04-01-2008
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha hecho que las trasnacionales de los alimentos están controlando, en México, los mercados y destruyendo la capacidad de los pequeños productores, que no pueden competir contra las importaciones en sus propios mercados, añade. |
En el paredón del neoliberalismo, cientos de pequeños y medianos campesinos preparan la batalla para sobrevivir y organizan la resistencia para que la última etapa de la apertura del sector agropecuario, en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), no se convierta en "el tiro de gracia" para ellos.
En los pasados meses no dejaron de presentar propuestas, desde la de incorporar un addendum de cooperación trilateral para el desarrollo –algo similar al apoyo que recibió España al incorporarse a la Unión Europea– y la creación de un comité bicamaral para dar seguimiento a las relaciones económicas trilaterales, hasta la presentación de las bases jurídicas y económicas para renegociar el capítulo agropecuario del tratado, entre ellas las relativas al incumplimiento de Estados Unidos en torno a la reducción de los apoyos internos para no impactar negativamente el comercio internacional.
La desgravación en 2008 de cuatro productos "sensibles", como apunta Felipe Torres, integrante del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, mostrará los desequilibrios de la estructura agrícola mexicana que en 13 años no se corrigieron, mismos que podrían derivar en aumento en los precios de productos básicos y riesgos sociales, "porque ni en Filipinas hay los niveles de pobreza que se viven aquí".
El Estado dejó de actuar para aminorar las desigualdades con los productores de Estados Unidos y Canadá, los cuales absorben 87 por ciento de las exportaciones agroalimentarias de México y generan 79 por ciento de sus importaciones; desmanteló el sistema crediticio; no hizo nada para evitar el mal uso de los subsidios –aunque en el país la agricultura recibe apenas 5 por ciento, mientras en Estados Unidos se entrega 50 por ciento–; no propició la inversión privada en el sector; abandonó la capacitación e investigación; no construyó infraestructura y menospreció el establecimiento de una política de seguridad alimentaria basada en posibilidades reales de la tierra. Y aunque en los dos pasados años aumentó el presupuesto para el campo, éste es insuficiente, ya que para mitigar la crisis se necesitarían al menos 350 mil millones de pesos, casi el doble de lo que se ejercerá en 2008, abunda el investigador.Leer más...
04-01-2008
La historia de los pueblos indígenas norteamericanos es, probablemente, uno de los capítulos más vergonzosos en esa historia universal de la infamia que aún no se escribe, no sólo por constituir un genocidio, extendido en los siglos, del que ni hay cifras oficiales ni, lo que es peor, memoria histórica, al margen de los esfuerzos que por dejar oír su voz hacen los propios interesados y algún reducido apoyo de organizaciones solidarias, lo es, sobre todo, por la desvergonzada tergiversación que se ha hecho de ella, transformando naciones en tribus, seres humanos en salvajes, palabras en gritos…
Los indios no tenían dioses, sino espíritus a los que idolatrar; no tenían cultura, sino algunas habilidades artesanas; y lo que es peor, no tenían una industria del cine y de los medios que les permitiera escribir su propio guión, ese que alguna vez nos llevó a todos a jugar a indios y vaqueros, a emular a John Wayne o a tocar la trompeta de degüello con bárbara inocencia. Los pieles rojas quedaron condenados para siempre a pintarse la cara y dar vueltas, sedientos de sangre y cabelleras ajenas, alrededor de las caravanas civilizadoras, de los trenes del progreso.
El progreso, a los indios que sobrevivieron, los destinó a los circos y a los manicomios.De ahí que a nadie extrañe, según informa el boletín Democracy Now y puede leerse (en inglés) en la página http://www.lakotafreedom.com , que los sioux lakota, uno de los siete pueblos que formaban la nación sioux, hayan decidido declararse independientes de los Estados Unidos.Leer más...
04-01-2008Hace unas semanas, las elecciones en el país se presentaban como algo normal, sin embargo tras las mismas la situación se ha complicado y deteriorado haciéndose más presente que nunca el complejo puzzle que conforma la realidad de este estado africano.
La mayoría de los candidatos han debatido y defendido sus posiciones en un abanico de temas: economía, infraestructuras, corrupción, majimbo/ugatuzi (federalismo o devolución), educación, sistema sanitario y la constitución. Sin embargo nada más cerrarse las urnas, los dos candidatos mejos situados, el presidente saliente, Mwai Kibaki y el líder opositor Raila Odinga han agitado los fantasmas étnicos para defender cada uno su triunfo en las elecciones. Al mismo tiempo los seguidores de uno y otro se han lanzado a la calle en defensa de los argumentos de sus respectivos dirigentes.Leer más...
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