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viernes, marzo 17, 2006

!AHI VIENE EL LOBO¡

Ricardo Raphael en el Universal, hace un análisis de los errores garrafales de FeCal y Madrzao, al atacar al PEJE:


Ricardo Raphael
17 de marzo de 2006
¡Ahí viene el lobo!

ESTAMOS ante una sinfonía interrumpida. Las elecciones presidenciales no serán hasta dentro de tres meses y, sin embargo, se comienza a asumir que los dados ya han sido echados. Una sensación de inevitabilidad sobre el triunfo de Andrés Manuel López Obrador ha ganado mucho terreno en el ánimo de esta contienda presidencial.
Así lo percibe ya una buena parte del electorado; también lo están diciendo varios de los analistas internacionales más influyentes y, sorprendente, uno que otro de los funcionarios de más alto rango en el gobierno de Vicente Fox Quesada. Quizá lo más curioso de todo sea que, como la humedad, esta convicción se está colando también en las paredes y pilares de los equipos de campaña de sus opositores.
Se trata del peor escenario que Felipe Calderón Hinojosa o Roberto Madrazo Pintado hubiesen imaginado. Ni en sus peores pesadillas estaba considerado que la elección se celebraría antes de tiempo. Los días de campaña van pasando muy rápido y estos dos candidatos siguen sin encontrar la llave que, a ellos también, les abriría la puerta de la esperanza.
Aturdidos, ambos sólo atinan a repetir una y otra vez su mantra: ¡después de él, el diluvio! Y añaden sin cesar que con Andrés Manuel López Obrador, al país sólo podrá esperarle la catástrofe, la debacle, el terror, el hundimiento, el retroceso, el fin y la fatalidad. Se aferran, como si todavía sirviera de algo, a la única estrategia que desde el principio han utilizado: la estrategia del miedo.
Siguen absolutamente convencidos de que una campaña que se centre en sembrar temores entre los ciudadanos terminará por acarrearles los votos que les hacen falta. No han podido soltar ni un solo día la política de "ahí viene el lobo". La misma que en 1994 lanzara Roberto Madrazo para conseguir la gubernatura de Tabasco. Idéntica a la que en 2000, durante la contienda por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, terminó por revertirse en favor de López Obrador. Una estrategia muy parecida también a la que, desde el gobierno y con la complicidad del Partido Revolucionario Institucional, se construyera durante 2005 a propósito del desafuero.
Lo siguen haciendo sin tomar conciencia de que esa estrategia sólo funcionó una vez. Sin aceptar que, desde Tabasco, nunca más ha vuelto a tener éxito. En ningún otro momento ha sido lo suficientemente creíble como para hacer retroceder al perredista. Todo lo contrario: el lobo sigue andando impertérrito mientras va convenciendo de que no es tan terrible como le pintan.
La gran mayoría de los inversionistas ya advirtieron que seguirán tranquilos, sin importar que llegue al poder un gobierno de izquierda. Los mercados no han registrado un solo sobresalto significativo desde que los diputados cometieran la torpeza de votar favorablemente el desafuero. Hasta en Estados Unidos, donde las paranoias suelen ser desbocadas, han dejado de escuchar las sirenas de alarma. Y más recientemente, en un sincero acto de responsabilidad, tanto el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, como el director de Pemex, Luis Ramírez Corzo, han sido obligados a declarar que nada grave sucedería si gana López Obrador.
Y, sin embargo, en lugar de hacer campaña, Calderón y Madrazo continúan neceando. Seguros de que, con el solo hecho de colocar miles de letreros con una gran consigna que diga ¡peligro!, los electores terminarán por pensar igual que ellos. Lo cierto es que mientras más vociferan, más le crecen el caldo a un candidato que, de seguir así las cosas, pronto terminará por convertirse en presidente electo.
Mientras tanto, en la recta faltante de esta contienda, López Obrador ha comenzado a actuar ya como si fuera jefe de Estado. Con generosidad intencionada invita a todos los abstencionistas a votar por quien mejor les convenga. Como si ya fuera presidente decide cuándo y sobre qué se debate, nombra a sus futuros secretarios de Estado, regaña a los banqueros por pasarse de listos, le exige al Presidente de la República que se calle y deja de lado todos aquellos temas que, de estar mal reflexionados, podrían enredársele durante su mandato.
Lo más paradójico de esta contienda radica en que mientras Felipe Calderón y Roberto Madrazo insisten en el pésimo jefe de Gobierno que sería su opositor favorito, López Obrador les observa desde una posición de jefe de Estado. En efecto, los dos primeros quieren ganar el gobierno mientras que el segundo ha elevado su mira hacia la jefatura de toda la nación. Tengo para mí que es precisamente esta paradoja la que ha adelantado los relojes. Mientras sus opositores siguen empeñados en demostrar que el candidato de la izquierda será el peor de todos los gobernantes que haya tenido México, López Obrador continuará rebasándoles con una prédica sobre el Estado y no sobre el gobierno.
Cuánto bien le haría al país si, en los 100 días que faltan de campaña, Felipe Calderón y Roberto Madrazo cambiaran realmente de estrategia: se concentraran en sus propias virtudes, en su visión del país y en lo que creen que el principal conductor de la nación habrá de hacer para los próximos seis años. Bastaría con que ofrecieran pruebas creíbles de su capacidad personal para convertirse en jefes de Estado, para que pronto obtuvieran resultados.
El ambiente de triunfo que ya se respira se debe, en concreto, a que tanto Calderón como Madrazo han dedicado más tiempo a subrayar las diferencias que sostienen con López Obrador que ha poner en perspectiva el valor propio de sus personales y respectivas ofertas políticas.
Quizá sea ingenuo pedirlo, pero qué debate más tranquilizador tendríamos los electores si los tres candidatos se pusieran a mirar al conjunto del escenario en lugar de estarse escudriñando los unos a los otros. Si lograran entusiasmar a partir de sus virtudes propias en lugar de apostarle al desprestigio del señor de al lado.
Profesor del ITESM


Una razón más para votar por AMLO y la mayoría perredista en el Congreso.

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