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sábado, agosto 12, 2006

TODO ESTÁ MUY BIEN, LO ÚNICO MALO ES QUE A FECAL YO NO LE CREO NI MADRES.

Editorialista del Reforma.

René Delgado.

Fechas críticas.

El calendario avanza y se aproxima a fechas críticas. La primera podría registrarse en los próximos días, cuando el Tribunal Electoral dé a conocer en forma oficial el reacomodo final de las cifras electorales, desahogue las otras impugnaciones que trae en la cartera y, en su momento, declare quién es el ganador de la contienda presidencial.

En ese momento, Andrés Manuel López Obrador tendrá frente a sí una disyuntiva importante en extremo: radicalizar la resistencia al resultado, o bien, replantear la estrategia para llevar por otro sendero y con otro horizonte la movilización desplegada.

A su vez, Felipe Calderón tendrá que mandar señales mucho más claras de su capacidad para encabezar y perfilar su probable gobierno sin desconocer al amplio sector que no sólo no votó por él sino que se siente víctima de un despojo.

Y es que, más allá de las cifras oficiales, la participación social en favor y en contra de ellos está en la calle y espreciso reencarrilarla por los canales institucionales para, entonces, reivindicar en serio a la política y conjurar el peligro de la confrontación y la violencia....

De ese modo, ambos candidatos tienen frente a sí una decisión importante que tomar en el curso de los próximos días.

Una decisión complicada que, como agregado, se ve afectada por cuatro elementos:
uno, la mediación del gobierno federal está descartada, el foxismo ni puede ni quiere asumir su responsabilidad en el problema;
dos, la participación social ha desbordado con mucho el liderazgo de cada uno de los candidatos;
tres, los esfuerzos por tender puentes entre ellos no han prosperado y,
cuatro, aunque oficialmente se niegue, la estabilidad política está afectada no sólo por el conflicto postelectoral.

Sólo el primitivismo, la ramplonería y el cinismo político pueden animar la idea de que a la fuerza del derecho debe seguir el derecho a la fuerza. Echar mano a los toletes y creer que así se repondrá el orden, sería el peor error de los muchos cometidos....

De Andrés Manuel López Obrador pueden criticarse muchas cuestiones e incluso inventarse otras, pero no puede ignorarse un hecho: tiene un liderazgo que hacía años no tenía registro en México y, por la razón o sinrazón que se quiera, ese liderazgo ha calado en un amplio sector social.

Ahora, Andrés Manuel se encuentra en una encrucijada. Llevar más allá de donde ha llevado el movimiento que lo anima puede colocarlo frente una responsabilidad en extremo delicada. Un error en la conducción de su liderazgo podría colocar en peligro al movimiento que ha levantado, en un grave apuro al gobierno perredista saliente y al entrante en la capital de la República que le significan su propia plataforma; en una situación complicada a la fuerza parlamentaria acumulada, o bien, puede ponerlo frente al riesgo de comenzar a registrar fisuras en el equipo de lugartenientes que hasta ahora lo acompañan.

Es claro que el tabasqueño es un tipo de político que escapa al modelo engendrado por nuestro sistema. No es de aquellos que lleva el juego al límite para, desde ahí, obtener posiciones ni prebendas por parte del contrario. Enarbola posturas, no negocia plazas. En buena medida, su fortaleza radica en eso.

Pero si no escucha más y con mayor atención a quienes lo acompañan y se replantea la estrategia de mediano plazo, corre el peligro de conducir al desfiladero su movimiento o irse quedando sólo de a poco. Si López Obrador quiere hacer política, no le queda más que hacerla.

Los siguientes pasos de Andrés Manuel dejarán ver si habita en él una inteligencia superior a la de Cuauhtémoc Cárdenas o el subcomandante Marcos que despilfarraron brutalmente su capital político. Cárdenas culminó su carrera como funcionario foxista, como el izquierdista bien visto por la derecha; y Marcos terminó como un actor de reparto que ni de extra consigue empleo político.

La encrucijada de Andrés Manuel es si debe o no construir en serio y encabezar igual ese movimiento que, desde sus primeros años como político, vislumbra como la mejor herramienta política para trabajar....

A su vez, Felipe Calderón tiene que mostrar si, en verdad, tiene la talla y el equipo para asumir la responsabilidad perfilada en el horizonte.Hasta ahora, el panista no se ha dejado ver como un político capaz de tomar por sí y con su equipo las riendas del problema que lo trae paralizado.

Por decisión propia o impuesta, el michoacano se ve cobijado por actores y factores de poder que, si bien hoy le ofrecen su respaldo, mañana sin duda le pasarán las correspondientes facturas o lo tendrán maniatado desde antes de que arranque su eventual gobierno.

Lo cobija lo peor del sindicalismo corporativista mexicano, los concesionarios que cortaron su taja del pastel del poder antes de que el poder estuviera en juego, algunos empresarios que ven en la ubre del gobierno el don de empresa y otros que entienden la responsabilidad social como la extensión de sus creencias religiosas.

Calderón no ha mostrado la personalidad que exige la responsabilidad que, de pronto, podría asumir y ni su partido ni el conjunto de su equipo cercano le dan ocasión de construir la complicada red política que, en caso dado, requeriría para poder desempeñarse como jefe del Ejecutivo.

No se ve en su equipo un verdadero operador político con las artes necesarias para aflojar las cuerdas que atrapan ahora al candidato ni para tejer aquellas otras que necesita para plantearse en serio el gobierno del país.El hecho de que en la próxima coordinación parlamentaria de su partido no se vea el menor influjo por parte de él no es muy buena noticia.

Asimismo, que el secretario Carlos Abascal prevea que el conflicto postelectoral se podría prolongar hasta los primeros días del próximo gobierno, deja ver que el foxismo ni la intención tiene de pavimentar el camino.

A semejanza de López Obrador, Felipe Calderón está frente a una encrucijada.Los apoyos de hoy son las resistencias de mañana y esa resistencia no es precisamente de origen perredista.

Por lo pronto, se nubla la posibilidad de pensar siquiera en las reformas laboral, energética, fiscal y de telecomunicaciones que exige el país, cuando se mira quiénes son aquellos que hoy lo respaldan con singular entusiasmo.Felipe Calderón tiene frente a sí una decisión importante que tomar....

Increíblemente, tanto Andrés Manuel como Felipe manejan en sus discursos, a su modo y estilo, planteamientos que en el fondo y por absurdo que parezca coinciden.

López Obrador habla de la transformación de las instituciones de un modo o de otro, Calderón subraya que junto con sus prioridades -empleo, combate a la pobreza y seguridad- está una reforma política porque el sistema electoral está agotado.

El primero lo dijo el anochecer del lunes; el segundo, el domingo al dirigirse a los próximos legisladores de su partido. Hay, aunque se quiera desconocer, puntos coincidentes que podrían transformarse en puentes de entendimiento entre ambos.Ahí es donde hay que presionar. En la exigencia de profundizar en ese tipo de planteamientos para empezar a construir y sacar a ambos de la encrucijada en que se encuentran. Pensar de otro modo es pensar perversamente y abrir la puerta a la idea de la eliminación del contrario, o bien, de la vulneración del próximo gobierno. Y hay perversos.

Comento: Quiero insistir en que la única diferencia en el planteamiento que hace Delgado es que Andrés Manuel siempre ha sido congruente en el pensar,decir y hacer y Fecal es un ambicioso vulgar, que en su estupidez y arrogancia, se ha convertido en un pelele de los aviesos intereses que lo llevaron a la posición en que se encuentra, y por lo mismo carece de autoridad moral e intelectual para plantear salidas a un conflicto que el mismo coadyuvó a generar.

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