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domingo, octubre 21, 2007

DEL PROCESO DE ESTA SEMANA

El Proceso de esta semana se queja de que Fox los tilda de basura, y aprovechan para ponerlo como camote:

El insulto como arma
J. Jesús Esquivel

Aunque hace apenas dos años el presidente Vicente Fox felicitaba al “muy profesional equipo de Proceso” por su “libertad e independencia editorial” al hacer “un periodismo sin concesiones”, ahora monta en ira cada vez que, en cualquier lugar del mundo, algún periodista le menciona al semanario. Y es que, dice, esta “revistucha” sólo publica “mentiras” sobre la riqueza acumulada por él, por su esposa Marta y por los hermanos Bribiesca…

WASHINGTON.- “Periodicucho”, “revistucha”, “pasquín de basurero”, “buena para nada”, “agresiva” y “sin remedio”, son algunos de los calificativos que Vicente Fox utiliza ahora públicamente para referirse a Proceso.

Ante la sola mención de este semanario –que ha publicado información sobre sus bienes, los de Marta Sahagún y de los hermanos Bribiesca–, Fox se irrita, explota o, por lo menos, emite claros signos de incomodidad, como un día de febrero pasado, cuando, en el Centro Kennedy de Washington, lo abordó este corresponsal (Proceso 1581). “Es una revista muy fuerte de oposición en México –comentó–, es una revista agresiva de una manera muy personal contra Marta y contra mi persona”.

Acompañado de su esposa, debutaba allí en el papel de conferencista internacional, al que siguió el de predicador de la superación personal y luego, en la actualidad, el de escritor. En todos estos roles, el expresidente no ha dejado de pregonar que él fue una especie de paladín de la democracia mexicana y un mandatario tolerante, y que le abrió las puertas a la libertad de expresión después de siete décadas de hegemonía priista. Pero él mismo se ha encargado de destruir esta imagen en su relación con los periodistas.

Por ejemplo, el lunes 23 de abril en la ciudad de Estrasburgo, al salir de la oficina del líder socialista Martin Schultz, Fox se topó con un grupo de reporteros mexicanos en su camino a la cafetería del Parlamento Europeo.

–Señor Fox, nos van a correr si no nos dice nada. Va a tener que cargar en su conciencia con más desempleados –le comentó en broma uno de los reporteros.

–¿Ni siquiera a Notimex le va a hablar? –preguntó otro.

–Mañana los atiendo –contestó Fox.

–¿Incluso a Proceso? –le preguntó Marco Appel, corresponsal de este semanario en Bruselas .

Y entonces Fox se detuvo para señalar:

–¿Tú eres Proceso (sic)? ¡Uh, que la canción! No… pues salúdame a tu patrón allá, por favor...

–¿Se refiere a (Julio) Scherer?

–A todos, mándales mis más gratos recuerdos…

–¿No lo hemos tratado bien en Bruselas? –inquirió a su vez el corresponsal del diario Reforma en Estrasburgo.

–Entre Reforma y Proceso, ahí se la llevan –contestó Fox mientras seguía caminando.

–Hacemos sólo nuestro trabajo –le recordó el corresponsal de Proceso.

–¿Trabajo? ¡Destrozar no es trabajo! –replicó molesto.

–No lo destrozamos…

–Tú no, tu revista sí.

–La revista la hacemos personas…

–Malas personas. No tienen remedio. Me eché seis años igual: ¡Proceso no tiene remedio!

Tres días después de este incidente, en la Universidad Católica de Harding, en Searcy, Arkansas, donde ofreció una conferencia sobre democracia y la relación entre México y Estados Unidos, Fox arremetió nuevamente contra este semanario al detenerse a saludar a un pequeño grupo de mexicanos.

–¡Somos de Guanajuato! –gritó uno de ellos.

–¡Ah, son paisanos! ¿Ya los viste, Marta? –dijo Fox a su mujer.

Y se puso a platicar con ellos sobre “lo bonito que son los encinos en Guanajuato”… En ese momento, el corresponsal en Washington se le acercó. Marta Sahagún se percató de ello y jaló al expresidente del brazo. Éste volteó a ver al reportero y fue cuando soltó:

–No voy a responder a tus preguntas. Proceso sólo está jodiendo.

–Señor expresidente, sólo quiero ver si me puede dar una entrevista –le aclaró el corresponsal.

–Primero habla con tu patrón –respondió Fox endureciendo el tono.

–¿A quién se refiere? ¿A don Julio Scherer?

–Ese está muy viejo, me refiero a tu director, a Rafael (Rodríguez Castañeda). Dile que me deje de jorobar.

–Yo sólo quiero la entrevista…

–A la próxima te la doy a ti, pero aquí en Estados Unidos, y sólo si me dejan de fregar.

Marta Sahagún volvió a jalarlo del brazo y ambos –rodeados de guardias de seguridad de la Universidad de Harding– abordaron una camioneta Cheyenne que los alejó del lugar.

La ostentación en “Quién”

El 14 de septiembre pasado, la revista Quién publicó el reportaje titulado Los Fox, su vida después de Los Pinos, donde marido y mujer posaron para la revista haciendo gala de las costosas remodelaciones que hicieron al rancho de San Cristóbal. El texto –que fue recogido por Proceso en la portada de su edición 1611 con el título Lo que la Presidencia nos dejó…– ocasionó irritación ciudadana por la ostentación del lugar, mientras la mayoría de los mexicanos se debaten en la pobreza. El propio Congreso de la Unión decidió entonces investigar la riqueza de los Fox.

