Arrigunaga, uno de los diseñadores del rescate, es empleado del banco: Di Costanzo
Banamex, la marca con que opera en México el estadunidense Citigroup, compró Aeroméxico con sólo una porción de los recursos que el propio Fobaproa-IPAB entregó como parte de los intereses que le generaron los pagarés derivados del nuevo programa del rescate bancario.
Además, Banamex tiene impuestos diferidos que no pagó por 5 mil 205.6 millones de pesos (unos 500 millones de dólares) que están registrados en sus activos al cierre del primer semestre del año, según revelan informes de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
De acuerdo con un amplio análisis elaborado por la secretaría de la hacienda pública del denominado gobierno legítimo encabezado por Andrés Manuel López Obrador, Banamex recibió del Fobaproa pagarés por montos de aproximadamente 79 mil millones de pesos, que al final del “saneamiento” se transformaron en una erogación por casi 104 mil millones de pesos (a valor actual).
Adicionalmente, el Fondo Bancario para la Protección al Ahorro (Fobaproa) le compró indebidamente créditos por aproximadamente 7 mil millones de pesos, al adquirir cartera con todo e intereses moratorios.
Además, entre el 21 de julio y el 29 de diciembre de 2005, el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) realizó a Banamex pagos anticipados por 31 mil 820 millones de pesos (unos 3 mil millones de pesos) derivado del Nuevo Programa para sustituir los antiguos pagarés.
Más adelante, durante 2006 el IPAB canalizó 28 mil 960 millones de pesos (alrededor de 2 mil 800 millones de dólares) como otro pago anticipado a Banamex derivado de la estrategia de saneamiento financiero para lograr ahorros en pagos futuros.
Mario Di Costanzo, secretario de la Hacienda Pública, recordó que uno de los principales artífices de la estrategia del extinto Fobaproa, Javier Arrigunaga, es ahora un empleado más de Banamex.
El especialista señaló: “Una vez más, como si poseyera al genio de la lámpara y su suerte fuese inagotable, Banamex libró todos los aparentes obstáculos legales que al menos en teoría le impedían participar en la compra-venta de Aeroméxico y adquiere la estratégica línea aérea en una operación plagada de recelos”.
Un factor de sospecha es, justo decirlo, la decisión de las autoridades para “cerrar” la subasta en una hora determinada e impedir así la entrada de otra oferta que hubiera permitido elevar el costo de la aerolínea hasta por lo menos 260 millones de dólares.
Así, de esta manera se le vendió a Banamex una línea aérea en 249.1 millones de dólares, en prácticamente el precio de un solo avión de vanguardia.
Al no permitir esa puja dejando correr más tiempo para la subasta, las autoridades incumplieron de plano el mandato que les obliga teóricamente a maximizar la recuperación en el proceso de venta de Aeroméxico, pues conforme a la ley era su responsabilidad “tutelar por una sana administración del activo y proceder a la venta de los bienes al mejor precio posible”.
El secretario de la Hacienda Pública recordó que en 2001 se vendió Banamex a Citigroup en casi 125 mil millones de pesos en beneficio de particulares y mediante una operación bursátil que los libró de pagar impuestos por casi 12 mil 500 millones de pesos
Di Costanzo Armenta se preguntó: “¿No resulta por lo menos ilegítimo (no hablemos ya de legalidad) aceptar que la línea aérea se compre con recursos vinculados de una u otra forma con transacciones financieras en las que figura o figuró dinero de los contribuyentes que Banamex recibió vía rescate bancario?”.
Por ello, consideró que las autoridades tendrán que responder muchas interrogantes, más temprano que tarde, en un proceso que está plagado de sospechas y múltiples irregularidades.
Altibajos en la BMV
La venta de Aeroméxico provocó brevemente una tendencia alcista en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) que benefició a algunas empresas que habían registrado cierres a la baja, pero la euforia duró poco porque hubo toma de utilidades que al final propiciaron un cierre a la baja en el mercado de valores, señaló Roberto Galván, presidente de Vanguardia Investment.
De hecho, al concluir la sesión de ayer el índice de precios y cotizaciones de la BMV cerró con una caída de mil 12.72 puntos, 3.08 por ciento menos respecto del cierre previo, al ubicarse en 31 mil 823.40 unidades, lo que fue considerado por algunos analistas como “un viernes negro”.
