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domingo, mayo 21, 2006

HAY QUE TENER MIEDO DE UN CANDIDATO INFLADO.

Benedicto Ruiz Vargas escribe:

Calderón, un candidato inflado.

Benedicto Ruiz Vargas.

Hay muchas evidencias de que el ascenso en las preferencias electorales que registran algunas encuestas del candidato panista Felipe Calderón, se debe a la campaña de miedo impulsada por la dirigencia de ese partido, a los gastos enormes que ha realizado en propaganda negativa, apoyada por el Gobierno federal, específicamente por el presidente Vicente Fox y por las cúpulas empresariales y en especial por las televisoras mexicanas que se han alineado, hoy por hoy, con el PAN.

Esta propaganda negativa impulsora del miedo en algunos sectores de la sociedad, hizo que algunos votantes se movieran rechazando la opción de Andrés Manuel López Obrador.Sin embargo, a pesar de este relativo ascenso, el dato más notable que refleja la información de los últimos días es que Felipe Calderón sigue siendo un candidato que no logra convencer y que no logra construir una base social y política sólida.

Su ascenso está sostenido en la confusión provocada por una campaña mediática, difusora de prejuicios y mentiras, pero no en la convicción de que Calderón representa la mejor opción electoral y de gobierno.Calderón, como antes lo fue Fox, es un candidato prefabricado, un producto moldeado por la publicidad y los mercadólogos, que repite eslogans y frases efectistas, recita fórmulas programáticas como un escolar recita su tarea frente al profesor, actúa frente a las cámaras de la televisión y, sobre todas las cosas, centra su campaña en un ataque sistemático a su oponente inmediato como es López Obrador.

Todo eso hace siguiendo las reglas de la mercadotecnia y la publicidad de masas, pero en esencia Calderón es un candidato débil y mediocre, como también lo fue en su momento Vicente Fox.

La fuerza de Calderón, entonces, no radica en su propuesta para gobernar, ni tampoco en sus cualidades o en su experiencia como político o funcionario público (donde hay muy pocas cosas qué destacar); radica en su búsqueda por capitalizar y construir un clima de temor que propicie que una franja de votantes, los más inestables e indecisos, rechacen la opción que representa López Obrador.

“Voten por mí no porque sea la mejor opción, sino para rechazar las otras que representan un peligro”, es la consigna central de la campaña panista, de Fox, de las cúpulas empresariales y de otros grupos de poder en México.

Para hacer viable y posible esta alternativa había que inflar a Calderón, ponerlo en la punta de las encuestas (manipularlas y usarlas como propaganda política), rodearlo de una atmósfera de triunfo y crear la sensación mediática de un vuelco en las preferencias electorales, sin dejar de atizar el fuego y la campaña del miedo entre la población.

Había que colocarlo como el ganador del debate por televisión y sofocar la imagen de AMLO, mover todas las piezas del poder (económico y político) para sostenerlo en vilo, arroparlo desde la presidencia y con el poder persuasivo de la televisión.

Todo ese esfuerzo ha dado resultados (no obstante que el PAN empeñó sus principios), pero con todo y eso la elección está lejos de haberse definido. Es decir, a pesar de este esfuerzo gigantesco Calderón sigue siendo un candidato débil y mediocre, con una base electoral endeble e incierta, caminando en una ruta en la que parece que la campaña del miedo empieza a agotarse y con el peligro latente de revertirse contra sus promotores.

La puntilla de este proceso la ha dado el conflicto en Atenco y la brutal represión que sufrieron sus pobladores, pero sobre todo el fallido intento de Calderón, de la dirigencia del PAN y de Fox, de ligar los hechos de violencia con la candidatura de AMLO.

Pero si bien la campaña del miedo empieza a agotarse y a mostrar signos de reversión, el PAN y los núcleos de poder que lo apoyan no tienen otra estrategia, un camino distinto para conseguir votos. Por lo tanto, es casi seguro que Calderón, su partido y sus aliados, continuarán con la misma campaña del miedo, intensificándola, llevándola hasta sus extremos, lindando con actitudes fascistas, alentando la violencia y todos aquellos hechos que puedan ser vinculados con la alternativa que representa López Obrador.

De ese tamaño es su miedo, de ese tamaño es su irresponsabilidad y su falta de principios políticos.Una estrategia parecida le dio resultados al PRI en 1994, cuando infundió el miedo frente a la candidatura de Cárdenas y el levantamiento armado de los zapatistas en Chiapas. Hoy sigue dando resultados al PAN, pero ahora sus alcances son más inciertos y al mismo tiempo son más peligrosos.

Son más inciertos porque si bien la campaña del miedo le resta votos a AMLO en algunos grupos, también los refuerza en otros, fortaleciendo actitudes que rechazan y se oponen a la descarada campaña sucia del panismo y la beligerancia del presidente Fox. También son inciertos porque más allá de la estrategia del miedo, el PAN o Calderón no tienen más qué proponer.

De cualquier manera, como producto de la campaña sucia del PAN y de sus visiones retrógradas la elección se colocó ya en un punto definitorio: o gana el voto del miedo o bien gana el voto que se opone y rechaza la campaña que promueve el miedo.

Ya no es un voto a favor o en contra de AMLO, ahora es, o puede ser, un voto para oponerse a un grupo político y a un partido (el PAN) que de manera irresponsable y peligrosa está tensando la cuerda y polarizando los sentimientos políticos en el País. Hay que tener miedo de un candidato inflado.

Correo electrónico: benedicto@tij.uia.mx
El autor es analista político e investigador de la UIA Tijuana.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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