La indagatoria legislativa se produce justamente cuando Fox y Marta Sahagún recorren varias ciudades de Estados Unidos para promover el libro La revolución de la esperanza, de la autoría del expresidente y de Rob Allyn.

La gira de Fox como escritor comenzó el lunes 8 de octubre en Nueva York. Y ese mismo día reanudó sus ataques a Proceso. Durante una entrevista con la agencia de noticias estadunidense Associated Press (AP), Fox llamó “patán” al senador perredista Ricardo Monreal, quien lo denunció penalmente por enriquecimiento ilícito ante la Procuraduría General de la Republica, y calificó de “mentiras” la información que ha publicado Proceso sobre sus bienes.

Fox rechazó allí la acusación de enriquecimiento ilícito y afirmó que los cargos que le imputan son “una venganza sin sustento alguno”. Luego de decir que este semanario es un “periodicucho”, preguntó: “¿Qué les duele, qué problema tienen, quién les paga? Lo desconozco. Pero está totalmente descalificado Proceso para hacer lo que hizo, porque no ha dicho más que mentiras”, declaró en la entrevista con AP.

El jueves 11, Vicente Fox reapareció en Washington para seguir promoviendo su volumen, y en una librería del centro de la ciudad, acompañado de su esposa Marta, autografió alrededor de 200 ejemplares.

Este reportero hizo fila en espera de que el expresidente le autografiara un ejemplar de La revolución de la esperanza, y cuando le tocó su turno, pidió al autor personalizar el autógrafo. Fox entonces levantó la vista y dijo:

–Para Proceso no, con todo lo que han escrito.

–Para mí y para Proceso –aclaró el reportero.

–No, para Proceso no; para ti sí, pero no para Proceso. No deberías trabajar ahí, no te conviene…

–La última vez que lo vi, en Little Rock (Arkansas), me dijo que la próxima vez que nos viéramos en Estados Unidos usted me daría una entrevista –le recordó el corresponsal.

–No una entrevista a Proceso… ¡Imagínate! Con todo lo que escriben…Yo debería escribir en Proceso para que ganen dinero…

Aunque, por lo visto, Vicente Fox ya no recuerda que, hace apenas dos años, con motivo del 29 aniversario de Proceso, había afirmado todo lo contrario.

El 6 de noviembre de 2005, en una elegante tarjeta encabezada por el águila mocha de su Escudo Nacional, el primer mandatario de la nación expresaba al director de este semanario, Rafael Rodríguez Castañeda:

“La libertad y la independencia editorial que Proceso ha defendido a lo largo de este tiempo hoy celebran 29 años. Por este motivo, me es muy grato felicitarle y hacerle llegar un sincero abrazo.

“A usted y a todos quienes forman parte del muy profesional equipo de Proceso, mi reconocimiento y mi invitación a que sigan brindándonos, semana a semana, una revista, como bien lo señalan, de periodismo sin concesiones.”

Firmaba la misiva Vicente Fox Quesada en calidad de presidente de la República.

Rumbo y Telemundo

A mediados del presente mes de octubre, en Houston, Texas, Vicente Fox concedió una entrevista al reportero Rodrigo Paris, del semanario Rumbo, y cuando surgió el tema de sus bienes y la corrupción en su gobierno, el guanajuatense montó en ira contra Proceso e inclusive personalizó las críticas:

“Estoy viendo para adelante. Entonces dejo que aquellos se hagan bolas allá atrás, que sigan con sus calumnias, sus mentiras, sus engaños. Al final nadie se las va a creer. Al final, la verdad va a salir a flote. Esa revistucha de Proceso es una revista buena para nada, más que para provocar escándalos, para hacer calumnias. El señor Scherer francamente no merece ni siquiera mi consideración. Es un pasquín de basurero, porque en Proceso se empeñan cada ocho días en estar con los mismos refritos, las mismas historias tontas y equivocadas. Yo fui el primer presidente de la República que hizo público su patrimonio, que está en el internet, y ustedes lo pueden ver ahí en www.centrofox.org.mx. Ahí está lo que tengo, ahí está lo que he tenido de ingreso y lo que he tenido de gasto. Soy transparente, rindo cuentas y no me preocupan estas tonterías.”

Luego, en Los Ángeles, California, concedió una entrevista a Rubén González Luengas, conductor y reportero de la estación local de la cadena de televisión en español Telemundo.

González Luengas comenzó su entrevista cuestionando a Fox sobre las contradicciones contenidas en La revolución de la esperanza, en relación con los hechos políticos, económicos y sociales que vivieron los mexicanos durante su presidencia. Pero la última pregunta de González Luengas ocasionó que el presunto buen jinete del Bajío perdiera los estribos…

–Fíjese que me están diciendo que me quedan… ¿dos preguntas? ¿Ya no puedo… ya no puedo… ya no puedo hacerle…? –inquiere González Luengas.

–¡Dale, dale, sí, échale! Una más…

–concede el de Guanajuato.

–Una más… bueno… entonces… No sé cuál escoger, si la de Guillermo Ortiz o ésta –dice González Luengas mostrando al expresidente unos documentos–, pero yo creo que escojo ésta porque es el tema que está ahorita… Mire, no solamente ha sido la revista Proceso, y lo digo con la mejor intención… Yo leo estos libros, y digo: Si esto... –no alcanza a terminar su frase el reportero que, en ese momento, levanta un ejemplar del libro La familia presidencial, escrito por Anabel Hernández y Arelí Quintero, a la vez que coloca sobre sus rodillas un ejemplar de Proceso.

Fox lo interrumpe:

–Préstame mi libro, también para mostrarlo siquiera…

–A ver, aquí está…

–Porque si no, nada más te estás llevando tú el rating y yo nada –comenta Fox.

