La historia, hoy.
Pablo Marentes.
29 de agosto de 2006.
La mala reputación de Maquiavelo no proviene de su variado conjunto de maniobras para asegurar el poder del Príncipe -sinécdoque de los príncipes, todos, de entonces, de hoy y del futuro-. Maquiavelo intentó revelar a su Príncipe lo que tramaban las otras familias poderosas -aristócratas, adineradas, que controlaban el comercio y la usura en Florencia-, en contumacia con los más influyentes administradores públicos, para despojarle de su principal poder, suplantar las instituciones, manejarlas a su antojo y eventualmente entregar el Estado a potencias extranjeras.
Esas familias persiguieron al secretario florentino. Cuando los Médici vuelven en 1512 a Florencia, los grupos de adinerados lo acusan de traición y conspiración. Los tribunales lo absuelven con la condición de que no vuelva a aceptar ningún puesto en el servicio civil.
Estudios recientes revelan que el milenario propósito de controlar y reprimir a las abultadas aglomeraciones de población desposeída está mal orientado. Es la influencia política que proviene de pequeños grupos, la que hay que erradicar. "Es preciso controlar a los ricos y vigilar a los magistrados", concluyen los investigadores que ahora comienzan a ver más allá de las Constituciones de Estados Unidos, de Francia o de los estados nacionales históricos, con el propósito de impedir la oscura y sigilosa intervención de los grupos de élite, en el gobierno de los estados contemporáneos. Las modernas repúblicas se encuentran en mayor peligro debido a esa intervención, que frente a las manifestaciones de descontento y las presiones que generan las masas indigentes sobre los aparatos ejecutivo y judicial.
Las Constituciones contemporáneas soslayan la influencia que ejercen dentro del gobierno, los consorcios de propietarios de empresas industriales y comerciales, bancos y financieras. No hay salvaguardas normativas secundarias para evitar que los personeros ocupen posiciones en la judicatura y manipulen la conducta de los ciudadanos modestos o de quienes ganaron puestos de elección popular. El resultado de la omisión es el diseño y la ejecución de políticas que atienden a los intereses de los pocos y soslayan los de los muchos.
Una meticulosa lectura, permitió a mitad del siglo XIX señalar que la historia de la humanidad es la historia de los enfrentamientos entre dos grupos, siempre presentes en la sociedad. Pero las formaciones sociales van dando origen a otros enfrentamientos. Hoy ya no hay dos grupos antagónicos, ambos numerosos y abultados. La historia contemporánea resulta del solapado enfrentamiento de los minúsculos grupos de elite con las enormes multitudes desposeídas que salen a las calles, en las que se mezclan quienes las estadísticas ubicaban dentro de las denominadas clases medias, con los hombres y mujeres que trabajan con sus manos y su cuerpo, en las fábricas y en el campo.
Francisco Giucciardini y Nicolás Maquiavelo registran en sus escritos los esfuerzos de los ciudadanos ordinarios, a partir del siglo XVI, para integrar mediante insaculación, cuerpos de ciudadanos ordinarios facultados para prevenir acciones venales de los servidores públicos, o formular y documentar acusaciones en contra de influyentes ricos coludidos con los altos burócratas.
En México todavía faltan ordenamientos derivados de la Constitución que eviten la intromisión impune. Los empobrecidos desempleados, los migrantes, los subempleados saben de esos ilícitos connubios. Por ello aceptan las propuestas para purificar instituciones y transformar el gobierno.
Profesor de la FCPyS de la UNAM
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martes, agosto 29, 2006
LOS RETRUÉCANOS.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 3:01 p.m.
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