La diferencia
Cuarenta y ocho horas pasaron desde que se publicó la nota del periódico The New York Times que relacionaba al entonces Gobernador de Nueva York Eliot Spitzer con una banda de prostitución hasta que renunció a su cargo.
No pasaron ni 24 horas desde la publicación de la nota para que se parara frente a las cámaras y diera una disculpa pública a su familia y al pueblo que gobierna.
No se han presentado denuncias formales donde se le acuse de haber violado alguna ley. No han salido a la luz los contratos de prestación de servicios sexuales que celebró con "Kristen", ni ha confesado en televisión nacional haberlos celebrado. Tampoco le ha pedido su renuncia el líder de la Cámara Baja del Congreso norteamericano ni se han formado comisiones legislativas para analizar la licitud de su conducta.
No han salido al aire grabaciones donde lo llamen "precioso" ("Cliente número 9" no tiene el mismo caché) ni que lo incriminen de tratar de alterar el aparato de justicia para favorecerlo o desaparecer las investigaciones que lo hicieron renunciar. Tampoco ha sido acusado de violaciones graves a las garantías individuales de un ciudadano ante la Suprema Corte de su nación.
Mucho menos tuvo que morir un camarógrafo extranjero para suscitar su renuncia. Los niños neoyorquinos no perdieron el año escolar, ni la población del estado sufrió los estragos de una huelga general o levantamiento popular alguno. Tampoco se discutió la posibilidad de declarar la desaparición de poderes en Nueva York en el Senado estadounidense.
Sin embargo, Spitzer renunció. En 48 horas. Renunció porque pensó que era lo correcto. Tenía que renunciar, debía renunciar. Ignoro si pensó que era lo moralmente correcto. Pero no erró al pensar que políticamente era lo mejor.
La estrepitosa caída del ex Gobernador demócrata neoyorquino, nombrado como presidenciable para el 2012 por muchos analistas políticos, es asombrosa. No lo es tanto por su contenido jurídico penal, de escasa importancia para el análisis, sino por su contenido político y social.
Eliot Spitzer tenía apenas 16 meses en el cargo de Gobernador del Estado de Nueva York. Arribó a la Gubernatura con una amplia mayoría de los votos después de haberse hecho un nombre en la política como procurador de justicia estatal y previamente fiscal de distrito en Manhattan.
En la procuración de justicia atacó con celo e ingenio a la corrupción pública y privada, conflictos de interés de las grandes firmas de Wall Street, delitos de cuello blanco y a la delincuencia organizada. La prensa le apodó "Eliot Ness" y el "Sheriff de Wall Street". Era un cruzado del bien común.
Es increíble cómo un abogado tan brillante, avezado en este tipo de investigaciones, que en su momento él había encabezado, fuera descubierto. No quiero tocar si quiera el tema de la incongruencia entre su actuar público y su vida privada.
Lo trascendente del caso, en mi opinión, para nosotros como mexicanos, es la diferencia -perceptible por muchos lectores- entre el resultado de este escándalo y otros sucedidos (o sucediendo) en tierra mexicana. ¿Por qué la diferencia?
Para empezar, la investigación que descubrió su participación como cliente de una banda de prostitución se inició porque su banco informó las transferencias de dinero que consideró sospechosas a las autoridades hacendarias. Lo anterior en cumplimiento de las normas establecidas para combatir el lavado de dinero.
Estas autoridades, a su vez, notificaron a la unidad anticorrupción del FBI cuando descubrieron que las cuentas bancarias estaban ligadas al Gobernador. El FBI, por su parte, inició dos averiguaciones distintas, por un lado, el posible desvío de fondos del Gobernador y, por el otro, la investigación de las actividades criminales de la banda de prostitución.
Finalmente, las ligas del Gobernador con una prostituta, exhibidas en la consignación de la averiguación penal, salieron a la luz pública y en 48 horas renunció a su cargo.
¿Se imaginan eso pasando en México? Contestemos las siguientes preguntas y encontremos la diferencia:
1. ¿Informaría un banco, conforme a la legislación vigente, las actividades sospechosas de un Gobernador u otro cliente influyente en lo político o económico a la SHCP sin consultarlo con él primero?
2. ¿Harían la investigación correspondiente las autoridades hacendarias sin notificar al investigado o a los medios?
3. ¿Concluiría la investigación correspondiente la Procuraduría antes de avisar al Gobernador o a sus contrincantes políticos que estaba involucrado?
4. ¿Condonaría la sociedad un actuar distinto?
Por José Alejandro González Garza / El Norte / REFORMA
El autor es editorialista invitado, abogado por el TEC de Monterrey y Maestro en Derecho por la Universidad de Nueva York y, aunque PRIANISTA, es amigo de mente abierta del blog Revoluciones.
2 comentarios:
Con todo el rspeto que se merece creo que el artículo lejos de reflejar otra cosa que sea un ejemplo o modelo a seguir de lo que en un país se debe de hacer cuando existen escandalos políticos, lo que en realidad refleja es la imbecilidad y la hipocresia del pueblo norteamericano, como es posible que independientemente de las circunstancias que atañen a este caso, persigan con tanta vehemencia a spitzer por hacer tonterias siguiendo sus simples calenturas, desviar fondos para contratar servicios de prostitutas cuando debiera de haberlo pagado con el dinero de su salario que me imagino no era tan malo,pero al mismo tiempo los norteamericanos no juzgan a los republicanos como bush, wolfowitz, runsfeld, condoleza rizze, por homicidios en primer grado causados en los atentados en las torres gemelas, y mucho menos investigan a ellos por las muertes causadas por las invaciones injustas invaciones a irak y afganistas, cuando todo el mundo sabe, hasta expresidentes italianos que los atentados del 11 de septiembre lo hicieron ellos y nada mas ellos, es mas ni siquiera renuncian a su cargo, siendo que tales delitos cometidos por esos republicanos superan infinitamente las posibles faltas o infracciones que seguramente haya cometido spitzer aiguiendo sus calenturas, si, los norteamericanos son unos estupidos y nosotros como mexicanos no debemos agarrar ejemplos de estupidos si es que realmente queremos ser una nacion mucho mejor de lo que actualmente es México hoy por hoy.
Definitivamente lo que se trata de demostrar con ese artículo -más allá de quien lo escriba, o en que contexto local-internacional se haya redactado- es que en otras naciones, cada una en su experiencia propia (que puede ser o no de imbeciles), han existido y seguirán existiendo personajes inmorales, faltos de ética para gobernar a un pueblo (que dicho sea de paso es más imbecil aquel que dice que todos los de un pueblo son imbeciles, porque para afirmar tal hecho deberás haber conocido a toda una población entera de estupidos, lo cual hace el comentario de "hector" mas que argumento una falacia, pero bueno, cada quien expresa su ignorancia o sapiencia como mejor puede) y dichos políticos han dejado su cargo, ya con la última migaja que les quedaba de dignidad. Francamente EUA con todo y que su política es un show simulador supo entender que ese escandalo más valia cortarlo para no poner en riesgo el mismo show simulador, pero en México ¡ni eso siquiera! Juan Caído Mouriño sigue en su cargo, la izquierda esta demostrando tambien ser falta de ética para "luchar para renovar al país" ¿copiandole estrategias al prian? Hay muchas cosas de fondo pero lo que este artículo expresa es la verdad, Mouriño debió haber hecho lo mismo, renunciar y largarse de la vida pública pero no, lo defienden a capa y espada ¿por qué será?, ¿habrá un pueblo organizado que obligue a que Mouriño se largue o de plano no hay organización alguna que le haga frente al show simulador de aquí del país?
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