–No, no, no… Yo siempre trato...

–¡Échale, échale, dale, dale! –reitera ansioso Fox.

–No sólo la revista Proceso… –trata de aclarar González Luengas cuando un asistente de Fox intenta acabar con la entrevista, aunque el expresidente se opone.

–¡No, déjalo, déjalo…! ¡Dale…! ¡Vamos…! Porque, si no, luego esto queda corto y me andan criticando que no les hago caso. ¡Adelante! –reta Fox.

Pero cuando al fin González Luengas puede formular su pregunta, pidiendo al exmandatario aclarar el origen de sus bienes y los de su esposa, Fox sonríe, se mueve en su asiento, se moja los labios, manotea, toca al entrevistador y hasta reformula las preguntas para insistir en que los cargos que le achacan son “mentiras” y “basura” publicadas en Proceso y en el libro de Hernández y Quintero.

–Lo que tengo ahí está (en sus declaraciones patrimoniales en el Centro Fox), y si no, te tendría que llamar yo un mentiroso, un calumniador, ¡a ti, a ti!

–Yo no lo estoy acusando –replica González Luengas.

–¡A ti, a ti!

–¡Yo no lo estoy acusando!

–¡Sí, me estás acusando delante del publico!

–Yo no lo estoy acusando, yo le estoy diciendo...

–Ese es el clásico aventar la piedra y esconder la mano…

–Usted lo que quiere es una entrevista suavecita…

–¡Eres un mal entrevistador!

–Bueno, seré un mal entrevistador, pero pues ni modo, discúlpeme.

–Ojalá lo saques con tu audiencia.

–¡Por su puesto que lo voy a

sacar!

–¡Porque estas mintiendo!

–No, yo no estoy mintiendo.

–¡Estas mintiendo!

–Le estoy preguntando de gente que lo ha acusado a usted.

–Dijiste que Marta era dueña...

–Eso dicen los títulos de propiedad de Guanajuato –insiste el reportero de Telemundo, pero sólo ocasiona mayor enojo y desesperación de Fox, quien, para dar por terminada la entrevista, hace un gesto irónico y cambia el tono procurando parecer más cordial: “amigos como siempre, viejito”.

Pero al levantarse, Fox ya no puede contener su irritación con González Luengas y, antes de irse, le espeta: “¡Eres un vulgar!”.

En entrevista con Proceso, González Luengas dice no estar sorprendido por la actitud de Fox. “Es un prepotente, un inseguro, un megalómano que actúa como un desquiciado”, asegura, y destaca que antes de que lo llamara “vulgar”, el expresidente de México le dijo algo así como “carajo, pobre estúpido”.

–¿Por que le mencionaste a Fox lo publicado por Proceso? –pregunta este corresponsal a González Luengas.

–Porque hay un contexto. Antes de mi entrevista, le dio una al corresponsal de Telemundo en México, al reportero Carlos Botifol, de la cadena nacional. Y cuando le preguntó sobre las acusaciones de su enriquecimiento ilícito, Fox en dos ocasiones habló de Proceso. Dijo algo así como que esa revistucha o periodicucho era responsable de los cargos que le imputan a él y a su esposa, y que se ha encargado de generar las dudas sobre el origen de sus bienes –explica González Luengas.

El reportero de Telemundo, nacido en la Ciudad de México, considera que todo lo que hace Fox en Estados Unidos es parte de una estrategia para intentar ocultar los errores que cometió durante su sexenio, y agrega: “Pero se expone, y eso no le gusta, como se vio en mi entrevista. Se portó como patrón. Adoptó la posición del hacendado ante los peones de que él es el único que tiene la razón y todos los demás están equivocados. Se encabronó, pues…”


En otra nota nos encontramos con que los renegados jarochos le hicieron caso al Lic. Menfis:

La Estatua del Escarnio
Regina Martínez

BOCA DEL RÍO, VER.- Al igual que la estrepitosa caída de la imagen mediática de Vicente Fox, la estatua del expresidente colocada en Boca del Río, Veracruz, fue vapuleada y derribada por una turba que hizo escarnio de ella.

Cuando el alcalde panista Francisco Gutiérrez de Velasco planeaba develar la efigie el domingo 14 de octubre, para rendir homenaje al exmandatario, un grupo de inconformes, sobre todo priistas, se reunió ante el monumento el sábado 13 y, entre gritos e insultos, sus integrantes escupieron la figura, le lanzaron huevos y jitomates podridos hasta que algunos de los presentes, provistos de una cuerda, la derribaron.

Al estrellarse en el suelo, la estatua de Vicente Fox perdió su mano derecha, que insinuaba la “V” de la Victoria, mientras los manifestantes, jubilosos, gritaban que así había caído Sadam Hussein, brincaban sobre ella o se sentaban en el tronco para tomarse la foto del recuerdo.

Pese a la oposición de diversos sectores sociales, incluidas agrupaciones empresariales –calificaban como imprudente el homenaje–, el alcalde Gutiérrez de Velasco mandó colocar en su pedestal la estatua de bronce de tres metros de altura, presuntamente donada por el escultor Bernardo Luis López Artasánchez.

Pero horas antes de que el presidente municipal pudiera pronunciar el discurso preparado, ante la figura de Fox se oyeron otras palabras: “¡Un ratero no merece una estatua!”, gritaba una muchedumbre en la que se hallaban los legisladores priistas Adolfo Mota Hernández y Gerardo Lagunes Gallina, el diputado local electo por ese distrito Raúl Zarrabal, así como los funcionarios del gobierno estatal Salvador Manzur y Alfredo Ferrari.

