REFORMA. Juan E. Pardinas La patria y la mazorca | |
Cada cultura y país del mundo tiene en su gastronomía una versión autóctona de la tortilla, un alimento rico en carbohidratos, que es base de la alimentación y símbolo de identidad nacional. Los italianos tienen la pasta, el francés prototípico desayuna con su baguette y en India acompañan los tres alimentos con una prima hermana de la tortilla que llaman roti. En Japón, el arroz tiene tal nivel de penetración cultural que su influencia transformó el idioma: la palabra japonesa para desayuno es arroz de mañana, almuerzo es arroz de mediodía y cena arroz de la noche. Junto con el himno y la bandera, hay alimentos que se vuelven referentes de la patria. Este sentimiento nacionalista sufre de indigestión cuando el ciudadano nipón se entera que su sushi está hecho con arroz de Malasia o que el espagueti que se sirve en Roma tiene trigo de Australia. El patriotismo gastronómico se convierte en un tema mucho más delicado cuando millones de personas se ganan la vida en el cultivo del ingrediente básico del alimento nacional. En México, cerca de 2 millones de personas viven del cultivo del maíz. La baja productividad del campo tiene condenados a la pobreza a la enorme mayoría de nuestros agricultores. Mientras en Estados Unidos se producen en promedio 9 toneladas de maíz por hectárea, en México apenas se producen 2.5. En los últimos meses, los productores del grano han recibido buenas noticias. Como consecuencia de un aumento de la demanda global de maíz, el precio de su cosecha se ha elevado notablemente. El incremento del valor por tonelada ha provocado una emergencia nacional. Los tiempos favorables para los productores y acaparadores del grano representan malas noticias para las decenas de millones de consumidores. Con el objetivo de frenar el alza de precios, el gobierno decidió aumentar la importación del grano básico. Como otros países tienen mejores niveles de productividad, sus costos de producción y precios de venta son mucho más bajos. En política pública no hay decisiones sencillas. Para encontrar una solución, el gobierno tenía un menú con tres opciones difíciles: darles un fregadazo a los contribuyentes al aprobar subsidios pagados con sus impuestos, pegarles a los consumidores con precios altos o golpear a productores y especuladores con nuevas importaciones. La apuesta de traer maíz extranjero lastimará a un grupo importante de campesinos, pero protegerá los bolsillos de la enorme mayoría de los mexicanos. El peor enemigo de los agricultores nacionales no es el libre comercio, sino la negligencia de la burocracia. El gobierno federal gasta al año cerca de 600 pesos per cápita en apoyos al campo. La gran mayoría de estos subsidios no llegan a las manos de los campesinos que más lo necesitan. Según datos de la propia Sagarpa, del dinero que se gasta en el programa Alianza para el Campo sólo el 8 por ciento llega a las zonas más marginadas del país. El 4 por ciento de los agricultores más ricos recibe el 12 por ciento de los subsidios totales. En una encuesta realizada a los beneficiarios del programa, 4 de cada 10 entrevistados afirmaron que ellos hubieran realizado las inversiones necesarias con su propio dinero, en caso de no haber recibido el subsidio. En pocas palabras, el gobierno entregó dinero público a quien no lo necesitaba. Aún hay más. La mitad de los apoyos no se aprovecharon en fomentar innovaciones técnicas para incrementar la productividad. Para que un subsidio funcione debe ser transparente, temporal y tener una meta muy clara. El dinero que se gasta a lo bruto en el campo mexicano, no parece tener el objetivo de fomentar la competitividad de nuestros agricultores. Es probable que en las próximas semanas tus tacos al pastor tendrán maíz de Sudáfrica o Estados Unidos. Que no se te indigeste el platillo, ni se te abolle el orgullo nacional, no hay que confundir al carbohidrato con la patria. La verdadera vergüenza es que nuestros burócratas agrícolas desperdician tiempo, dinero y oportunidades para modernizar el campo mexicano. |
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domingo, enero 14, 2007
LOS CARBOHIDRATOS .
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 10:26 p.m.
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