–¿La venta de acciones de Aeroméxico resultó favorable para la BMV?
–Pues sí, pero más bien se efectuó dentro de una coyuntura alcista ante expectativas de reportes, sobre todo de América Móvil. Pero sí podemos decir que lo de Aeroméxico contribuyó un poco a las actividades de la bolsa, pero se trató de una euforia que pasó muy rápido.
Roberto Galván manifestó que la venta de Aeroméxico se presta a suspicacias porque es de cuestionarse que el IPAB ajustara los tiempos de la subasta a los de Banamex, por lo que se puede hacer una lectura de que hubo preferencia por el postor que resultó ganador.
Resulta absurdo, dijo, que el IPAB fijara una hora para cerrar la subasta con el argumento de que prolongarla por más tiempo le hubiera implicado un alto costo, cuando llevaba años a cargo de Aeroméxico y lo que eventualmente hubiera perdido por esperarse un poco más lo hubiera recuperado de haber permitido que la puja siguiera.
“Fue un criterio muy poco inteligente porque si el precio por cada acción de Aeroméxico ya prácticamente se había duplicado respecto de la oferta original, en realidad se podría haber obtenido mucho más, ya que nadie sabía hasta dónde podían llegar las ofertas”, dijo.
Ponderó que aun cuando Aeroméxico sea considerada una empresa que trabaja en números rojos, los pasivos que acumula le servirán para obtener diversas deducciones fiscales, pero además lo más importante de esa empresa radica en su posición estratégica en la aviación nacional por el número de rutas y la presencia que tiene tanto en todos los aeropuertos del país, como en muchos del extranjero.
Así que, puntualizó, su venta resultó a todas luces “un negocio redondo” para el ganador, más aún porque por ley una subasta llevada a cabo en la BMV no obliga al comprador a pagar ningún impuesto.
No obstante, agregó, ese no era el único mecanismo con el que se podía vender Aeroméxico y, entre las dudas que deja el reciente proceso con el cual ganó Banamex y el grupo de empresarios representados por José Luis Barraza, se incluye el porqué el gobierno no optó por la licitación.
Fuente: La Jornada
Banamex, la marca con que opera en México el estadunidense Citigroup, compró Aeroméxico con sólo una porción de los recursos que el propio Fobaproa-IPAB entregó como parte de los intereses que le generaron los pagarés derivados del nuevo programa del rescate bancario.
Además, Banamex tiene impuestos diferidos que no pagó por 5 mil 205.6 millones de pesos (unos 500 millones de dólares) que están registrados en sus activos al cierre del primer semestre del año, según revelan informes de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
De acuerdo con un amplio análisis elaborado por la secretaría de la hacienda pública del denominado gobierno legítimo encabezado por Andrés Manuel López Obrador, Banamex recibió del Fobaproa pagarés por montos de aproximadamente 79 mil millones de pesos, que al final del “saneamiento” se transformaron en una erogación por casi 104 mil millones de pesos (a valor actual).
Adicionalmente, el Fondo Bancario para la Protección al Ahorro (Fobaproa) le compró indebidamente créditos por aproximadamente 7 mil millones de pesos, al adquirir cartera con todo e intereses moratorios.
Además, entre el 21 de julio y el 29 de diciembre de 2005, el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) realizó a Banamex pagos anticipados por 31 mil 820 millones de pesos (unos 3 mil millones de pesos) derivado del Nuevo Programa para sustituir los antiguos pagarés.
Más adelante, durante 2006 el IPAB canalizó 28 mil 960 millones de pesos (alrededor de 2 mil 800 millones de dólares) como otro pago anticipado a Banamex derivado de la estrategia de saneamiento financiero para lograr ahorros en pagos futuros.
Mario Di Costanzo, secretario de la Hacienda Pública, recordó que uno de los principales artífices de la estrategia del extinto Fobaproa, Javier Arrigunaga, es ahora un empleado más de Banamex.
El especialista señaló: “Una vez más, como si poseyera al genio de la lámpara y su suerte fuese inagotable, Banamex libró todos los aparentes obstáculos legales que al menos en teoría le impedían participar en la compra-venta de Aeroméxico y adquiere la estratégica línea aérea en una operación plagada de recelos”.