Todo esto ocurría cerca de las 11 horas del sábado 13, justamente en el bulevar “Vicente Fox” –rebautizado así por el propio ayuntamiento–, hasta donde habían llegado jóvenes, mujeres y taxistas, así como funcionarios del ayuntamiento ligados al PRI.

“Aquí no es Bagdad, pero se tira a los indeseados”, coreaba la turba ante la estatua caída, que fue arrastrada a lo largo de varios metros hasta que una persona se puso a saltar encima de ella cantando: “…Y tú que te creías el rey de todo el mundo…”.

La escena, retransmitida innumerables veces por las cadenas nacionales de televisión y del extranjero, fue comparada con la caída de la estatua del dictador de Irak, Sadam Hussein, quien fue ejecutado en la horca tras ser enjuiciado por una corte bajo control del gobierno de Estados Unidos.

Cuando ya estaba por los suelos el Vicente Fox de bronce, alguien le arrojó agua sucia sobre el rostro y, enseguida, los reunidos dejaron la efigie abandonada con un letrero que decía: “Monumento a la corrupción”.

Un día después, en respuesta, el alcalde de Boca del Río, acompañado por la directiva estatal del PAN –encabezada por Alejandro Vázquez Cuevas–, diputados federales, locales, militantes y autoridades panistas de municipios vecinos, levantaron la efigie hueca del expresidente, pero sobre el piso, ya no en su pedestal, para homenajear al primer presidente panista de la historia.

Bajo los candentes rayos del sol, los panistas que participaron como oradores para encomiar el sexenio foxista tacharon de “ignorantes, cobardes, incultos, intolerantes y represores” a quienes participaron en la protesta del sábado, y responsabilizaron de ello directamente al gobernador Fidel Herrera Beltrán…

Pero también este supuesto acto de desagravio quedó ensombrecido, pues aunque se desarrolló en medio de vallas de metal que protegían a la cúpula panista, un grupo de perredistas y representantes del denominado “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador irrumpió en el área y lanzó consignas contra el exmandatario federal.

“¡Ratero, corrupto, traidor a la democracia...!”, coreaban los perredistas tras las vallas metálicas, desde donde mostraban un muñeco de cartón con la imagen de un burro que representaba al expresidente Vicente Fox.

“¡Tírenlo al mar..., tírenlo al mar...!”, ordenaban. “¡Intolerante, represor, corrupto!”, añadían, y exigían a los panistas mandar aquella estatua hasta el rancho de La Estancia, en Guanajuato, “¡pues aquí no lo queremos por ratero!”.

En el acto, el alcalde panista defendió el derecho del ayuntamiento de Boca del Río a reconocer su gestión, “pues no hay pruebas de que el expresidente se haya enriquecido con el erario”, y aunque existe una investigación, reconoció, eso “no significa que sea culpable de antemano”.

A raíz de los hechos, el ayuntamiento panista decidió interponer una denuncia ante la PGR por los actos de “vandalismo”, pero el miércoles 17 el gobernador Fidel Herrera Beltrán y el presidente municipal de Boca del Río no descartaron la posibilidad de volver a colocar la controvertida estatua, aunque antes, advirtieron, “se consultará a la sociedad veracruzana”.

Sin embargo, a juicio del coordinador de la bancada del PRD en el Congreso local, Uriel Flores Aguayo, si otra vez se impone la actitud necia y soberbia del alcalde panista de Boca del Río, lo único que va a lograr es que la esfinge de Fox se convierta en “La Estatua del Escarnio”.


Un saludo a los renegados jarochos que evidentemente leen el blog y siguen los buenos consejos aquí publicados.

Luego Proceso publica una nota sobre la FARSA que fue la venta de Aeroméxico a Citigroup (Banamex, pues):

La farsa
Carlos Acosta

Con la adjudicación a Banamex de Aeroméxico se cumplió una operación financiera que satisfizo los deseos e intereses del gobierno federal. Se trató de una compleja negociación que desde el principio estuvo amañada para que la filial del conglomerado Citigroup y un conjunto de inversionistas se quedara con la aerolínea. Moisés Saba, el postor derrotado, dice con frustración a Proceso: “Al subsecretario (Alejandro Werner) le dije hasta de lo que se iba a morir, pero me paró en seco: ‘¡Así quedamos, así es el juego!’”

Carlos Acosta Córdova

Poco antes de que concluyera la puja por Aeroméxico, y cuando ya era inocultable el interés del gobierno por dejar en manos de Banamex la principal aerolínea del país, Moisés Saba Masri le espetó, por teléfono, al subsecretario de Hacienda, Alejandro Werner, el encargado gubernamental de todo el proceso de venta:

–¡Si quieres que Banamex se la lleve, mejor dime y me salgo, para qué me haces perder el tiempo. No puedes venderla así. No estamos jugando baraja!

Y Werner:

–Así es el juego. Si quieres jugar, juega, si no, no juegues. ¡Hoy la voy a vender!

Y se la vendieron a Banamex, aun cuando Saba, al final, ofreció un precio más alto. El banco, filial del estadunidense Citigroup, más 15 empresarios mexicanos, ofrecieron 2.7159 pesos por acción, que multiplicados por los 992 millones 410 mil 436 millones de acciones hacen un total de 2 mil 695 millones 287 mil 503.13 pesos, equivalentes a 249 millones 102 mil 357.04 dólares. Moisés Saba y su padre Alberto Saba Raffoul, ofrecieron un precio por acción de 2.72 pesos, que hacen 2 mil 699 millones 356 mil 385.92 pesos, equivalentes a 249 millones 478 mil 409.05 dólares. La diferencia: 376 mil 052 dólares o 4 millones 68 mil 882. 79 pesos, a un tipo de cambio de 10.82 pesos por dólar.

