Ángel Norzagaray
Fue penosa en su momento la aceptación de Cuauhtémoc Cárdenas del puesto de presidente de la Comisión para la Conmemoración del Bicentenario del Inicio de la Independencia Nacional y el Centenario de la Revolución Mexicana (¡Uffff!). Más penosa es ahora la renuncia porque los argumentos que la sustentan ya eran claros y estaban presentes en el momento que negoció tal encomienda y pudo haberlos esgrimido entonces para no entrarle a esa farsa.
Quienes se lo reprochamos en su momento, lo hicimos considerando que las palabras que hoy esgrime el ingeniero Cárdenas flotaban como argumentación sólida en todo el territorio nacional: “Considero que mi presencia en la organización de esas conmemoraciones no contribuye al ambiente de pluralidad, convergencias, concordia, colaboración, tolerancia y objetividad que debe prevalecer en la organización y realización de los eventos relacionados con la recordación patriótica de los aniversarios de nuestra Independencia y Revolución”.
Así es; tal cosa pensó muchísima gente cuando el ingeniero Cárdenas se prestó a jugar ese jueguito sucio en pleno clima electoral y llevando la contrario a los perredistas y asestándole un golpe bajo al candidato de su partido. Por ello es que lastima ahora de nuevo a su partido jugando al inocente y queriendo pasar por ingenuo al decir que es hasta hoy cuando se da cuenta que propició un ambiente de discordia.
Lo hace por supuesto para recuperar de nuevo los afectos del PRD que perdió con su maniobra: Por ello es que no pudo dejar de reconocer que las posiciones que ha esgrimido son causa de controversia al interior del PRD. Fue, por supuesto, muy benévolo con él mismo al hablar de “controversia” cuando pudo reconocer que fueron motivo de franco y abierto rechazo.
Es claramente cierto que el escamoteo al apoyo de la candidatura de López Obrador por parte del otrora llamado líder moral del PRD y por su hijo Lazarito, gobernador de Michoacán, puso al interior de su partido, el PRD, la imagen del ingeniero en el punto del defecto de Judas.
Su renuncia apenas pasadas las elecciones no puede sino ser tomada como una broma de pésimo gusto. Con estos bandazos en el ocaso de su vida, Cuauhtémoc Cárdenas va de la ruindad a la ignominia y más le valdría un retiro digno ahora que quizás (quizás, quizás) aun tiene tiempo. Podría recuperar los afectos de aquellos que desde el ya mítico 88 admirábamos su estatura de estadista, su prudencia, su mesura. Todo tirado a la basura por la terquedad de la vejez que no debiera ya ver crecer viruelas ni envidias. Pero el sarcoma de la envidia anidó en él y lo hizo caer en esas indignidades que hoy quiere desconocer con tan mal tino.
Debiera empezar por “no dejar de reconocer” que requiere de pedirle un sincero perdón a su partido, si es sincero su reconocimiento de que al aceptar ese parapeto de puesto estaba sembrando la discordia. Pero no lo hace y prefiere aparentar que apenas hoy se ha dado cuenta de la división que ocasionó con su actitud. ¡Qué penoso su caminar hacia el crepúsculo!
El autor es dramaturgo y director de escena.
Comentario: Pues si es triste reconocerlo pero el cua se convirtio en peon de la derecha y ahora que ya no les sirve, el cua se retira antes de que lo corran.
Quienes se lo reprochamos en su momento, lo hicimos considerando que las palabras que hoy esgrime el ingeniero Cárdenas flotaban como argumentación sólida en todo el territorio nacional: “Considero que mi presencia en la organización de esas conmemoraciones no contribuye al ambiente de pluralidad, convergencias, concordia, colaboración, tolerancia y objetividad que debe prevalecer en la organización y realización de los eventos relacionados con la recordación patriótica de los aniversarios de nuestra Independencia y Revolución”.
Así es; tal cosa pensó muchísima gente cuando el ingeniero Cárdenas se prestó a jugar ese jueguito sucio en pleno clima electoral y llevando la contrario a los perredistas y asestándole un golpe bajo al candidato de su partido. Por ello es que lastima ahora de nuevo a su partido jugando al inocente y queriendo pasar por ingenuo al decir que es hasta hoy cuando se da cuenta que propició un ambiente de discordia.
Lo hace por supuesto para recuperar de nuevo los afectos del PRD que perdió con su maniobra: Por ello es que no pudo dejar de reconocer que las posiciones que ha esgrimido son causa de controversia al interior del PRD. Fue, por supuesto, muy benévolo con él mismo al hablar de “controversia” cuando pudo reconocer que fueron motivo de franco y abierto rechazo.
Es claramente cierto que el escamoteo al apoyo de la candidatura de López Obrador por parte del otrora llamado líder moral del PRD y por su hijo Lazarito, gobernador de Michoacán, puso al interior de su partido, el PRD, la imagen del ingeniero en el punto del defecto de Judas.
Su renuncia apenas pasadas las elecciones no puede sino ser tomada como una broma de pésimo gusto. Con estos bandazos en el ocaso de su vida, Cuauhtémoc Cárdenas va de la ruindad a la ignominia y más le valdría un retiro digno ahora que quizás (quizás, quizás) aun tiene tiempo. Podría recuperar los afectos de aquellos que desde el ya mítico 88 admirábamos su estatura de estadista, su prudencia, su mesura. Todo tirado a la basura por la terquedad de la vejez que no debiera ya ver crecer viruelas ni envidias. Pero el sarcoma de la envidia anidó en él y lo hizo caer en esas indignidades que hoy quiere desconocer con tan mal tino.
Debiera empezar por “no dejar de reconocer” que requiere de pedirle un sincero perdón a su partido, si es sincero su reconocimiento de que al aceptar ese parapeto de puesto estaba sembrando la discordia. Pero no lo hace y prefiere aparentar que apenas hoy se ha dado cuenta de la división que ocasionó con su actitud. ¡Qué penoso su caminar hacia el crepúsculo!
El autor es dramaturgo y director de escena.
Comentario: Pues si es triste reconocerlo pero el cua se convirtio en peon de la derecha y ahora que ya no les sirve, el cua se retira antes de que lo corran.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario