta un precio mayor. Pero el gobierno ha
derrochado el excedente en gasto corriente, en lugar de invertirlo. El
gasto corriente aumentó en el sexenio pasado en 607 mil millones de pesos,
mientras que la inversión física directa sólo aumentó en 19 mil millones.
Por cada peso que aumentó la inversión, el gasto corriente aumentó 32
pesos.

Propuesta de reducción del gasto corriente

El rescate de nuestro petróleo, gas y electricidad merece cualquier
sacrificio. Nuestra propuesta es una reducción del gasto corriente, para
con ello realizar un aumento de la inversión, de tal manera que no
proponemos una simple reducción con consecuencia negativas para la
demanda, sino un mejor gasto.

El alto gasto corriente y el grave dispendio que el gobierno hace del
mismo, manteniendo una alta burocracia excesivamente costosa y con grandes
privilegios, nos permite asegurar que una fuerte reducción del gasto
corriente es posible y deseable.

No por cuantiosa la propuesta de reducción es utópica. México ha realizado
estas reducciones en muchas instancias en el pasado reciente. En los 80's,
el gasto se redujo en 2 puntos porcentuales del PIB; a principios de los
90's también se lograron 2 puntos; y a mediados de los 90's se tuvieron
logros similares. Pero, a diferencia de la reducción de gasto que han
hecho en el pasado los gobiernos neoliberales, basada en reducir el gasto
de inversión y obra pública, nosotros proponemos reducir el gasto
burocrático.

La regla que proponemos no toca los salarios de los empleados públicos,
aunque sí los de la alta burocracia. Tampoco creemos necesario reducir los
gastos sociales en educación y salud ni en programas de apoyo a sectores
desprotegidos. Pero sí proponemos reducir el gasto en los costos
operacionales.

Los gastos operacionales del sector público han registrado en el sexenio
pasado el incremento más fuerte, de 261 mil millones de pesos en los seis
años hasta 2006, para llegar a 487 mil millones. Este incremento ha sido a
pesar de que el gobierno no ha hecho nada nuevo en materia de obra pública
que justifique este aumento. Lo que sí ha ocurrido es el crecimiento de la
burocracia, de las compras de materiales que hace, de la corrupción en las
compras y de la duplicación de gastos.

Proponemos que este gasto operacional se ajuste a lo que debió haber sido
su crecimiento desde 2001 si se hubiera ajustado a una mínima norma de
eficiencia. Proponemos que su crecimiento a partir de 2001 debió haber
seguido una tasa de la mitad del crecimiento de la economía, mediante un
aumento sostenido de la productividad en el sector público.

Los ahorros que hoy tendríamos mediante la aplicación de esta regla serían
en todo el sexenio de 487 mil millones de pesos menos de lo que gastamos.
No hay justificación para argumentar pérdida de eficiencia en el sector
público, ya que si estamos preparados a realizar inversiones públicas por
un monto equivalente, habría dinero suficiente para mayor capacidad física
y mantenimiento de la misma, incluyendo equipos y materiales. Lo que no
habría sería dinero para dispendio, sobreprecios a contratistas o compras
innecesarias.

Podemos comprobar que el valor de ahorros que se hubiera obtenido sería
superior a la suma de excedentes petroleros por encima del presupuesto por
404 mil millones. Agregamos que aun en el año 2000, el aparato burocrático
era demasiado obeso y que era factible desde entonces efectuar una
reducción aún mayor que la que resultaría de la regla que proponemos.

Bajo esta norma, el gasto de 2006 sería 193 mil millones de pesos menos a
lo que fue. Como porcentaje del PIB, la reducción sería en promedio de
1.1% en los últimos seis años y de 2%, en 2006. Hay que recordar que en
ese año solamente, el excedente presupuestal petrolero fue de 105 mil
millones de pesos. Debemos recordar que el gasto corriente durante los
pasados 6 años aumentó de 13% al 14.4% del PIB, de tal manera que el
ajuste que proponemos no es irrealizable.

En julio pasado propusimos generar ahorros por 20 mil millones de pesos
para que no fuera necesario aumentar los impuestos a la gasolina y con
ello los precios y la inflación. Entre otros planteábamos ahorros por
reducción de salarios de la alta burocracia, así como privilegios.

Hoy la tarea es más urgente aún. Frente al argumento del gobierno espurio
de que no hay recursos para invertir en petróleo, gas y refinación y que
por lo tanto no queda otra más que vender Pemex, nuestro proyecto es
convocar a un esfuerzo de todos para obtener ahorros que a la larga nos
van a resultar en un sector energético mucho más fuerte y capaz de
impulsar el desarrollo de México, sin perder soberanía.

¿Qué debemos corregir en el sector energético?

Como ya lo mencionamos, los gobiernos neoliberales han aplicado en materia
de energía, políticas contrarias al interés nacional. En lugar de
mantenerla como fuente de empleo, competitividad y valor agregado
nacional, la han descapitalizado, desintegrado de la industria nacional y
relegado al papel de fuente de ingreso fiscal. Para ello han encarecido
sus productos y creado un enorme obstáculo a la competitividad nacional.

A mediados de los 80's, todavía éramos autosuficientes en gas y gasolina,
y la balanza comercial en petroquímicos era ligeramente superavitaria. Hoy
dependemos del exterior para:
el 40% de la gasolina,
el 25% del gas y
cuantiosas importaciones de petroquímicos que, junto con el gas y los
refinados, arrojan importaciones por 20 mil millones de dólares. Estamos
exportando materias primas e importando productos derivados, pero con un
valor agregado mucho mayor.

Hasta principios de los 80's la integración del sector energético era alta
y creciente, con gran desarrollo tecnológico y con efectos multiplicadores
y sinergias con los proveedores de la industria, desde fabricantes de
maquinaria hasta grandes firmas de ingeniería de diseño y construcción de
plantas. Hoy los proveedores nacionales han sido desplazados por
extranjeros al trasladar los pedidos a firmas del exterior, con la
consecuente pérdida de empleos, divisas y desarrollo tecnológico. Los
ingenieros graduados que antes iban a la industria, hoy van a trabajar
para las empresas extranjeras que Pemex subcontrata, pero en mucho menor
número.

Las empresas que forman parte de Pemex y del sector eléctrico han sido
descapitalizadas. Sus fuertes ingresos han sido capturados por el gobierno
para financiar el desmedido crecimiento del gasto corriente. Esto ha
ocurrido a pesar de que los precios que el gobierno impone para la
electricidad, el gas y los refinados son muy altos si se comparan con los
precios internacionales. Una consecuencia es que el gobierno ha sacado de
la competencia a muchas industrias privadas. Los consumidores también
sufren las consecuencias de estas políticas, por los altos precios que
tienen que pagar.

Requerimos de este esfuerzo presupuestal para comenzar a corregir los
grandes errores que nos llevan a la situación actual. Estos errores son

1. Una política de precios equivocada, que maximiza el ingreso fiscal en
el corto plazo, sin mirar hacia el mediano y largo plazo y a costa de las
posibilidades de la industria y de toda la economía. A diferencia de las
grandes empresas petroleras internacionales, que están integradas y
maximizan el valor agregado total, Pemex aplicó precios internos entre sus
diferentes subsidiarias que lo han llevado a cerrar y descapitalizar áreas
completas de negocios que deberían no sólo ser rentables, sino ser un
eslabón de apoyo para la industria usuaria de sus productos. A su vez, los
precios que cobra a sus clientes nacionales han hecho que el sector
privado también haya cerrado y dejado de invertir en muchas áreas de la
petroquímica.
2. La falta de inversión en todas las áreas de Pemex, desde la exploración
de crudo y producción de gas, refinación y petroquímica. Ello nos ha
convertido en deficitario en gasolina y gas, y contribuido a los altos
precios del gas, pues lo tenemos que importar de Estados Unidos, un país
de precios altos y que a su vez es deficitario en gas. Estos precios altos
tienen graves consecuencias para la industria nacional y para sus planes
de expansión en México.
3. La intención de los gobiernos neoliberales de privatizar la industria.
La falta de inversión ha sido ante todo una decisión de los gobiernos
desde Miguel de la Madrid hasta Calderón, y servido como pretexto para
argumentar que no producimos lo suficiente porque no hay inversión y que
debemos cambiar la Constitución para permitir que el sector privado haga
esas inversiones. Esa política no se maneja de frente a la nación, sino se
aplica en un bajo perfil, pero cada día que pasa hace más débil a Pemex y
a la CFE. Aparte de que no estamos de acuerdo con la desnacionalización de
la industria, es imperdonable manejar la falacia de que los mexicanos no
somos capaces de administrar bien la industria o de aplicar la tecnología
que se requiere.
4. La decisión de usar gas natural en todo el crecimiento de la industria
eléctrica, ha sido a todas luces una política equivocada. Aunado a la
falta de inversión para producir gas, ha resultado en precios muy altos.
El gobierno desechó las alternativas de usar derivados del petróleo crudo,
abundantes y de difícil comercialización externa, en lugar de gas. De
hacerlo se reducirían tanto el costo de la electricidad como el de las
importaciones de gas. Existe la tecnología para usar estos combustibles
sin causar deterioro del medio ambiente. La decisión de seguir usando gas
natural es totalmente irracional.
5. El cambio en las modalidades de licitación en Pemex y la industria
eléctrica han favorecido a los proveedores extranjeros, desplazando a los
nacionales. En particular, el financiamiento vía Pidiregas, encarece el
costo directo y el costo financiero de las inversiones y discrimina contra
los proveedores nacionales, especialmente los medianos y pequeños. La
consecuencia de esto es una creciente dependencia de proveedores
extranjeros, con la consiguiente pérdida de empleos y divisas.
6. La división de Pemex en empresas subsidiarias independientes aumentó el
costo y la complejidad administrativa de la empresa. Más importante aun,
la política de precios de transferencia entre estas empresas ha sido tan
irracional para ser empresas de un mismo dueño, que ha acabado con
procesos industriales completos sobre los cuales ya teníamos un gran
avance como productores.
7. La falta de control del gasto corriente del gobierno ha reducido aún
más las posibilidades de invertir en el sector energético. Así, hoy
tenemos la paradoja de que con precios históricamente altos del crudo,
cuando la empresa de mayores utilidades en el mundo es una empresa
petrolera, el sector petrolero mexicano está descapitalizado.

