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viernes, abril 18, 2008

La nostalgia de La Chole

Hoy me dieron ganas de contestarle a Soledad Loaeza. Aquí está su diatriba rabiosa:

Nostalgia reaccionaria

La reforma energética ha sido un pretexto para que los más devotos de los lopezobradoristas ofrezcan una pobre escenificación de sus fantasías revolucionarias. Con su retórica y sus acciones ponen al descubierto la nostalgia por un heroísmo que pretenden encarnar, pero que no han demostrado, ni ellos ni su líder, porque ninguna de sus iniciativas ha supuesto riesgo alguno. No está en juego su vida, ni siquiera tuvieron el coraje de mantener una huelga de hambre, seguramente porque ahí sí podían hacer el ridículo de no aguantarse el hambre. En las últimas semanas tampoco se han jugado su inteligencia porque sabemos cómo brincan y cómo gritan, sabemos que las supuestas violaciones a la Constitución los hacen llorar, que se indignan hasta perder la respiración, que tienen la fuerza para mover curules, pero nos han mantenido en la ignorancia de su capacidad para debatir, de sus argumentos y de su capacidad de razonamiento. El único riesgo que corren es el de perder votos, pero, como bien sabemos, para AMLO y sus fieles se trata de un asunto menor.

No hay duda de que la ocupación de la avenida Reforma durante el verano de 2006 fue una estrategia mal pensada y cara en términos electorales, que acarreó el desplome del apoyo que López Obrador y el PRD acumularon durante la campaña electoral. De suerte que recurrir a esta misma estrategia de bloqueo, pero ahora en el Congreso, parecería inexplicable. Sin embargo, no lo es tanto si escuchamos con atención las recientes declaraciones del líder del FAP que confirman lo que siempre supimos: que le importan muy poco las boletas en la urna –que para los perredistas sólo son frágiles papelitos sin valor. De ahí su alegre disposición a sacrificar nuevamente las posibilidades electorales de sus partidos –porque ya tiene tres–, y su falta de previsión frente a las elecciones de 2009 en las que sus bancadas podrían verse minimizadas frente a la probable recuperación del PRI. Cuando los lopezobradoristas ponen en juego, como lo están haciendo con sus acciones cegehacheras, su fuerza electoral, no dan prueba de audacia, sino de una profunda e inconmovible indiferencia ante la legitimidad democrática, a la que atribuyen una importancia secundaria frente a la convicción de que AMLO es el único y verdadero representante del pueblo. A los lopezobradoristas tampoco les interesan los votos porque no creen en la división de poderes, ni en el papel que toca al Poder Legislativo en la construcción de decisiones de gobierno. Su propuesta de debate nacional sobre la reforma expresa ese desdén, así como la vitalidad de la tradición presidencialista de los priístas que han colonizado la izquierda mexicana. Este tipo de discusiones extramuros se justificaba cuando el Congreso no era representativo, pero aceptarlas ahora es hacer a un lado algunos de los resultados patentes de la democratización, equivale a desconocer la calidad de los legisladores como representantes legítimos de la soberanía popular.