Un factor de sospecha es, justo decirlo, la decisión de las autoridades para “cerrar” la subasta en una hora determinada e impedir así la entrada de otra oferta que hubiera permitido elevar el costo de la aerolínea hasta por lo menos 260 millones de dólares.
Así, de esta manera se le vendió a Banamex una línea aérea en 249.1 millones de dólares, en prácticamente el precio de un solo avión de vanguardia.
Al no permitir esa puja dejando correr más tiempo para la subasta, las autoridades incumplieron de plano el mandato que les obliga teóricamente a maximizar la recuperación en el proceso de venta de Aeroméxico, pues conforme a la ley era su responsabilidad “tutelar por una sana administración del activo y proceder a la venta de los bienes al mejor precio posible”.
El secretario de la Hacienda Pública recordó que en 2001 se vendió Banamex a Citigroup en casi 125 mil millones de pesos en beneficio de particulares y mediante una operación bursátil que los libró de pagar impuestos por casi 12 mil 500 millones de pesos
Di Costanzo Armenta se preguntó: “¿No resulta por lo menos ilegítimo (no hablemos ya de legalidad) aceptar que la línea aérea se compre con recursos vinculados de una u otra forma con transacciones financieras en las que figura o figuró dinero de los contribuyentes que Banamex recibió vía rescate bancario?”.
Por ello, consideró que las autoridades tendrán que responder muchas interrogantes, más temprano que tarde, en un proceso que está plagado de sospechas y múltiples irregularidades.
Altibajos en la BMV
La venta de Aeroméxico provocó brevemente una tendencia alcista en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) que benefició a algunas empresas que habían registrado cierres a la baja, pero la euforia duró poco porque hubo toma de utilidades que al final propiciaron un cierre a la baja en el mercado de valores, señaló Roberto Galván, presidente de Vanguardia Investment.
De hecho, al concluir la sesión de ayer el índice de precios y cotizaciones de la BMV cerró con una caída de mil 12.72 puntos, 3.08 por ciento menos respecto del cierre previo, al ubicarse en 31 mil 823.40 unidades, lo que fue considerado por algunos analistas como “un viernes negro”.
–¿La venta de acciones de Aeroméxico resultó favorable para la BMV?
–Pues sí, pero más bien se efectuó dentro de una coyuntura alcista ante expectativas de reportes, sobre todo de América Móvil. Pero sí podemos decir que lo de Aeroméxico contribuyó un poco a las actividades de la bolsa, pero se trató de una euforia que pasó muy rápido.
Roberto Galván manifestó que la venta de Aeroméxico se presta a suspicacias porque es de cuestionarse que el IPAB ajustara los tiempos de la subasta a los de Banamex, por lo que se puede hacer una lectura de que hubo preferencia por el postor que resultó ganador.
Resulta absurdo, dijo, que el IPAB fijara una hora para cerrar la subasta con el argumento de que prolongarla por más tiempo le hubiera implicado un alto costo, cuando llevaba años a cargo de Aeroméxico y lo que eventualmente hubiera perdido por esperarse un poco más lo hubiera recuperado de haber permitido que la puja siguiera.
“Fue un criterio muy poco inteligente porque si el precio por cada acción de Aeroméxico ya prácticamente se había duplicado respecto de la oferta original, en realidad se podría haber obtenido mucho más, ya que nadie sabía hasta dónde podían llegar las ofertas”, dijo.
Ponderó que aun cuando Aeroméxico sea considerada una empresa que trabaja en números rojos, los pasivos que acumula le servirán para obtener diversas deducciones fiscales, pero además lo más importante de esa empresa radica en su posición estratégica en la aviación nacional por el número de rutas y la presencia que tiene tanto en todos los aeropuertos del país, como en muchos del extranjero.
Así que, puntualizó, su venta resultó a todas luces “un negocio redondo” para el ganador, más aún porque por ley una subasta llevada a cabo en la BMV no obliga al comprador a pagar ningún impuesto.
No obstante, agregó, ese no era el único mecanismo con el que se podía vender Aeroméxico y, entre las dudas que deja el reciente proceso con el cual ganó Banamex y el grupo de empresarios representados por José Luis Barraza, se incluye el porqué el gobierno no optó por la licitación.
Fuente: La Jornada
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