Estamos en uno de los momentos más críticos para la nación y convocamos a
todos a reflexionar y a unirnos en el proyecto alternativo de rescate del
sector energético. El Gobierno espurio ha emprendido una campaña para
desacreditar a Pemex, diciendo que pierde dinero y que no tiene ni
recursos ni tecnología para las tareas que enfrenta. Esto es un mito.
Pemex genera un gran superávit antes de impuestos, de casi 60 mil millones
de dólares o más del 6% del PIB. Es la empresa más rentable del país y la
segunda petrolera con mayor flujo de efectivo del mundo. Los impuestos que
pagó el año pasado fueron 60 mil millones de dólares, equivalentes a 38%
del ingreso del gobierno federal y a más de 3 veces lo todas las empresas
privadas del país pagaron de impuesto sobre la renta. Si Pemex no invierte
lo suficiente es porque el gobierno se lo confisca todo. En cuanto a la
tecnología, ésta se puede contratar, pero más importante aun es que
tenemos los técnicos mexicanos para asimilarla y desarrollarla, tal como
se hizo desde 1938 hasta principios de los 80's. Contra todos los
pronósticos de las compañías extranjeras, Pemex en 1938 salió adelante en
sus operaciones, como lo va a lograr hoy, con 70 años de experiencia de
nuestros técnicos. Sólo los tecnócratas acomplejados y vende patrias
pueden argumentar que hoy Pemex no puede y que el sector privado es el
único salvador.

¿Cómo podemos lograr el fortalecimiento energético?