Los lopezobradoristas nostálgicos de una revolución que nunca hicieron, y que probablemente tampoco harán porque ya son muy viejos, porque en el fondo adonde los lleva su líder es a una restauración priísta, porque lo único que les interesa es colocarse el halo de los revolucionarios de los 60, o simplemente porque el contexto democrático en el que actúan reduce la eficacia de semejante estrategia, adoptan sin embargo los gestos y el lenguaje de esa tradición. Poco imaginativos que son invitan a formar “brigadas”, “comandos”, como si estuviéramos en el amanecer de la revolución cubana; cuando organizan a las adelitas, evocan las imágenes románticas de la Revolución Mexicana que creó el Indio Fernández en la edad de oro del cine nacional, a sabiendas de que nada tienen que ver con las verdaderas adelitas que realmente se arriesgaban en el campo de batalla para cuidar a su Juan. Alguna habrá que hasta María Félix y enamorada se sienta. Asimismo, en los enardecidos discursos de los responsables de la movilización resuenan los ecos de los relatos heroicos de los exiliados españoles o latinoamericanos que en los años 30 o en los 70, se jugaron la vida luchando contra dictadores o grupos paramilitares. Hablan como Regis Debray en una entrevista que se publicó hace algunos años, en la que a la pregunta de por qué había querido hacer la revolución en América Latina respondió que como no había podido participar en la Guerra Civil Española, o en la resistencia antinazi en Francia porque era muy joven, había optado por vivir esa aventura en tierras latinoamericanas. O sea, más que una causa lo que movió a Debray a unirse al Che fue el gusto por la descarga de adrenalina. Poco le importaba el costo que para muchos otros tuvo su fantasía revolucionaria.

En el verano de 2006 AMLO mandó las instituciones al diablo. Su condena no fue el ex abrupto de un exaltado, sino la expresión de su muy personal visión de la política, una en que las instituciones –todas y no solamente las electorales– son un estorbo para la voluntad del líder. También lo son los votos en las urnas cuando son insuficientes para apoyar las pretensiones de representatividad absoluta, porque son una prueba de realidad para las fuerzas políticas, son la única medición aceptable de su verdadera fuerza; de ahí que resultados electorales sean inadmisibles para quienes, montados en un acto de voluntad, se empeñan en creer que sólo ellos representan al pueblo, aun cuando el pueblo mismo no lo sepa. La movilización en las calles es también una manera de desconocer el rigor de los votos que devuelven a la realidad a los políticos, es puritito romanticismo, y en política eso nunca lleva a un final feliz.


y a continuación la respuesta


La chole y su nostalgia


La movilización en defensa del petróleo ha servido para que los más reaccionarios herederos ideológicos de los cristeros, como Soledad Loaeza, ofrezcan una pobre dramatización de sus propias perturbaciones de la infancia, cuando alguien les dijo que los Reyes Magos no existían. Con su cinismo, superficialidad y sus aspiraciones porfiristas ponen al descubierto su nostalgia profunda por la sumisión que nos mantuvo al margen de la democracia y la participación ciudadana, que Soledad, junto con su tribu de intelectuales orgánicos y la gran camada de burócratas pragmáticos han mantenido secuestrada, y que por lo visto, así la quieren mantener.
No hay heroísmo, desde la perspectiva de Soledad (llamémosle la Chole, porque ya le agarramos confianza), mientras no haya derramamiento de sangre o inanición en nuestras filas (brincos dieran). Como comentario al respecto, sería muy bueno que revisara el siguiente blog http://hambreyresistencia.blogspot.com , en el que se estuvo relatando día con día la huelga de hambre que sostuvieron los miembros del comité de coyoacán en la Puerta Mariana…digo, para que se de un ligero quemón.


Nosotros también sabemos de las dificultades del escritor y/o locutor por consigna para jugarse la inteligencia para defender los intereses patriarcales (que no patrióticos), rasgándose las vestiduras por los supuestos atentados contra la democracia, llorando de impotencia por la obstrucción de la vialidad en dos cuadras de la calle Tacuba, indignándose por la nacada que tienen qué ver desde las ventanas polarizadas de sus Range Rover (o no sé cuál esté de moda ahorita), pero, como si fuera infomercial, nos muestran debates artificiales en que todos los de la mesa dicen lo mismo pero con diferentes palabras. El único riesgo que corren al coger la pluma, es el de ser contaestatario, porque entonces sí se las tendrían qué ver con los poderes fácticos (pregúntenle a Lydia Cacho).


