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martes, enero 15, 2008

Ley laboral fascista que acaba con las conquistas de abuelos y padres

1. El fascismo es la imposición sutil, particularmente violenta de los intereses del capital contra los trabajadores. Se valen de él los grandes empresarios y los gobiernos de derecha (como el PAN y el PRI mexicanos) para acabar con las conquistas que abuelos y padres lograron con sacrificios y muertes con el fin de conseguir una sociedad justa y equitativa. Los fascistas “no tienen corazón ni piedad” como muchos piensan. Siempre ponen en primer lugar el interés económico y de poder para someter a los trabajadores y a los luchadores sociales. Los gobiernos mexicanos no han sido abiertamente fascistas, aunque en muchas ocasiones usan sus métodos para acallar la lucha social, como sucede hoy contra los mineros de Cananea y hace un tiempo contra los profesores y la APPO oaxaqueña, los campesinos de Atenco, los de la CNTE y el EZLN en Chiapas. Lo que busca el fascismo es acabar de raíz con el movimiento social, en particular de izquierda.

2. Durante el sexenio del presidente hablantín y corrupto, Vicente Fox (2000/06), se hizo todo para echar a la basura el artículo 123 constitucional o Ley del Trabajo promulgada en 1917 como resultado de la revolución mexicana que, aunque revolución burguesa, permitió inscribir una orientación muy avanzada en su tiempo. En la Ley Federal del Trabajo se mantuvo casi incólume hasta 1982, la jornada de ocho horas, el salario mínimo suficiente, las horas de trabajo extraordinario, el trabajo nocturno, los derechos de las mujeres trabajadoras, las vacaciones, las horas de descanso, la contratación colectiva, la organización sindical, el derecho de huelga, etcétera, etcétera. A pesar de la CTM y demás organizaciones obreras al servicio de los gobiernos, éstos (surgidos del PRI) cuidaban la relación con los sindicatos para tenerlos a su servicio. Prevaleció el corporativismo, pero las reivindicaciones obreras se mantuvieron.

3. Aunque los obreros nunca dejaron de ser explotados en cada país por un puñado de grandes empresarios, porque por ley el sistema capitalista garantiza el respeto a la propiedad privada y a la acumulación de capital, los obreros mexicanos desde 1917 hasta 1982 gozaron de una serie de prestaciones que “humanizaban” un poquito el trabajo. El derecho a descansos y vacaciones así como respeto a los accidentes de trabajo, a los pagos extras; el derecho al seguro médico y de pensión en el IMSS, de aguinaldo e incluso a repartición de utilidades, eran incentivos importantes. Ahora los capataces y contadores (que hacen funciones de policías y orejas que se encargan de mantener una estrecha vigilancia sobre los trabajadores, de reportarlos y contabilizar sus horas de trabajo) están cumpliendo una tarea indispensable para el patrón. El gobierno busca que el empresario no gaste en capacitación, prestaciones y derechos conquistados.

4. A partir de 1982, con la imposición por la Thatcher y Reagan del neoliberalismo y los programas privatizadores en gran parte del mundo, México tuvo que someterse a los designios del FMI, BM, OMC y todos los organismos económicos internacionales dominados por los EEUU. Mediante la firma de la llamada “Carta de Intención” se impulsaba la apertura comercial y se permitía la supervisión de la economía mexicana por organismos internacionales. Podría decirse que desde entonces pasamos de ser socios o aliados a simples esclavos o títeres del gobierno yanqui. México ya no podría escapar de ese compromiso y tendría que abrir de par en par sus puertas para todo tipo de capitales y negocios. Once años después vendría la entrega total con la firma de TLCAN. El Estado mexicano, poseedor de más de mil 500 empresas que le daban fuerza para solucionar problemas, tuvo que venderlas hasta quedar sin nada.

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