1. Ante todo es imperativo cobrar conciencia de nuestra identidad
nacional. No queremos ir hacia atrás en la historia de México y vender
patrimonio nacional al extranjero, como lo hizo Santa Anna, a quien las
ventas de territorio ni siquiera le alcanzaron para financiar su gasto
corriente. Así tampoco la venta de Pemex sería suficiente para cubrir el
gasto corriente del gobierno.
2. Reducir el tamaño y el gasto corriente del gobierno para obtener
ahorros por 200 mil millones de pesos en una primera instancia y a partir
de ahí someter el gasto corriente operacional a una regla de eficiencia
que limite su crecimiento a la mitad de lo que crece la economía. Esto es
condición indispensable para redimensionar el tamaño del gobierno a
nuestras circunstancias y necesidades y ganar credibilidad frente a la
sociedad.
3. Rescatar el carácter integral de Pemex, fusionando sus diferentes
empresas subsidiarias en una sola, eliminando gastos redundantes y
permitiendo una toma de decisiones racional sobre su gestión y sus precios
internos de transferencia. Al reducir el gasto del gobierno, se
facilitaría el financiamiento para un ambicioso programa de inversión en
todo el sector energético, pero en particular en Pemex.
4. Determinar que todo el excedente presupuestal petrolero, por encima del
precio promedio de 2006 sea invertido en el desarrollo del sector
energético. Para tener una idea del potencial de esta medida, si se
mantuviera el precio de hoy por un año, este excedente sería de 200 mil
millones de pesos. La inversión requerida para satisfacer las necesidades
de gasolina del país es de 110 mil millones. Con 6 meses que se mantengan
los precios actuales se financiaría esta capacidad de refinación,
reduciendo las importaciones de gasolina en el rango de 80 mil millones de
pesos por año.
5. Utilizar el aumento de recursos para Pemex para invertir en proyectos
urgentes, en particular en la producción de crudo en campos existentes,
principalmente en las aguas someras, en donde tenemos cuando menos 15 mil
millones de barriles de reservas. Un esfuerzo sostenido en estos campos a
lo largo de varios años nos daría eventualmente la capacidad tecnológica y
la capacidad de negociación en la compra de la tecnología que fuera
necesario adquirir afuera, para emprender exploración y producción en
mayores profundidades. A la exploración de nuevos campos podemos dedicar
30 mil millones de pesos y al desarrollo de yacimientos de gas natural 20
mil millones. La construcción de refinerías, la modernización y ampliación
de plantas petroquímicas y el aumento de gastos de mantenimiento por 20
mil millones de pesos caben perfectamente en un presupuesto de 20 mil
millones de dólares que sería el recorte de gasto que proponemos, sin
considerar los excedentes petroleros en los precios que actualmente tiene.
La diferencia entre un sector energético realmente fuerte, que
reconstituya importantes cadenas industriales de oferta y demanda y nos
haga competitivos en precios son estas acciones que demandan de una gran
disciplina presupuestal y de un gobierno nacionalista y preocupado por
engrandecer a México.
6. Cambiar la forma de contratación de los proyectos de inversión de
Pemex. El Instituto Mexicano del Petróleo debe volver a jugar un papel
importante en el desarrollo de tecnología y proveedores nacionales. Los
proyectos se deben asignar a los proveedores de menor costo y mayor
calidad y no sólo a los que pueden obtener financiamiento. Se debe
prescindir de los Pidiregas para nuevos proyectos y en su lugar utilizar
deuda directa, cuando sea necesaria.
7. Comenzar a prepagar el saldo de Pidiregas. El prepago se puede
financiar con emisión de bonos en los mercados internacionales, lo que
generaría ahorros de cuando menos mil millones de dólares anuales tan sólo
en intereses. O bien el prepago lo lograríamos, si el gobierno adquiere
reservas internacionales del Banco de México, logrando un ahorro en el
costo de servicio de la deuda hasta de 2 mil millones de dólares en la
contabilidad consolidada del sector público. La señal que debemos dar al
mundo es que la deuda de Pemex es una deuda de la Nación.
8. Cambiar el sistema de precios de Pemex y de la CFE. Al interior del
sector energético debemos aprovechar al máximo la infraestructura
existente. Hacia fuera del sector, debemos reducir los precios con una
referencia nacional que refleje los costos sin quitarle competitividad a
la industria. Esto daría certidumbre a la industria nacional, lo que
tendría enormes beneficios.
9. Impulsar el desarrollo científico y tecnológico en materia energética,
tanto de hidrocarburos como de fuentes renovables.

De aplicarse esta propuesta, tendríamos ahorros directos de divisas para
el sector público de 10 mil millones de dólares por año, en menores
importaciones de gasolina y gas. Estos se complementarían con ahorros
importantes en las importaciones del sector privado.

Como muchos de esos productos se fabricarían en México, se crearían
empleos directos y, adicionalmente, los proveedores del sector energético
tendrían un ciclo de alta inversión y crecimiento. La industria nacional
sería más competitiva por los menores precios de los insumos energéticos y
el crecimiento económico sería mayor.

Estas medidas son necesarias y urgentes. El no actuar inmediatamente nos
puede poner en situaciones muy difíciles y comprometer la soberanía
nacional, como varias veces ocurrió en los dos siglos pasados.

Más aun, si no se fortalece al sector energético, corremos el riesgo
adicional de un grave deterioro en las condiciones de oferta de
energéticos internacionales y graves tensiones geopolíticas entre
consumidores y productores, como las que hoy vemos en el medio oriente.
Ningún mexicano patriota quiere poner a México en una grave situación de
dependencia del extranjero en materia energética.

Calderón nos va a salir con que la única salida para una crisis energética
y financiera es vender nuestra industria energética. Esto sería
irresponsable y antipatriota, pero no obstante, sería consistente con lo
que han hecho los últimos gobiernos desde principios de los 80's. Es
responsabilidad de todos los mexicanos impulsar políticas que potencien al
sector energético y oponerse, a toda costa, a la privatización del sector,
último gran patrimonio de los mexicanos.


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