19-01-2008
A lo largo de los últimos 15 días he recibido una enorme cantidad de manifestaciones de solidaridad y aprecio que, desde aquí, agradezco profundamente. En blogs, foros de la red y espacios diversos, miles de personas se han pronunciado sobre la cancelación del trabajo de un grupo de profesionales -entre los que me incluyo- que desarrollaron su trabajo en W Radio en los últimos años. La brutalidad del silenciamiento ha detonado una cadena de reacciones y manifestaciones que debe ser valorada y entendida a cabalidad.
Lo verdaderamente notable es que se echa por delante un derecho no reconocido en nuestras legislaciones: el derecho de las audiencias. El derecho a recibir información que resulte confiable y el derecho a mantener un vínculo de comunicación que debe ser respetado.
El tema tiene alcance mundial. Una de las mayores tensiones que sobre la democracia y el derecho a la información está acarreando el modelo corporativo y trasnacional de los consorcios mediáticos es la forma en que se toman decisiones de operación y funcionamiento de los medios de comunicación. El debate se centra en si se puede o debe colocar la llamada libertad de empresa por encima de la libertad de expresión o de las libertades fundamentales de periodistas y ciudadanos.
El caso W ha tocado seriamente esa fibra. El diseño corporativo plantea o pretende hacer de la comunicación y la información un asunto entre particulares. Total, la corrieron y qué. Es un asunto de empresa. Esta mirada desconoce que en la radiodifusión estamos fundamentalmente ante un servicio público que el Estado da en concesión para que los particulares hagan negocio y generen rentabilidad pero, por encima de eso, generen un bien público. El Estado concesiona para atender y hacer cumplir el derecho fundamental de informar y estar informado. Entenderlo de otra manera justifica cualquier acción que se presente, tal y como la que silenció sin más un espacio noticioso y de expresión en la W.Leer más...
19-01-2008
En una carta al editor, publicada el pasado martes, dijo que “sólo podía esperar que esta gran ciudad sea más inteligente que su diario, que tiene un cerebro cada vez más débil”. También comparó al diario con The New York Times y le dijo al Chronicle que al menos tenían el consuelo de que el periódico neoyorkino no era mejor.
La nota a la que hace referencia Penn, publicada el pasado jueves 10, se mofa de las maneras en que las celebridades buscan atraer la atención, y propone: “¿Qué podría ser más controvertido que dejarse ver con los más notorios dictadores del mundo y otras figuras autoritarias? Tan ridícula como parezca la idea, ya comienza a estar de moda”. Y de ahí pasa a mencionar los encuentros de Naomi Campbell, Danny Glover, Oliver Stone y Sean Penn con Hugo Chávez. (Penn estuvo en Venezuela el año pasado, en calidad de periodista.)Leer más...
1 comentario:
J’adore Sean Penn. Es mi actor gringo favorito. No estará tan galán como George Clooney, pero tiene cerebro... y lo sabe utilizar. Ah... también tiene los "desos" bien puestos.
En México no tenemos muchos actores así, con su compromiso social y político; aquí la mayoría teme perder o dañar "su imagen".
Saludos
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