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lunes, febrero 12, 2007

LA "RENOVACIÓN" EN EL PRI.

REFORMA.

Roberto Zamarripa.

Rincón bohemio.

Sólo en el PRI, sólo ahí, pueden lograrse actos de ilusionismo que el mago Splendini de Woody Allen envidiaría.Eso de desaparecer en una isla encantada el table dance "Black and White" -con todo y tubo- y presentar, en el mismo lugar, un restaurante de música de trova -con todo y maracas- al que llamaron "Rincón Bohemio", sí que es una hazaña (Reforma, 8/02/07).

Lo hicieron los priistas en Cozumel ante el escándalo desatado por el pasado y bienes de la familia de la candidata a secretaria general, Sara Latife, y allegada al gobernador de Quintana Roo, Félix González Canto.

Síntesis del nivel en que se encuentra el debate interno del partido tricolor. Nada por aquí, nada por allá.El ilusionismo priista tendrá su función estelar el próximo 18 de febrero y tiene programado presentar un arriesgado acto donde por la mañana aparentará una votación con todo y urnas, y por la noche presentará a un dirigente con todo y bases.

Sólo en el PRI, sólo ahí, puede jugarse a la votación democrática en medio de un ambiente de puñalada abierta. Sólo ahí, pueden aparentar ser civilizados los bárbaros y técnicos los rudos.

Hay imitaciones (los panistas de Yucatán o las tribus perredistas) pero nada será igual.El PRI en su esplendor era gobierno y erigía monumentos y leyendas; construía con la destrucción.

Depredaba y decía que desarrollaba. Consumaba el fraude y decía que hacia democracia. Monopolizaba el poder y presentaba un Congreso plural.Era partido único y arrastraba partidos satélites.

Honraba a Benito Juárez y robaba al erario en su memoria. El sistema erigido por el PRI sembraba vientos y cosechaba aplausos de multitudes; aniquilaba en silencio y cultivaba la imagen de sus gobernantes con el ruido tronante de las matracas.

El priismo era como la caja del mago o como las maletas con las que los contrabandistas metían la mercancía: tenía doble fondo. En uno guardaban la mentira y en el otro también. La verdad no viajaba en su equipaje.

Había -hay- priistas decentes. Fueron -son- la excepción que confirma la regla.

El problema es que ahora el priismo en su decadencia hace ver los orificios de sus maletas, ya no saca conejos de la chistera y sus trucos resultan predecibles.Los dos candidatos priistas y las tres comparsas que les acompañan en la batalla del 18 de febrero dicen que si encabezan al PRI harán de ese partido una firme oposición pero ansían -imploran- ser cogobierno.

Uno de los candidatos, Enrique Jackson, fue apabullado en el Tucom en una pelea arreglada. Su victimario, Arturo Montiel, sigue prófugo con la inmobiliaria de la corrupción a cuestas. El heredero de ese prófugo, Enrique Peña, ahora quiere presentarse como el ícono de la política moderna, cuando fue incapaz de procesar a su predecesor.Jackson no aprendió la lección. Fue apabullado por el aparato priista del estado de México en el 2005 y ahora ese mismo aparato le amenaza para vencerlo el próximo domingo.

Beatriz Paredes encarna también esa extraordinaria capacidad de metamorfosis que sólo los priistas pueden lograr. En noviembre decía a quien quisiera escucharla que podría llegar a la Secretaría de Desarrollo Social en el gobierno calderonista. Ahora en febrero dice ser una antagonista del mismo gobierno que estuvo a punto de contratarla.¿Cómo creerles a personajes de tan firmes convicciones?

En la contienda interna del PRI no hay plataformas ni programas. Hay navaja limpia que se presenta como "propuesta a la militancia" o traiciones que se etiquetan como lealtades. También hay cargadas que apabullan.

Los candidatos a la presidencia del PRI no han dicho qué país quieren o qué reformas proponen. En cualquier variante, sinaloense o tlaxcalteca, hidalguense o quintanarroense, lo que se perfila es un PRI inerme, urgido de legitimidad que no pretende conseguirla con sus votaciones internas sino con su cercanía a la Presidencia de la República.

El PRI no ha aprendido a ser un partido de oposición. Su supervivencia depende de la Presidencia de la República en manos de sus antagonistas. Si el PRI no es reconocido por esa institución, no existe. Si no le sirve a esa institución, no opera.

Elba Esther Gordillo lleva mano en esa actitud y esa cultura. Los priistas no la odian porque discrepen de sus planteamientos sino porque ocupa el lugar que ellos ambicionan.La elección del 18 de febrero no prefigura ninguna renovación priista sino el ajuste de cuentas pendiente de los comicios del 6 de julio que desbarrancaron al partido. No pocos tienen ganas de cobrarle a los rescoldos del Tucom la docilidad con la que rindieron territorios a sus antagonistas y con ello la pérdida de los recursos para sobrevivir.

Ya lo anuncian: Próximo domingo, "Rincón Bohemio" presenta a su trío estelar "Renovación": Mario Marín, Ulises Ruiz y Jorge Hank Rohn. ¡Música, maestro!

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