Por Eduardo Ibarra Aguirre
A un abogado, economista y político profesional como Felipe de Jesús Calderón Hinojosa que, además, despacha en Los Pinos desde hace 372 días, es decir: no es un novato, se le puede pedir un mínimo de coherencia política e institucional sin ánimo de amargarle el día. Esto último lo aclaro porque dicen los panistas que lo conocen de cerca: “Es muy pinche rencoroso”.
Lo sea o no, es su problema. Yo vivo de y para la crítica de todo aquello que es público. Lo privado, mientras no sea sobrepuesto a la nación, como lo hizo la célebre pareja presidencial , no es del interés público.
En la euforia del festejo por el primer año de gobierno, Calderón Hinojosa rehusó opinar sobre la práctica absolución de la Suprema Corte de Justicia la Nación a favor de Mario Plutarco Marín Torres , como violador reincidente de las garantías individuales de Lydia Cacho Ribeiro , en diciembre de 2005, tanto en Cancún, Quintana Roo, como durante el traslado a Puebla de los Ángeles y el encarcelamiento.
Con una fórmula que recuerda los tiempos de la retórica priísta, el de Morelia no quiso rescatar que el 17 de febrero de 2006, cuando saturaba al país de promesas y de propaganda negra suscrita por membretes de Acción Nacional, le sacó una tarjeta roja al góber precioso , le exigió que renunciara y solicitó al Congreso poblano que iniciara un juicio político.
Es de sabios cambiar de opinión. En particular para el inquilino principal de Los Pinos, ávido de alianzas y apoyos priístas. Y 22 meses después da un viraje de 180 grados con el discurso del “respeto absoluto” a la SCJN y también al Poder Legislativo, por supuesto que –voz engolada de por medio: “sin menoscabo de tener yo mi propia opinión, la cual me reservo para precisamente no lesionar una relación institucional y respetuosa entre poderes”.
¿Le interesa a usted, amable lector, la “opinión personal” de alguien que no tiene los tamaños políticos para hacerla del conocimiento de sus gobernados?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario