Pedro Echeverría V.
1. El repudio generalizado entre la población mexicana contra el monumento de Vicente Fox, que mandaron colocar en la plaza del municipio de Boca del Río, Veracruz, se concretó hoy sábado al ser derribado el ofensivo monumento por unas 200 personas de aquel lugar. Fox fue uno de los presidentes de la República más corruptos de la historia y, precisamente por ese motivo, ordenó a sus incondicionales gobiernos del PAN la erección del armatoste. Pero así como cayó esa ostentosa estructura metálica, de la misma manera fueron derribadas las que se erigieron a los presidentes José López Portillo (JLP) en Campeche a principios de los años ochenta y a Miguel Alemán Valdez (MAV) frente a la rectoría de Ciudad Universitaria del DF a principios de la década de los cincuenta. Y casualmente esos tres presidentes han pasado a la historia con los grados más altos de corrupción, muy por encima de sus antecesores y sucesores.
2. Al gobierno de Alemán (1946/52) correspondió la construcción de la gigantesca y bellísima Ciudad Universitaria, inaugurada en 1952. Antes de esta fecha las escuelas, facultades y oficinas de la UNAM estaban dispersas en el bello centro histórico colonial de la ciudad de México, en la zona de los alrededores del hoy edificio de la SEP y a una o dos cuadras del Zócalo de la ciudad. Fue en el sexenio de Ávila Camacho cuando se expropiaron los terrenos del Pedregal de San Ángel (unos 25 kilómetros del centro) y en 1946 fueron entregados a la Universidad. Al terminar la construcción de CU, Alemán se mandó erigir un monumento de cuerpo entero a un costado del alto edificio de la rectoría. Los estudiantes le pusieron dinamita una de esas noches y los destruyeron y, aunque el gobierno ordenó ponerle una estructura metálica, fue tanto el odio a ese personaje, que después de una segunda ocasión, se ordenó quitarla para siempre.
3. Alemán fue funesto. Muchos amigos de Alemán, escribe Krauze, fuera y dentro del gobierno, se acogieron con gusto a la oferta de “pan” presidencial y se hicieron ricos gracias a las concesiones oficiales. Se creó una mentalidad monopólica y concesionaria. Un vendedor de automóviles lograba que el gobierno le comprara sus unidades de manera unilateral y sin competencia. Los funcionarios que poseían empresas lograban que el gobierno les comprara grandes partidas y los que no tenían empresas las fundaban para servir y surtir a sus ministerios. Un subdirector del IMSS estableció un negocio de medicinas. Si el gobierno anunciaba un proyecto de construcción, los funcionarios organizaban la compra de terrenos. Al terminar el sexenio muchos de los trinquetes y malos manejos aparecían publicados en libelos y folletos, pero sin que se siguiera juicio alguno. Así fue y así ha venido siendo hasta ahora, en los sexenios priístas y los de los panistas Fox y de Felipe Calderón.
4. De la misma manera cayó la estructura monumental que el gobierno campechano de Echeverría Castellot levantó a López Portillo en la avenida que conecta a las murallas cercanas al mercado de la ciudad de Campeche con la carretera Mérida/México, como agradecimiento a los “favores recibidos”. Los humildes campechanos no resistieran la afrenta de tener en su ciudad la estructura erecta de un personaje (López Portillo) que también fue el más corrupto y despilfarrador de su tiempo. En su sexenio (1976/82) aprovechó la gran producción del petróleo y sus altos precios para destapar una gran dilapidación de los miles de millones de dólares, producto de la venta de ese recurso no renovable, para gastarlo en grandes obras suntuosas y fracasadas. Al final, con la caída de los precios, llevó al país a la gran crisis 1981/82 que tanto dañó la economía y la vida de la población. Al concluir su gobierno se destaparon grandes propiedades del JLP.
5. Personalmente me disgustan esos símbolos de poder, por eso gocé de alegría ver caer la estatua de Fox, de ese personaje que tanto mal hizo a los oprimidos de México en su sexenio, mientras él y su esposa, así como los familiares de ambos disfrutaban, y aún gozan, por tanto despojo que hicieron al presupuesto y a los recursos del país. A los gobiernos panistas, carentes de personajes históricos porque sus militantes sólo abrazaron los negocios, están muy inclinados a fabricar monumentos a personajes que nada representaron. En Mérida Yucatán han levantado un enorme monumento a las haciendas henequeneras, mismas que fueron grandes centros de explotación en la época porfiriana. No son ignorantes de la historia, saben que con ese monumento reivindican a los viejos hacendados que en número de 300 llegaron a poseer mil 500 haciendas donde se explotó intensamente el trabajo esclavo de cientos de miles de indígenas.
