QUÉ HACER.
Escrito por Conrado Farías Segundo.
18-09-2006
El marco constitucional legaliza un movimiento civil mexicano para cambiar a su presidente electo.
Un presidente en funciones sigue siendo un presidente electo, pero además es presidente nombrado una vez que se le coloca la banda presidencial y ya no se le cita como presidente electo, porque la denominación de Presidente de la República es un nombramiento obviamente de mayor jerarquía.
Pero sigue siendo presidente gracias a que el pueblo lo eligió.
Y como es elegido por el pueblo, constitucionalmente puede ser destituido por ese mismo pueblo.
Y la persona que ocupa el cargo no debería de oponer más resistencia que la que marca también la ley.
Es así como un país puede vivir en armonía previendo las fallas humanas con leyes que han cuidado dejar en manos del pueblo tanto la elección como la destitución.
Esos son los momentos cumbres del pensamiento político.
Esos resultados del trabajo de toda la humanidad en su conjunto, son los que echa por tierra la maldad del ser humano.
La ambición también juega y la historia de la humanidad se desarrolla en una lucha entre la ambición y el buen pensamiento. Es la ambición por la que el hombre malo miente, se asocia y asesina.
Se apodera de la riqueza ajena o de la riqueza sin dueño que está ahí en algún lugar para que los hombres buenos la disfruten todos trabajando en armonía.
Carlos Mari le dio un manejo formal y especificó que es la división de clases sociales la causa de la lucha a muerte.
Si se permite ser simplista para facilitar la exposición, la lucha es del rico contra el pobre. Sí.
No es de pobres contra ricos, porque no es el pobre el que se la pasa buscando camorra, por la sencilla razón de que el rico no le deja ni tiempo ni espacio ni herramientas ni pensamiento para hacerlo.
Si por los ricos fuera, la humanidad toda estaría viviendo con un 95 por agencias como esclavos y con el resto como amos y señores de vidas y haciendas.
Hay grandes pensadores que juran que al final del cuento, todos seremos felices, porque es lógico que se imponga el bien sobre el mal y que los depredadores de su misma raza, llegarán a entender que la armonía se consigue sólo con la equidad. Pero Adolfo Sánchez Vázquez no.
Él dice que si la gente buena se descuida, la historia de la humanidad va a ser una curva senoidal.
Que unas veces y en algunos lugares del planeta, la gente va a estar viviendo en armonía un tiempo y otro en guerra.
Se entiende que hay un lapso en el que la vida de las personas transcurre cargando toda la tristeza del mundo.
Como los momentos que han vivido y están viviendo tantos países, aunque no estén en guerra.
Pero también hay pensadores que dicen y demuestran que aun cuando no se está dando un enfrentamiento armado entre un gobierno y un pueblo, un país está en guerra si se cuenta el número de personas que mueren por causas de inequidad.
Como es la muerte por enfermedades curables, por hambre, por violencia y por ignorancia.
Y que también se pude considerar que un país está en guerra si su pueblo está siendo saqueado y limitado en sus libertades básicas.
Pero es una guerra a la que se le ha llamado de baja intensidad y que bien se le puede llamar la guerra hipócrita del rico contra el pobre.
En donde ya es cotidiano que el poderoso se pasee por las calles rodeado de guaruras para que la gente le deje el paso libre, viva en fraccionamientos exclusivos con ojos humanos y electrónicos para cuidar su sueño y después de golpear, violar y asesinar (¿Verdad, Atenco?), meta a la cárcel si no exactamente al golpeado, a la violada y al cadáver del asesinado, sí a sus familiares y a todo el que se le antoje.
Pero el rico tiene una buena coartada y se cuelga de ella como un cirquero que presume ante su público las suertes que sabe hacer en los aires.
Es la democracia ese trapecio del que se cuelgan los poderosos y que tiene la propiedad de que cuando la pronuncian con tanta desvergüenza como lo hace el presidente espurio de Estados Unidos, hace que de asco el que la pronuncia.
Misma sensación causó Fox en Guanajuato, cuando con toda desfachatez gritó ‘‘ ¡viva nuestra democracia!” entre otros dos gritos con el mismo contenido hipócrita, después del robo que llevó a cabo de las elecciones presidenciales mexicanas.
Así es.
El único baluarte que le quedaba a la hipócrita clase depredadora del país y que el PRI supo exhibirlo con la maestría que adquiere el maleante experto, Fox lo echó a perder y ahora el mexicano recuenta que Salinas fue espurio, porque le robó las urnas a Cárdenas, que Fox fue espurio porque uso dinero ilegal en su campaña y que Calderón sería un Presidente espurio, porque entre muchas otras trampas, otra vez Fox usa dinero en forma ilegal y tuerce las leyes, para sentarlo en la silla presidencial.
A la única coartada de sus crímenes, Fox la dejó sin argumentos ¿qué hacer?
Pues usar la ley.
Pero también el entusiasmo y la fe.
Fe en que el camino de la legalidad y el trabajo en forma pacífica deben lograr que México sea un país en el que se respeta el voto del pueblo.
Cuauhtémoc Cárdenas tuvo esa oportunidad histórica y no la aprovechó.
Él pudo convocar al pueblo a luchar con la ley en la mano y en forma pacífica, como lo está haciendo López Obrador y no lo hizo.
Se debe decir que si fuera Cuauhtémoc Cárdenas el que convocara, sería lo mismo.
O si fuera cualquier ciudadano por el que votamos y al que se le robaron sus votos.
Igual nos estaríamos preguntando qué hacer.
Pero además, es claro que Calderón va a seguir los pasos de Fox.
El espanto es doble.
Por un lado, tendremos, si no luchamos, un presidente espurio, por otro, ese presidente está diciendo que va a seguir los pasos de Fox.
Casi nada.
Está anunciando el saqueo.
Está anunciando que el rico seguirá en guerra contra el pobre; que nuestro presidente será un vasallo del imperio gringo; que nos seguiremos alejando de nuestros hermanos de Latinoamérica; que los indígenas de todo México, se olviden de sus sueños de justicia; que el desempleo crecerá, que nos olvidemos de cancelar el Fobaropoa-IPAB; que el Presidente de México le seguirá besando la mano al Papa.
Que los atencos se van a multiplicar.
¿Qué hacer para que no nos revienten el resorte de tanto estirarlo?
Ya se dijo.
Luchar con la ley en la mano, en forma pacífica, con entusiasmo y con fe.
López Obrador puede hacerlo si se ve en el espejo de Juárez y aunque no se logre la destitución, como logró Juárez la ejecución de Maximiliano, López Obrador puede mover al pueblo todo el sexenio para que Calderón no lleve a cabo la depredación que Fox le puso de ejemplo.
Cada trampa de Calderón, López Obrador puede denunciarla y convocar al pueblo para evitarla.
Pero la destitución sí es posible, legal y justa.
Todos podemos participar en la medida de nuestras posibilidades para lograrlo.
cfs34z@prodigy.net.mx
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lunes, septiembre 18, 2006
LA FÓRMULA.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 5:54 p.m.
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