Cuahutemoc Arista en Proceso:
La democracia de los medios.
cuauhtémoc arista.
México, D.F., 27 de abril (apro).- Al día siguiente del pseudodebate entre cuatro de los cinco candidatos presidenciales, el PRI y el PRD decidieron frenar su aprobación a los ajustes que requiere la “Ley Televisa” pues, en su prisa por imponerla, los responsables de la torpe operación legislativa dejaron esa opción.
El foxismo se contagia.Tras la sucesión de spots que la CIRT y la mayoría de los comentaristas siguen llamando debate, Roberto Madrazo comprobó el corto alcance de la memoria política de los señores de la televisión y se apalancó en la fracción priista para ver qué recupera de los compromisos asumidos, a cambio de abortar el debate legislativo.
Y es que, al tratar el asunto de la “Ley Televisa”, los senadores madracistas y calderonistas, al igual que los diputados en pleno, todavía no caían en la cuenta de que el debate “es un derecho, no de los legisladores, sino de la ciudadanía”.
Tampoco sabían entonces que era necesario “confrontar propuestas para elegir la mejor opción”. Simplemente aprobaron el proyecto. No creo que esa “desconocida” que le pusieron los dueños de los medios a Madrazo fracture este mes la necesaria complicidad del PAN-gobierno y el PRI con las televisoras, a los cuales une la patriótica causa de impedir que López Obrador llegue al poder.
Sin embargo, el PRI ya caló el grado de compromiso de las televisoras con el foxismo, debido a que este es la forma de gobierno ideal para los poderes que, hasta hace poco, eran informales, pues deja vacíos que éstos se apresuran a llenar con un alto sentido de responsabilidad democrática.
Porque todo se hace en nombre de la democracia. En una democracia, dice Fox, nadie calla a nadie. Pero él intenta silenciar a las publicaciones que revelan lo que él no desea que se sepa, y las televisoras quitan el audio a los políticos que se le oponen.
Es propio de las democracias criticar a cualquier político, a cualquier proyecto, a cualquier poder. Pero si López Obrador critica al Presidente, qué falta de respeto; si critica a la prensa, qué autoritario, y si a sus rivales, qué soberbio. Si se limita a difundir su idea de gobierno, eso es ya francamente inadmisible, para decirlo con la palabra de varios columnistas. Ya se sabe, México no está para eso, la gente no merece tal o cual cosa y, por supuesto, es un peligro para México.
Si se reúnen todas esas ideas de la democracia postuladas por el tándem de pensadores proclives al foxismo, se puede imaginar a la democracia mexicana como un monstruo peor cosido que el del doctor Frankenstein: uno como el del doctor Simi o, peor, como el del doctor Rubén Aguilar.¿Cuál es el costo de que triunfe esa democracia definida desde las camarillas que actualmente detentan el poder?.
Es lo de menos, ya se podrá armar otra campaña para ocultar la caída del país del lugar 12 al 34 (reportada por la tribu perredista conocida por sus siglas FMI), o armar otro pseudodebate mientras se desvanece la información sobre los asesinatos del día o la corrupción en la familia presidencial.
A final de cuentas, los consorcios televisivos continuarán demostrando, con su propio ejemplo, que los regímenes transpriistas bajo el logo del PAN siguen procurándonos bonanza económica a todos los mexicanos.
Apenas un día después de que se reventaron las burbujas de las encuestas telefónicas inmediatas al intercambio de saludos entre candidatos, en la prensa comenzó a admitirse que fue “evidente” la operación mediática para inflar a Felipe Calderón, mediante esquemas que conocemos porque no se han dejado de utilizar en el reiterado modelo de comunicación gubernamental, lo cual no impidió que la prensa participara en ese “operativo”, ya sea por convicción propia o para estar en la jugada periodística.
Por su parte, el Calderón lo niega utilizando el argumento del caricaturista Rapé: lo que pasa es que la televisión engorda...Puede estar tranquilo el último presidente de usos y costumbres priistas, Vicente Fox, y seguir violando la ley al utilizar actos de gobierno y su investidura para apoyar a su candidato de flojera, en vez de promoverlo legítimamente con su militancia y aprovechando la buena aceptación de su figura pública.
Al menos, ésta se la atribuyen “Luxor” y “Mohawk”, y con ellos los analistas que forman su criterio navegando suavemente por la superficie de la información mediática, los que repetían su exigencia de que López Obrador acudiera al “debate” a presentar propuestas, pero después evaluaron a los candidatos por su “imagen”.
Por ahora, los continuistas confían en que la mayoría de los votantes premie el uso electoral de los programas sociales y de las instituciones, apoyen la conversión de las filtraciones en arma política, acepten la censura periodística desde la Presidencia, aplaudan el cuatachismo en la asignación de cargos públicos y legitimen la figura de coalición de servidores públicos cuando se trate de eliminar a un adversario político.
Esperan que, al votar por Calderón, los ciudadanos adiestrados en los usos de la democracia definida tan convenientemente, regularicen la guerra sucia de los partidos, para que los candidatos sigan diciendo que tienen manos limpias, avalen la actuación de Marta Sahagún y reediten su figura en Margarita Zavala de Calderón, repitan el esquema Bribiesca Sahagún con el resto de los familiares del candidato del empleo familiar y, por supuesto, olviden la inclusión de los hermanos Fox en el Fobaproa y la valentía con la que Vicente ofreció en un “debate” su “llave” de la auditoría de Mackey para luego interponer desde la Presidencia una controversia, a fin de evitar que se conocieran los datos completos.
De ser así, todos los continuistas y los poderes ya semiformales avanzarán en su intento de controlar los efectos de los votos de sectores sociales mayoritarios, pero peligrosamente ignorantes de las prioridades del país. El camino del bien común pasa por la transición al voto indirecto de la democracia representativa. Por eso todos sus ejemplos comienzan: “En Estados Unidos...” Cuando el ciudadano estadunidense Emilio Azcárraga logre esa otra reforma constitucional, todos estarán felipes y contentos.
Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.
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viernes, abril 28, 2006
LA MEDIOCRACIA.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 5:58 p.m.
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