6. En México los monumentos que predominan en calles, plazas y edificios son los de Hidalgo y Morelos (Independencia), Juárez (Reforma), Zapata (Revolución) y Cárdenas (1934/40) Son los héroes o personajes del liberalismo aprobados por los campesinos y demás trabajadores, así como los diferentes gobiernos que heredaron la Revolución Mexicana (1910/17) A los panistas y a la derecha les disgusta mucho la existencia de una historia oficial liberal y los héroes que produjo. En Mérida a los panistas les agrada el aristocrático paseo bautizado con el nombre del conquistador español Francisco de Montejo, construido en 1888, por los hacendados henequeneros en plena época porfirista, buscando imitar a los Campos Elíseos de París y al paseo de la Reforma de la ciudad de México. Levantan monumentos a panistas como al poderoso empresario Clouthier o de Correa Rachó a una avenida de Mérida por haber sido alcalde municipal.
7. Mi amigo, el viejo Antonio Betancourt hoy fallecido, me dijo hace unos 20 años que era muy peligroso dejar a las masas sin héroes, himnos y banderas, es decir sin símbolos, porque luego las dejábamos sin tener donde sostenerse. Me dio la impresión de que no había que dejarlas sin dioses o caudillos. Pienso que por eso se erigen los monumentos, se obliga a hacer honores a las banderas y a cantar los himnos en nombre de “la patria”. Sirven para que las clases dominantes reafirmen su poder y las masas aprendan a respetar a quien los domina. Por eso los panistas el día de hoy condenaron el derrumbe del monumento de Fox y que haya sido arrastrado por la multitud a muchos metros de distancia. Ojalá que eso sirva para que los legisladores profundicen la investigación sobre los desvíos de Fox y su familia y para que los funcionarios panistas abran los archivos que han venido bloqueando por muchos años.
8. Los monumentos erigidos a políticos, pero también a otras personas, me parecen ofensivos símbolos de poder. Generalmente son construidos por la clase dominante a sus compañeros de partidos y de ideología. Podría admirar particularmente a Marx y Bakunin, a Flores Magón y a Cioran, a Mozart y a Lenon, a Bergman y a Woody Allen, al Che o a Malcom X, pero no promovería la construcción de sus monumentos, tampoco colgaría sus cuadros en las paredes, mucho menos que se hicieran playeras con sus efigies. Lo importante es conocer bien sus pensamientos y ubicarse en lo que ellos plantearon como ideas y práctica social. No es cierto que los monumentos sirvan para perdurar la memoria, tal como sucede en el cementerio o los panteones. Lo que he visto es que en sus cabezas y hombros se zurran los pájaros y en sus pies orinan los perros. Los monumentos, las calles, las escuelas, siempre han llevado nombres aconsejados por el poder.
pedroe@cablered.net.mx
1. El repudio generalizado entre la población mexicana contra el monumento de Vicente Fox, que mandaron colocar en la plaza del municipio de Boca del Río, Veracruz, se concretó hoy sábado al ser derribado el ofensivo monumento por unas 200 personas de aquel lugar. Fox fue uno de los presidentes de la República más corruptos de la historia y, precisamente por ese motivo, ordenó a sus incondicionales gobiernos del PAN la erección del armatoste. Pero así como cayó esa ostentosa estructura metálica, de la misma manera fueron derribadas las que se erigieron a los presidentes José López Portillo (JLP) en Campeche a principios de los años ochenta y a Miguel Alemán Valdez (MAV) frente a la rectoría de Ciudad Universitaria del DF a principios de la década de los cincuenta. Y casualmente esos tres presidentes han pasado a la historia con los grados más altos de corrupción, muy por encima de sus antecesores y sucesores.
2. Al gobierno de Alemán (1946/52) correspondió la construcción de la gigantesca y bellísima Ciudad Universitaria, inaugurada en 1952. Antes de esta fecha las escuelas, facultades y oficinas de la UNAM estaban dispersas en el bello centro histórico colonial de la ciudad de México, en la zona de los alrededores del hoy edificio de la SEP y a una o dos cuadras del Zócalo de la ciudad. Fue en el sexenio de Ávila Camacho cuando se expropiaron los terrenos del Pedregal de San Ángel (unos 25 kilómetros del centro) y en 1946 fueron entregados a la Universidad. Al terminar la construcción de CU, Alemán se mandó erigir un monumento de cuerpo entero a un costado del alto edificio de la rectoría. Los estudiantes le pusieron dinamita una de esas noches y los destruyeron y, aunque el gobierno ordenó ponerle una estructura metálica, fue tanto el odio a ese personaje, que después de una segunda ocasión, se ordenó quitarla para siempre.
3. Alemán fue funesto. Muchos amigos de Alemán, escribe Krauze, fuera y dentro del gobierno, se acogieron con gusto a la oferta de “pan” presidencial y se hicieron ricos gracias a las concesiones oficiales. Se creó una mentalidad monopólica y concesionaria. Un vendedor de automóviles lograba que el gobierno le comprara sus unidades de manera unilateral y sin competencia. Los funcionarios que poseían empresas lograban que el gobierno les comprara grandes partidas y los que no tenían empresas las fundaban para servir y surtir a sus ministerios. Un subdirector del IMSS estableció un negocio de medicinas. Si el gobierno anunciaba un proyecto de construcción, los funcionarios organizaban la compra de terrenos. Al terminar el sexenio muchos de los trinquetes y malos manejos aparecían publicados en libelos y folletos, pero sin que se siguiera juicio alguno. Así fue y así ha venido siendo hasta ahora, en los sexenios priístas y los de los panistas Fox y de Felipe Calderón.