El problema fue que Banamex impuso, y las autoridades aceptaron sin reparo, la hora límite –las 16:00 del miércoles 17– para aceptar ofertas, y la última de los Saba quedó registrada en el sistema electrónico de la bolsa 2 minutos y 42 segundos después de ese plazo.

El Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), hasta entonces accionista mayoritario de Aeroméxico, con el 46% de los títulos –Hacienda tenía poco más del 10% de las acciones, Nacional Financiera el 7% y el resto estaba en el mercado bursátil–, ya no quiso aceptar la oferta, no obstante que la Ley del Mercado de Valores (artículo 97, fracción III) lo obligaba a detener el proceso toda vez que la última oferta de Banamex rebasaba en más de 20% su oferta inmediata anterior.

De acuerdo con ese ordenamiento, cualquier modificación en el precio de las ofertas públicas por un porcentaje igual o superior al 5% del precio vigente para cada oferta se considera “relevante” y, por tanto, deberá ampliarse el plazo de la oferta “por un período que no podrá ser inferior a cinco días hábiles”.

La última oferta de Banamex, la que finalmente ganó, fue de 2.7159 pesos por acción, a las 15:59:33 horas del miércoles –27 segundos antes del límite–, y la anterior fue de 2.2508 pesos, a las 12:00:53 del martes, ambas dentro del mismo plazo de vigencia. La última superaba a la anterior con .4651 centavos, el 20.6%.

Discrecionalidad

Pero ninguna autoridad quiso aplicar la ley, como sí se la aplicaron a los Saba el 25 de septiembre, cuando hizo una oferta de 1.7569 pesos por acción, que superaba en .6569 centavos –casi un 60%–, a su oferta inicial de 1.10 pesos, del 22 de agosto. La oferta vencía el 30 de septiembre, pero los obligaron a darle a Banamex cinco días más para que revirara.

Peor aún: si a los Saba no les aceptaron su última oferta porque entró fuera de tiempo, a Banamex, cuando incurrió en lo mismo, sí se la aceptaron. Ocurrió el martes 16. El plazo vencía a las 12 del día, ni un segundo más. A las 11:33:25 Banamex ofreció 1.8686 pesos por acción, mientras que los Saba ofrecieron 1.90 a las 11:59:27, faltando 33 segundos para el límite. Banamex reviró: 2.2508 pesos por acción, pero la oferta quedó registrada a las 12:00:53, con el agravante de que hizo una “modificación relevante” al precio, de 20.45%, por lo que debió ampliarse el plazo de la oferta.

Si se hubiera aplicado el mismo criterio del miércoles17 de no permitir ninguna oferta después del límite, los Saba debieron ser declarados vencedores desde el martes. Pero la ley aplicó para unos y no para otros. El IPAB argumentó que la oferta de 1.90 de los Saba era inferior a la de Banamex, por 1.8686, porque ésta incluía una opción de cobro a futuro que incrementaría el precio ofrecido. Pero aun cuando era mayor, según la autoridad, minutos después Banamex ofreció 2.2508 pesos la acción; sin embargo, la postura llegó 53 segundos después del límite. Y se la aceptaron.

El último día, miércoles 17, Banamex empleó una estrategia no exenta de marrullería. Si los Saba hicieron su primera propuesta 16 minutos y 10 segundos antes de la hora límite –por 2.50 pesos la acción–, Banamex estuvo lejos de mostrar esa generosidad para el revire. Aguantó al máximo, hasta los últimos segundos, para no dejarle espacio a los otros. Presentó a las 15:59:33 horas su última oferta, es decir, apenas 27 segundos antes de que concluyera el plazo, por 2.7159 la acción.

Los Saba, ya contra el tiempo, y sin conocer la postura de aquéllos, reviraron, cinco segundos después, con una oferta de 2.52 pesos por acción, en la creencia de que en el juego especulativo Banamex sólo se subiría un peso. Pero ya cuando apareció en el sistema electrónico de la bolsa el último precio de aquellos, por 2.7159, los Saba, en el vértigo, contraofertaron con 2.72 pesos la acción, pero en lo que teclearon el formato y enviaron la propuesta, el tiempo se agotó. Ellos aseguran que dieron “enter” en la computadora faltando un segundo para las cuatro de la tarde. Pero en el sistema de la bolsa apareció su última oferta dos minutos y 42 segundos después de esa hora.

Dice a Proceso un irritado y decepcionado Moisés Saba: “Estaba claro que el gobierno optó por Banamex. A mí me obligaron a darles tiempo, más plazo, días; y ellos en segundos me acabaron. No fue parejo el trato. No podemos hacer negocios sin reglas claras. Ellos suben sus precios más de 20% y los dejan pasar. A mí me acotan a cinco segundos y no me dan los cinco días que dicta la ley. Hay que estar locos para operar de esa manera. Por más que machaquen todos los funcionarios con que hubo transparencia, no la hubo nunca”.

–¿Reclamó formalmente?

–No. Al subsecretario (Alejandro Werner) le dije hasta de lo que se iba a morir, pero me paró en seco: ¡Así quedamos. Así es el juego! Ya sólo le dije: “Oye, no tienes derecho de venderla así. Estás mal.”