No hay duda que la arremetida recurrente contra nuestro movimiento les causa parálisis facial de la emoción, y los lleva a imaginar escenarios ideales como la pérdida de apoyo al proyecto que encabeza AMLO. De tal suerte que resulta monótono su discurso, y también resulta inexplicable que, ante la gran cantidad de información disponible en las calles acerca del movimiento, la Chole se siente cómoda en su sillón a escribir los monólogos de la vejiga. Sin embargo, no lo es tanto si observamos con atención que el trabajo pseudoperiodístico oficialista es bien remunerado, pues no requiere un esfuerzo físico y poco esfuerzo mental, fundamentando su discurso en consignas bien delineadas. Para la Chole y su tribu, el periódico es sólo un frágil papelito para usar a la hora de hacer las necesidades a falta de papel higiénico, y no un espacio de información y opinión soportada por la neurona en vez de la tripa. De ahí su alegre disposición a sacrificar centímetros de papel periódico en insultos cursis contra quien se atreve a tener un pensamiento alternativo, que a su modo de ver, representaría pérdidas en las urnas, cuestión mucho más importante que la pérdida de soberanía. Cuando la tribu chayotera pone en juego su credibilidad con sus sesudos escritos paranoicos, no dan prueba de audacia, sino de un tremendo valemadrismo por lo que deberían representar los medios de comunicación: un espacio de reflexión, y no un club de toby con la facultad exclusiva de legitimar actividades corporativas institucionales y hasta ciudadanas, al grado de que dan aval por los atentados a la democracia que lleve a cabo el partido gobernante, y dictan sentencias contra quien no actúa en consecuencia de estos atracos. A la tribu chayotera también le tiene sin cuidado el papel de los medios de comunicación a la democracia, pues no creen en ella, aduciendo que la única participación ciudadana admisible es el sufragio y punto, por lo que el debate nacional debe reducirse a transacciones en el congreso y sus correspondientes pagos traducidos en nuevos cotos de poder. Por supuesto que los lopezobradoristas cuestionamos la legitimidad de las decisiones tomadas en este contexto.

La chole, nostálgica por aquellos tiempos en que la ciudadanía votaba y luego se callaba, y en que los movimientos sociales no tenían un espíritu reformista, adopta los gestos y expresiones propios de esa época idílica en que los luchadores sociales eran efectivamente acribillados en el campo de batalla, y en el que las adelitas no tenían acceso a una participación ciudadana en las urnas y en la discusión política, en la que, a su modo de ver, la lucha de las mujeres únicamente consistía en arriesgar el pellejo por su Juan. Y más aún, la chole considera al movimiento social una fantasía juvenil, en la que las mujeres de la tercera edad, junto con jóvenes y madres de familia se dedican a doparse con adrenalina para cumplir los sueños románticos cinematográficos que poco retratan la verdadera revolución mexicana. ¡Inconcebible que las mujeres tengan más ideales que los telenoveleros!


En el 2006, AMLO mandó al diablo SUS instituciones secuestradas en nombre de la corrupción, pidiendo que se restaure un auténtico estado de derecho en el país. Y ésta ideología parece ser un estorbo para los dueños del dinero, por lo que la tribu chayotera una y otra vez sacan esta frase de contexto para “explicar” el autoritarismo y el espíritu antidemocrático de AMLO, quien, según la Chole, nos representa por la fuerza a los dejadotes que van una y otra vez al zócalo, y a los dejadotes que firmamos cartas compromiso para defender la patria, que no reconocemos los cauces “democráticos” que han ido desmantelando uno por uno nuestros medios de subsistencia como país soberano.

Pero no…mientras la Chole no vea sangre, el movimiento social es puro romanticismo y no tendrá un final feliz. Con razón le gusta tanto estudiar al PAN: encuentra mucho cinismo y sangre ahi.

2 comentarios:

dracco dijo...

pacaaaaa te amlooooooo

dracco sin miedo

Mundo el Gallo dijo...

Felicidades Paquita, te dejaste cai la greña... Saludos desde Juaritos
Mundo el Gallo