4. De la misma manera cayó la estructura monumental que el gobierno campechano de Echeverría Castellot levantó a López Portillo en la avenida que conecta a las murallas cercanas al mercado de la ciudad de Campeche con la carretera Mérida/México, como agradecimiento a los “favores recibidos”. Los humildes campechanos no resistieran la afrenta de tener en su ciudad la estructura erecta de un personaje (López Portillo) que también fue el más corrupto y despilfarrador de su tiempo. En su sexenio (1976/82) aprovechó la gran producción del petróleo y sus altos precios para destapar una gran dilapidación de los miles de millones de dólares, producto de la venta de ese recurso no renovable, para gastarlo en grandes obras suntuosas y fracasadas. Al final, con la caída de los precios, llevó al país a la gran crisis 1981/82 que tanto dañó la economía y la vida de la población. Al concluir su gobierno se destaparon grandes propiedades del JLP.
5. Personalmente me disgustan esos símbolos de poder, por eso gocé de alegría ver caer la estatua de Fox, de ese personaje que tanto mal hizo a los oprimidos de México en su sexenio, mientras él y su esposa, así como los familiares de ambos disfrutaban, y aún gozan, por tanto despojo que hicieron al presupuesto y a los recursos del país. A los gobiernos panistas, carentes de personajes históricos porque sus militantes sólo abrazaron los negocios, están muy inclinados a fabricar monumentos a personajes que nada representaron. En Mérida Yucatán han levantado un enorme monumento a las haciendas henequeneras, mismas que fueron grandes centros de explotación en la época porfiriana. No son ignorantes de la historia, saben que con ese monumento reivindican a los viejos hacendados que en número de 300 llegaron a poseer mil 500 haciendas donde se explotó intensamente el trabajo esclavo de cientos de miles de indígenas.
6. En México los monumentos que predominan en calles, plazas y edificios son los de Hidalgo y Morelos (Independencia), Juárez (Reforma), Zapata (Revolución) y Cárdenas (1934/40) Son los héroes o personajes del liberalismo aprobados por los campesinos y demás trabajadores, así como los diferentes gobiernos que heredaron la Revolución Mexicana (1910/17) A los panistas y a la derecha les disgusta mucho la existencia de una historia oficial liberal y los héroes que produjo. En Mérida a los panistas les agrada el aristocrático paseo bautizado con el nombre del conquistador español Francisco de Montejo, construido en 1888, por los hacendados henequeneros en plena época porfirista, buscando imitar a los Campos Elíseos de París y al paseo de la Reforma de la ciudad de México. Levantan monumentos a panistas como al poderoso empresario Clouthier o de Correa Rachó a una avenida de Mérida por haber sido alcalde municipal.
7. Mi amigo, el viejo Antonio Betancourt hoy fallecido, me dijo hace unos 20 años que era muy peligroso dejar a las masas sin héroes, himnos y banderas, es decir sin símbolos, porque luego las dejábamos sin tener donde sostenerse. Me dio la impresión de que no había que dejarlas sin dioses o caudillos. Pienso que por eso se erigen los monumentos, se obliga a hacer honores a las banderas y a cantar los himnos en nombre de “la patria”. Sirven para que las clases dominantes reafirmen su poder y las masas aprendan a respetar a quien los domina. Por eso los panistas el día de hoy condenaron el derrumbe del monumento de Fox y que haya sido arrastrado por la multitud a muchos metros de distancia. Ojalá que eso sirva para que los legisladores profundicen la investigación sobre los desvíos de Fox y su familia y para que los funcionarios panistas abran los archivos que han venido bloqueando por muchos años.
8. Los monumentos erigidos a políticos, pero también a otras personas, me parecen ofensivos símbolos de poder. Generalmente son construidos por la clase dominante a sus compañeros de partidos y de ideología. Podría admirar particularmente a Marx y Bakunin, a Flores Magón y a Cioran, a Mozart y a Lenon, a Bergman y a Woody Allen, al Che o a Malcom X, pero no promovería la construcción de sus monumentos, tampoco colgaría sus cuadros en las paredes, mucho menos que se hicieran playeras con sus efigies. Lo importante es conocer bien sus pensamientos y ubicarse en lo que ellos plantearon como ideas y práctica social. No es cierto que los monumentos sirvan para perdurar la memoria, tal como sucede en el cementerio o los panteones. Lo que he visto es que en sus cabezas y hombros se zurran los pájaros y en sus pies orinan los perros. Los monumentos, las calles, las escuelas, siempre han llevado nombres aconsejados por el poder.
pedroe@cablered.net.mx
1 comentario:
Un profesor de literatura que tuve en la universidad hizo una vez en clase un señalamiento retórico (que no apologista) de que en México no existe un sólo monumento a Hernán Cortés.
Yo pregunté entonces "¿Y se lo merece?" A lo cual me respondió: "Honestamente yo creo que en este mundo los únicos que se merecen una estatua son los grandes cocineros."
Desde entonces me he sumado a esa filosofía.
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