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sábado, junio 17, 2006

EL RECUENTO "DEMOCRATICO" DE LA TRANSICIÓN.

René Delgado escribe en el Reforma:


La duda.

Ya casi en el final del espectáculo de mezquindad, miopía, suciedad y miseria política protagonizado por candidatos, gobernantes, dirigentes y autoridades, queda una duda: esta larguísima campaña, ¿consolida o debilita a la democracia mexicana?.

No hay asomo de burla en la pregunta. Sencillamente plantea la interrogante porque la respuesta, por fortuna, no es de los políticos sino de la ciudadanía. La campaña viene en descenso, la ciudadanía en ascenso. La hora ciudadana se aproxima. Está por darse la respuesta....

Reseñar qué pasó a partir de julio de 2003, cuando Vicente Fox renunció al Poder Ejecutivo porque el electorado le negó el Poder Legislativo y precipitó la sucesión, es hacer la crónica de una infamia política donde ni el mismo presidente de la República escapa a la acusación de antidemócrata.

El elenco de participantes en esa puesta en escena es y fue nutrido. Ladrones de izquierda, centro y derecha, interesados en el cambio pero sobre todo en la morralla. Júniors abusivos, no de la herencia de sus padres, sino de los recursos y resortes del gobierno.

Señoras enamoradas del poder pero casadas con la ineptitud política. Delfines frustrados pero con flotadores. Pandilleros con tatuajes tricolores. Pedófilos con fuero. Rateros maquillados de gobernadores. Maestras sin guía. Saqueadores sindicales con fuero.

Hombres honestísimos, sorprendidos por muy malos colaboradores. Amantes de corruptores, dispuestas a traicionar hasta a su partido. Enanos crecidos. Presidentes desbocados. Secretarios de Estado en muy mal estado.

Guías morales con la moral perdida. Consejeros deformados desde su origen. Militantes vergonzantes, con credencial de intelectuales. Ministros coludidos. Y, desde luego, macheteros, guerrilleros desarmados, criminales sin medida, tránsfugas políticos siempre con posibilidades y fiscales -muchos fiscales- incapaces de consignar un solo culpable.El elenco que participó en esa puesta en escena fue ése. Una auténtica troupe de antidemócratas disfrazados....

Del escándalo de los videos a la propaganda negativa endiosada por Acción Nacional con escala en el desafuero frustrado, la reseña deja muy mal parada a esa élite que, a pesar de la ciudadanía, insiste en hacer de la política un patrimonio exclusivo de sus intereses.

Un instrumento, no para fortalecer la democracia, sino para conculcarla y ejercer el poder a conveniencia o capricho personal o grupal, vamos, ni siquiera partidista.No hubo un solo asunto del interés nacional que no fuera utilizado como ariete en el pleito, marcado por la ambición desmesurada de poder.

Volaron reformas. Se regaló soberanía (espectro radioeléctrico). El procurador de la República quedó como despachador de exoneraciones y acusaciones según el caso en turno. Los programas de gobierno fueron ofertas del mercado político. Se destrozaron partidos. El populismo fue fustigado desde la plataforma de la demagogia. Se cimentaron obras en pilares de popularidad y clientelismo.

Se violaron secretos para derrotar aspiraciones o vulnerar prestigios. De videos y grabaciones clandestinas se hizo un recurso privilegiado para exhibir al enemigo. Y lo que no se usó en la triste causa se descuidó por la distracción en turno.El cinismo político no tuvo límite.

Hoy mismo, viejas prácticas directamente relacionados con el autoritarismo, la impunidad y la arbitrariedad forman parte del inventario utilizado para crearle problemas al adversario o para meter en problemas a la autoridad establecida. Y, en este punto, hasta sangre hubo. Hay mineros muertos, hay estudiantes muertos, hay vecinos muertos, gente lastimada en su integridad o mujeres víctimas de abuso... pero los muertos de hoy ni siquiera tienen asesino.

Tan interesado en los derechos humanos, a Vicente Fox ni curiosidad le da saber quién mató o lastimó a esas personas porque, después de todo, el asunto no impactó gran cosa en su popularidad. Tal pareciera que hay mayor interés en los crímenes políticos de ayer... que en los de hoy.

En todos los casos, del Estado de derecho se hizo un chascarrillo que de tanto contarse se convirtió en un mal chiste. Nomás falta que el guerrillero exija fuera de tiempo el cambio de domicilio para poder votar, o que el secretario del Trabajo le pida perdón a Napoleón a cambio de reconocerlo como funcionario, o que los granaderos exijan como prestación laboral repartir toletazos aunque fracasen sus operativos, o que el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México se construya en el extranjero porque aquí no se puede. Eso sí, todo conforme a derecho....

De la traición que, en política, no necesariamente es un disvalor, aquí se hizo requisito indispensable para hacer política.El candidato doctrinario elegido por el partido terminó siendo un pragmático sin principios que hizo campaña sin mirar a la militancia ni a la doctrina ni al partido, resultó un Vicente Fox mal hecho y sin carisma.

El candidato de la izquierda moderna terminó echando mano de los más viejos ardides de la lucha de clases pero incorporándole dosis de la mercadotecnia política que tanto le disgusta, para rematar diciendo: no soy como me presento.

El candidato del centro terminó sin discurso, sin partido, sin dirigencia, atenazado por los gobernadores que lo hundieron, fuese porque nunca lo sintieron suyo o porque su complicidad no les exigía una mejor compostura durante la campaña.

Hasta el mismo presidente de la República se concibió como candidato de una campaña que ahora lo deja desnudo y sin autoridad.

Ante ese cuadro, los factores reales de poder resolvieron actuar nomás en función de sus intereses y no en los de la democracia. Las televisoras aseguraron una muy buena tajada del pastel del poder, aun antes de que éste entrara al horno. Algunos empresarios salieron en defensa de la participación ciudadana, pero en función del candidato de su personal predilección. La principal lideresa sindical jugó a colocar fichas en todas las mesas para asegurar su propia sobrevivencia. Y, como en las últimas ocasiones, Carlos Salinas de Gortari falló en la estrategia de su perversión política....

El punto interesante en todo esto es que, a pesar de las limitaciones impuestas por los políticos a la ciudadanía para participar e involucrarse seriamente en el destino nacional, la respuesta de si esta campaña consolida o debilita a la democracia es de los ciudadanos y no de los políticos.

La calificación de la conducta y la actuación política, la pone la ciudadanía. Por ello, es menester ir a la urna y, sin miedo ni prejuicio alimentado por la propaganda, votar por aquello que se cree y se quiere. Luego, involucrarse más en la cultura de la rendición de cuentas. Salir de la idea de que, otorgado el voto, termina la ciudadanía.

La hora ciudadana debe expandirse, salir del casillero o casilla electoral en la que la élite política quiere confinarla.Pueden los políticos seguir ignorando el mandato ciudadano que, desde hace nueve años, propone un gobierno dividido para debatir y equilibrar las decisiones nacionales. Los políticos pueden hacerlo, la ciudadanía no debe renunciar a realizar un país distinto, donde los antidemócratas de hoy encuentren el límite de su demagogia y de su desmesurada ambición de poder.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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