Saba considera que en tribunales podría ganar, en caso de impugnar, pero desde un principio desistió. “Tengo todos los elementos para darles en la torre. No lo voy a hacer, porque no voy a pelearme con el gobierno cinco años, qué gano: cinco años de abogados, de ir a los juzgados. Ya vimos lo que pasó en el caso de TV Azteca y Canal 40, o en el de Gutiérrez Vivó con los Aguirre. Qué gano. No se acaban jamás los litigios, los juicios son interminables. Mejor busco hacer otros negocios”.

Participación encubierta

Los directivos de Banamex juran y perjuran que Roberto Hernández Ramírez, el célebre magnate exdueño del banco, reconocido por su habilidad para hacer negocios al amparo del poder público, nunca estuvo detrás del proceso de venta de Aeroméxico. Pocos lo creen, pues Hernández siempre ha manifestado interés por las aerolíneas, desde aquellas tempranas jornadas de febril venta de paraestatales, en el gobierno de Miguel de la Madrid.

En 1988 fue uno de los principales postores por Mexicana de Aviación. No se le hizo. Más adelante, en 2004, cuando el gobierno puso a la venta Mexicana de Aviación –que ganó Gastón Azcárraga, del Grupo Posadas–, Hernández quiso participar, pero fue vetado, porque la Ley del IPAB señala que no pueden participar en procesos de licitación de ese tipo personas que hayan sido parte del quebranto bancario. Y Banamex, cuyo Consejo de Administración presidía, fue apoyado indebidamente por el Fobaproa (antecedente del IPAB), al comprarle cartera –chatarra en su mayor parte– por más de 34 mil millones de pesos en 1997, monto que para el año 2000, con los intereses que devengaba el pagaré con que se respaldó el pago, ya rondaba los 60 mil millones de pesos.

Esta vez las formas fueron diferentes. Desde el Citigroup, donde Roberto Hernández tiene un asiento en el Consejo de Administración –tras la venta de Banamex al más grande grupo financiero del mundo–, se estableció una estrategia que hacía imposible perder la apuesta por Aeroméxico. De hecho, fue una maniobra con dos propósitos: uno, para ayudar al conglomerado internacional, que atraviesa por uno de sus peores momentos, y otro, para hacer realidad viejos anhelos de Roberto Hernández de participar en una aerolínea.

Con la compra de Aeroméxico, Citigroup-Banamex será propietario del 49% del capital, que a la postre equivale a ser el socio mayoritario, pues el restante 51% quedará distribuido entre 15 empresarios –ninguno con más del 5%– e inversionistas bursátiles.

En efecto, el banco estadunidense pasa por una inédita mala racha: en el tercer trimestre reportó una caída de 57% en sus utilidades, resultado –según el Wall Street Journal– de lo mal parado que estaba frente a las turbulencias de los mercados financieros derivadas de la crisis hipotecaria en Estados Unidos.

Y ahora con Aeroméxico, su futuro luce promisorio, por las sinergias con Banamex. El propio José Luis Barraza, quien encabezó al grupo de empresarios para la compra de la aerolínea y preside el Consejo de Administración de la misma, ha hecho referencia a los múltiples negocios que se generarán: se fortalecerá la división de banca patrimonial, así como la venta de seguros y diversos productos financieros para la clientela de Aeroméxico; también habrá facilidades para el arrendamiento de aviones; estrategias más lucrativas para la venta de boletos… en fin.

Fue justo desde el Citi, donde Roberto Hernandez impulsó el proyecto de comprar Aeroméxico. La idea no partió de ninguno de los 15 empresarios que acompañaron a Banamex en el proceso. Desde hace un año –dicho por el propio Barraza– especialistas de alto nivel en transporte aéreo, contratados por el banco estadunidense, empezaron a estudiar y analizar, hasta el tuétano, la aerolínea. Estrecho fue el trabajo conjunto con la directiva, encabezada por Andrés Conesa Labastida, quien lleva más de 10 años al frente de aquélla.

Barraza reveló que apenas hace cinco meses se incorporó al grupo de inversionistas. No es difícil suponer que el cabildeo para formar un grupo fuerte de hombres y mujeres de negocios lo inició Roberto Hernández y su gente en Banamex, pues Barraza, pese a que fue presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), no tiene la estatura –en términos de poderío económico– de los empresarios a quienes encabezó para la adquisición de la aerolínea.

Pero elegirlo a él como cabeza del grupo fue una jugada magistral. Es mucho lo que le debe el gobierno de Felipe Calderón. Como presidente del organismo cúpula de los empresarios mexicanos, se destacó por la notoria campaña mediática en contra de Andrés Manuel López Obrador. Fue artífice de la guerra de spots que llamaban a votar por la “continuidad”, es decir, por el PAN. Hacerlo por AMLO, sugerían los promocionales en radio y televisión, era votar por el pasado, por el populismo, con el riesgo de que la gente podría perder no sólo su empleo, sino hasta su casa.

Fue tan efectiva la campaña del CCE a favor de Calderón –y decisiva en los resultados de la elección presidencial–, que el propio Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación reconoció que el organismo violó el principio de igualdad en las contiendas electorales.



Por último, va esta nota de Jenaro Villamil en la que da a conocer que el ÚNICO periódico del país que se atrevió a destapar la cloaca del espionaje gringo en México ahora se auto-censura:

La autocensura se impone
Jenaro Villamil

Propiedad del grupo Notmusa y con apenas siete meses de vida, el periódico El Centro despidió en forma intempestiva a su director editorial, Miguel Castillo Chávez y, al mismo tiempo, anunció un “cambio” en su línea periodística. Con un equipo de editores y reporteros, varios de los cuales decidieron renunciar como una expresión de solidaridad, Castillo concibió y publicó una serie de reportajes que desataron la ira del poder político y mediático: desde la Presidencia de la República hasta Televisa.

