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martes, junio 13, 2006

LA UÑA

Sale este análisis político de Proceso que está de poca (y chequen la foto):

Empresarios o parásitos
alvaro delgado



México, D.F., 12 de junio (apro).- Los auténticos empresarios, los que ejercen cotidianamente su inventiva para iniciar o robustecer su negocio de cualquier tamaño o rama de la economía, a menudo soslayados por el gobierno y la banca, tienen muy claro que una cosa es el auténtico trabajo de la iniciativa privada y otra la pepena de contratos mediante el tráfico de influencias.

¿Es posible construir un negocio librando los valladares que imponen la corrupción gubernamental y el contratismo mediante influencias de cualquier signo político? Sí, y prueba de ello es que en México operan --pese a todo-- aproximadamente 3.5 millones de empresas, la mayoría pequeñas y medianas, que son clave para el desarrollo del país por el capital y los empleos que generan.

No son los grandes corporativos los que producen empleos y ganancias al país, porque a menudo envían sus ganancias al extranjero, sino las pequeñas y medianas empresas --generadoras del 40 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB)-- y las más de tres millones de microempresas, más bien “changarros”, de mexicanos que sobreviven en un contexto de nulo crecimiento de la economía nacional desde hace al menos dos décadas.

En un mercado interno deprimido y con escasas o inexistentes herramientas para capitalizar la inserción de México en el mundo, entre ellas una banca trasnacional usurera y una burocracia que inhibe el alcance del de por sí mínimo financiamiento gubernamental, poco margen tienen los emprendedores mexicanos.

Pero también a esto se sobreponen los auténticos empresarios, aunque pongan en riesgo su propio patrimonio familiar para obtener créditos, a veces sólo para pagar la nómina antes de cancelar, como ha venido ocurriendo en esta crisis sorda, fuentes de trabajo, que de suyo es la propia.

Los auténticos empresarios --no los directivos de las cúpulas, que en realidad hacen mancuerna con quienes los benefician desde el poder-- no sacan del país su dinero a la menor turbulencia política, porque a ellas están acostumbrados y porque, sobre todo, este es el país donde está su familia y aquí habrán de seguir.

Son los auténticos empresarios que, junto con mexicanos de otros sectores, se pronunciaron en 2000 con su voto contra el tráfico de influencias en los regímenes priistas y son los que no admiten, en un gobierno de alternancia, que se reproduzcan vicios análogos. Son, también, los que no pueden tolerar que se perfile otra camarilla para el mismo fin.

Otra cosa son los parásitos: Esos listos que, a veces de manea deliberada o tácitamente, se vinculan al poder político para pegarse a la ubre del erario, que no piden que les den, sino que sólo los pongan donde hay. Son los que financian campañas políticas, de uno u otro signo partidista --o simultáneamente--, para medrar.

Los parásitos de la falsa iniciativa privada se asustan, hipócritamente, cuando oyen el pregón de “peligros” para México, los que falsamente hacen creer que se invoca a la lucha de clases y se polariza a una sociedad, a sabiendas de que está profundamente dividida por privilegios de décadas de saqueos entre los grandes poderes --los grandes, no tonterías-- económicos y políticos.

Por eso a los empresarios auténticos disciernen sobre la fortuna de Diego Hildebrando Zavala Gómez del Campo, el cuñado del candidato presidencial Felipe Calderón, y temen la reproducción de un esquema de tráfico de influencias que trascendió a los gobiernos priistas y fue naturalizado en el de Vicente Fox, merced a los compromisos de dinero para financiar su campaña.

Pero el de Hildebrando no es el único caso --que el accionista mismo reconoce que “huele feo”-- ni es menor sólo porque no existen --todavía-- videos que lo exhiban metiéndose fajos de billetes en la versión Carlos Ahumada-dirigentes perredistas. Hay otros que involucran a dirigentes y legisladores panistas, y al mismísimo presidente Vicente Fox.

En este último, se acredita tráfico de influencias semejante al ejercido por su mujer, Marta Sahagún, y sus hijos, que están denunciados penalmente y no pasa absolutamente nada…

Apuntes

La corrupción es, en efecto, la enfermedad nacional de los gobernantes de México que, para curarla y que cicatrice, es preciso exhibirla a plenitud. Es repugnante el espectáculo de la pus que brota, pero es peor consentir que pudra todo el cuerpo… Por eso es oportuno releer “La crisis de México”, de Daniel Cosío Villegas, un esclarecedor ensayo escrito en 1946, pero de plena vigencia. Decía: “La aspiración única de México es la renovación tajante, una verdadera purificación, que sólo se conseguirá a satisfacción con el fuego que arrase hasta la tierra misma en que creció tanto mal.” Y advertía, profético: “Parece indudable que, si la situación actual de México ha de juzgarse con cierta severidad, la conclusión no puede ser otra: el país está en una crisis política y moral de grave trascendencia, y si no se la reconoce y admite, y si no se hace el mejor de los esfuerzos para remediarla, México caminará a la deriva, perdiendo un tiempo que un país tan retrasado en su evolución no puede perder; o se hundirá, para no rehacerse quizás con una personalidad propia. Quiere decir que si México no se orienta pronto y firmemente, puede no tener otro camino que confiar su porvenir a Estados Unidos…”. Cosío Villegas, uno de los mentores del historiador Enrique Krauze, decía sobre la crisis de México, sumido en corruptelas de los hombre del poder: “El único rayo de esperanza --bien pálido y distante, por cierto-- es que de la propia Revolución salga una reafirmación de principios y una depuración de hombres. Quizá no valga la pena especular sobre milagros, pero al menos me gustaría ser bien entendido: reafirmar quiere decir afirmar de nuevo y depurar, en este caso, querría decir usar sólo de los hombres puros o limpios. Si no se reafirman los principios, sino que simplemente se los escamotea; si no se depuran los hombres, sino que simplemente se les adorna con vertidos o títulos, entonces no habrá en México auto regeneración y, en consecuencia, la regeneración vendrá de fuera y el país `perderá mucho de su existencia nacional y a un plazo no muy largo…”.


Y ya que estamos en Proceso, sale esta otra nota incómoda:

La familia Mouriño se suma al milagro mexicano: PRD
daniel lizárraga/ apro

13/06/2006

• Emplaza al operador de la campaña de Calderón aclarar súbito enriquecimiento

México, D.F., 12 de junio (apro).- El portavoz del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Gerardo Fernández Noroña, emplazó a Juan Camilo Mouriño, operador de la campaña del panista Felipe Calderón, a fin de que explique cómo es que su padre logró comprar, en 6 millones de dólares, un equipo de futbol en España.

En conferencia de prensa, dijo que sería bueno conocer cómo es que la familia Mouriño logró –bajo el gobierno de Vicente Fox-- amasar una fortuna para adquirir, en efectivo, al club Celta de Vigo, de primera división.

Carlos Mouriño, padre del operador de la campaña de Calderón, es también el propietario de 38 gasolineras en el sureste mexicano, en entidades como Campeche, Tabasco y Quintana Roo.

“El milagro mexicano hizo que lograran hacerse de dinero las familias Sahagún, Zavala y Mouriño. Antes del 2000, esta empresa del operador de la campaña calderonista prácticamente no era nada”, explicó.

También impugnó el que, supuestamente, la empresa de la familia Mouriño --Transportes Especializados SA-- haya conseguido contratos con Pemex-Refinación, los que le habrían permitido incrementar su fortuna.

Fernández Noroña no presentó pruebas sobre los señalamientos, aunque insistió en que el operador panista tiene que aclarar esta situación.

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