Al mediodía del pasado lunes 15, en la sala de juntas del grupo Notmusa, Alejandro Gómez convocó a todos los editores y coordinadores de sección del periódico El Centro para informarles que la empresa propiedad de Carlos Flores Núñez acababa de tomar la decisión de despedir a Miguel Castillo Chávez, director editorial del rotativo fundado el 5 de marzo de este año, y al reportero Víctor Hugo Sánchez.

De acuerdo con Gómez, director de publicaciones del consorcio, Castillo fue despedido por una inconformidad del dueño con el manejo editorial de El Centro. Enumeró la lista de temas incómodos abordados por el periódico: Mexicana de Aviación, Carlos Slim, la presidencia de la República, Juan Camilo Mouriño y “la cereza del pastel”, Televisa.

El descontento de Emilio Azcárraga Jean contra El Centro se detonó a partir de una entrevista de Víctor Hugo Sánchez con el exproductor de telenovelas de Televisa Víctor Hugo O’Farrill, publicada en dos partes el 2 y 3 de octubre. O’Farrill acusó a Emilio El Tigre Azcárraga de haberlo traicionado, y a su heredero de inexperto. Además, propuso que a Azcárraga Jean se le quitaran dos de los cuatro canales que controla.

Las presiones de Televisa no fueron menos fuertes que las ordenadas desde Los Pinos. En julio, el gobierno federal aplicó un severo recorte publicitario a las 12 publicaciones de Notmusa.

En paralelo, el consorcio televisivo vetó a los reporteros de Récord y de TV Notas –las dos publicaciones de mayor circulación de Notmusa– impidiéndoles el acceso a las instalaciones deportivas y de espectáculos propiedad de Televisa. Pidió que se publicara un peculiar desmentido a O’Farrill, el viernes 12 de octubre, en la contraportada de El Centro. El polvo de aquellos lodos, se tituló. Miguel Castillo se opuso a que se publicara un desmentido de esa manera, sin firma y atacando al propio entrevistado.

Ese mismo viernes, Castillo fue informado por la empresa: estaba despedido. En la reunión del 15 de octubre, Alejandro Gómez le aclaró a los editores que no estaba de acuerdo con la decisión, pero anunció que desde el jueves 18 el periodista Salvador Camarena sustituiría a Miguel Castillo en la dirección editorial.

Les pidió que se mantuvieran al frente del periódico. “Ustedes no tienen ningún problema. No va a haber cacería de brujas ni persecución”, se comprometió.

Francisco Cruz, editor general de El Centro, tomó la palabra. Dirigiéndose a Alejandro Gómez señaló: “Para mí, Miguel Castillo sigue siendo el director. Esta es una reunión de despedida. Esto se acabó. Ya no trabajo más aquí”.

Junto con Francisco Cruz, cuatro de los siete editores de El Centro presentaron también su renuncia: Alejandra Bordón, de Ciudad; Ana Ávila, de Tendencias; Rubén García, de Espectáculos; Carolina Pavón, coeditora de Ciudad. Todos en protesta por el despido del director editorial y por la censura que representaba este hecho, la verdadera “cereza del pastel” en un periódico con apenas siete meses de circulación.

Junto con los editores dejaron de enviar sus colaboraciones Javier Solórzano, exdirector de El Independiente, y otros columnistas.

Las notas “incómodas”

Entrevistado sobre estos hechos, Francisco Cruz advierte que desde antes del desacuerdo con Televisa se manifestó la inconformidad del empresario Carlos Flores y, sobre todo, de Los Pinos con varias notas y reportajes publicados en El Centro.

Primero fue la nota sobre un conflicto sindical en Mexicana de Aviación, titulada Prohibido embarazarse. Los ejemplares de El Centro y de Récord fueron retirados de los aviones de la aerolínea. Semanas después volvieron a subirse.

En julio, el gobierno federal canceló pautas publicitarias con las 12 publicaciones de Notmusa. Fue un recorte de 10 millones de pesos.

Antes de eso, en El Centro se publicaron varios reportajes que molestaron al equipo calderonista. Uno sobre los subsidios de la Secretaría de Economía a la empresa Hildebrando, del cuñado de Felipe Calderón; otra sobre la remodelación del rancho de Diego Zavala, el suegro del presidente, en el Estado de México; otro más con el título Suegro ganón, sobre la pensión recibida por el magistrado Zavala al retirarse del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal; y dos reportajes más sobre los negocios de Juan Camilo Mouriño, jefe de la Oficina de la Presidencia, en su natal Campeche.

Francisco Cruz recuerda que otro de los reportajes incómodos se tituló Barra libre en Los Pinos, en el que se documentó, a partir de datos obtenidos mediante la ley de acceso a la información pública, el gasto en bebidas alcohólicas en la Oficina de la Presidencia.

–¿A qué atribuye esta reacción de los dueños?

–Creo que no tenían una idea muy clara de lo que significaba el manejo de la información de un periódico de información general. Para ellos su negocio es el “infoentretenimiento”. Luego, creo que se espantaron un poco, primero con lo de Mexicana, luego con lo de Presidencia, y se apanicaron con lo que vino después de lo de Televisa. A todo reaccionaron mal.

“La decencia indicaba, desde hablar con nosotros, y no correr al director. Hubo una falta de cortesía con la gente que hacemos el periódico. No puedes llegar y decirles: hasta hoy, hacían esto; pero ahora, se cambian las reglas del juego. Es una decisión autoritaria. Al final, decidieron por un proyecto light. Lo que interpreto es que, al margen de todas las consideraciones, todo esto que hacían, ya no se puede hacer. La empresa va a revisar todas las notas. No nos gustan, nos afectan, entonces no se publican”.

–¿Han pensado en las repercusiones o en las acusaciones por autocensura?

–Han pensado en salvar su relación con Televisa, por la importancia de publicaciones como TV Notas, por Récord, por sus publicaciones de espectáculos. Piensan en salvar sus otras publicaciones.

El consorcio encabezado por Carlos Flores, Notmusa, se convirtió desde 1994 en el principal conglomerado de revistas de espectáculos, modas y deportes. TV Notas desplazó a la publicación de Televisa TV y Novelas, y ha llegado a vender 28 millones de ejemplares anuales. Las otras revistas están orientadas a un público juvenil: 15 a 20, Veintitantos, Mujer Nueva, H para Hombres, 4 Ruedas. Desde su aparición en el 2002, el periódico deportivo Récord marcó un hito en las publicaciones de su tipo, al grado que desplazó a otros periódicos de este corte, como Esto y La Afición.

La mayoría de estas publicaciones depende de la cobertura que realizan en los ámbitos de espectáculos y futbolístico, en los que Televisa ejerce control por su manejo del área de entretenimiento y por el hecho de que es dueña de tres de los principales equipos de futbol. El nuevo director técnico del América, Daniel Alberto Brailovsky, excolaborador de Récord, dejó de escribir en la publicación desde que el consorcio lo nombró responsable de ese club.

–Versiones informales de la empresa señalan que el cambio se propone levantar editorialmente El Centro, por falta de circulación –se le revira a Francisco Cruz.

–Si así fuera, hubieran tomado otras medidas. No hubieran ventilado públicamente esas notas que fueron incómodas. ¿Cómo pueden decir eso, cuando en una junta nos hicieron público todo lo demás?

El “affaire” con Televisa

El lunes 1, como parte de la serie de entrevistas conmemorativas de los 50 años de las telenovelas, el reportero Víctor Hugo Sánchez entrevistó a Víctor Hugo O’Farrill, nieto de Rómulo O’Farrill, pionero de los concesionarios de la televisión en México y productor de telenovelas durante la época de Emilio Azcárraga Milmo.

Retirado de Televisa desde hace 22 años, O’Farrill criticó a El Tigre porque, afirma, lo traicionó al despedirlo y le negó la entrega de acciones de la empresa; pero criticó en especial a su heredero, que este año celebra una década al frente del consorcio.

“–¿Cómo ve lo que ha hecho en 10 años Emilio Azcárraga Jean? –le preguntó el reportero.

–Dicen unos que saneó las finanzas, otros dicen que le dio en la madre a la empresa porque, sí, muy sana, ¡pero no tienen qué producir, porque no saben!”

Casi al final de la entrevista, O’Farrill reflexiona:

“Sería fantástico que a Televisa le quitaran dos canales y abrieran una tercera cadena de televisión, pues no están haciendo nada con los dos canales que le sobran. Tienen programación, pero verdaderamente nada que incite a la competencia; que le quiten dos canales a Televisa, que le dejen sus dos canales a TV Azteca y que los otros se los den a otro grupo de televisión. A un tercero que quiera hacer televisión en beneficio del público.

–Ya existe Cadena 3, de Olegario Vázquez Raña, acotó Sánchez.

–Con todo respeto, pero Olegario es comerciante; sabe vender muebles, pero hacer televisión... el mismo caso de Ricardo Salinas, la misma historia. Cuando Ricardo Salinas compra ese canal, crece Elektra, pero no está haciendo buena televisión.”

La respuesta a los dichos de O’Farrill no fue una réplica personalizada de algún empleado de Televisa. Fue una especie de editorial en el que El Centro desacreditaba a su propio entrevistado y el tratamiento informativo. En la contraportada, el título del texto fue El polvo de aquellos lodos, con el subtítulo Así se podría intitular la entrevista que Víctor Hugo O’Farrill ofreció a El Centro.

El texto, sin firma, desmiente al entrevistado. Advierte que su abuelo fue un prestanombres del expresidente Miguel Alemán, quien le entregó una estación de radio, XEX, “para justificar apresuradamente que fuese el primer concesionario de televisión –ignorando la antelación, la infraestructura ya instalada y la trayectoria de Emilio Azcárraga Vidaurreta”.

Sobre la acusación de “traición” al El Tigre, el editorial redactado fuera de las oficinas de El Centro advierte que Azcárraga Milmo siempre quiso recuperar “el control accionario absoluto de la empresa” y “toleraba poco la presuntuosa personalidad de Rómulo O’Farrill. De ahí su estrategia de procurar a Rómulo junior y a Víctor Hugo, su hijo, para evitar el trato con el prestanombres del presidente. Esa fue la genuina razón de que Víctor Hugo haya progresado dentro de la televisora”.

Finalmente, acaba acusando al productor de telenovelas de ser ignorante y estar ajeno a la realidad por el hecho de lamentarse de “la apertura de medios como Televisa a la pluralidad, a la crítica, e incluso a la sátira política”.

El mismo día que El Centro publicaba este editorial, el dueño del diario, Carlos Flores, ordenó el despido del director editorial, Miguel Castillo.

En su edición del viernes 19, el directorio de El Centro consigna ya la llegada de Salvador Camarena como director editorial, la salida de los editores que renunciaron con Miguel Castillo y un nuevo giro en su cobertura informativa. La nota principal de ese día fue una campaña para prevenir el cáncer de mama.


Lástima. El Centro parecía estarse posicionando para ser un periódico de a deveras.



Una razón más para apoyar al peje en el 2007.

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