Pedro Echeverría V.
1. Cuando el presidente Salinas firmó en 1993 el TLC con EEUU y Canadá, aseguró que un gran logro como éste significaba la entrada definitiva de México a Primer Mundo. Con este acuerdo, dijo, seríamos socios de las potencias del continente y conformaríamos la mayor área comercial de Norteamérica. Nuestras protestas entonces fueron motivo de burla porque Salinas en aquellos días estaba en la cúspide de su gobierno. Quizá perdió la elección en 1988 frente a Cuauhtémoc Cárdenas, pero le bastó el fuerte apoyo del PAN, de los empresarios, de los medios de información y del gobierno yanqui para, en menos de dos años, “legitimarse gobernando”. Cuando a mediados de 1993 comenzó a asegurarse la firma del TLC, Salinas y su mejor aliado, el PAN, comenzaron las campañas triunfales por la televisión a favor del acuerdo y Colosio Murrieta se fortaleció como el seguro candidato presidencial impuesto por Salinas. Por eso el levantamiento del EZLN el 1 de enero de 1994 nos revivió.
2. En diciembre de 2002 se inició una gran batalla campesina que pudo verse en la movilización del día tres que llegó al Congreso Nacional con un contingente de más de 2 mil 500 trabajadores del campo que pudieron exponer su situación ante diputados del PRI y el PRD. Eran 13 organizaciones entre las que destacaban la CNPA, la CIOAC, la UNORCA, etcétera y, según se publicó, contaban con el apoyo de la CNTE, del SME, del STUNAM, la UNT, bancada del PRD y varias representaciones más. Parecía un poderoso movimiento que obligaría al presidente incapaz y dicharachero Vicente Fox a dos años de gobernar. Pero el inexperto Fox pudo sortear el problema mediante promesas que luego fueron incumplidas y los campesinos, después de seis meses de diálogos, comisiones, confrontaciones, firmas de acuerdos, etcétera, sólo lograron algunas minucias a pesar de sus movilizaciones y los apoyos formales recibidos.
3. Sus demandas entonces podían resumirse en 1. La moratoria al apartado agropecuario del TLCAN; 2. Un programa emergente para reactivar de inmediato el campo y otro de largo plazo para reorientar al sector agropecuario; 3. Una verdadera reforma financiera rural; 4. Un presupuesto para 2003 que destine cuando menos 1.5 por ciento del PIB al desarrollo productivo del agro y otro tanto para el desarrollo social rural; 5. Una política alimentaria que garantice a los consumidores que los bienes agrícolas son inocuos y de calidad; 6. El reconocimiento de los derechos y la cultura de los pueblos indios. Las demandas, estaban bien planteadas y el punto primero (al parecer principal) planteaba desde hace 5 años la “moratoria” al TLCAN que el gobierno de Fox consideraba una “tontería” que no podría tocarse y para las dirigencias campesinas un “grave olvido” de cinco años que sólo recuerdan cuando parece que “ya hay palo dado”.
4. En especialista en problemas del campo, Armando Bartra, advertía entonces: Si la lucha de los campesinos es derrotado en los próximos meses, la situación de desastre que ya aqueja a cerealeros, productores de oleaginosas, cafetaleros, cañeros, piñeros, tabacaleros y demás, abarcará a avicultores, porcicultores, silvicultores… se extenderá en fin, a todos y a cada uno de los sectores rurales. De seguir así las cosas, en unos cuantos años el campo mexicano profundizará su condición de zona de desastre; devendrá páramo agropecuario y social. ¡Cuánta razón tenía el investigador Bartra! La situación de los campesinos ha empeorado y con ello la situación económica y política del país. Quizá los sectores medios altos y ricos no sepan de lo que se habla, pero basta con darse una pequeña vuelta por el campo y revisar algunos datos estadísticos para encontrar de qué manera se ha incrementado el desempleo y la miseria en el país.
5. Desde la firma del TLC los productores mexicanos fueron sometidos a una feroz y desleal competencia. Se dijo que el TLC facilitaría la modernización del sector agropecuario, sin embargo, la realidad es que la disputa por los mercados nacionales ha llevado al hundimiento de los agricultores que producen maíz, frijol, trigo, arroz, soya, azúcar, algodón. En esta brutal competencia los poderosos agroindustriales norteamericanos han recibido fuertes apoyos de su gobierno. En tanto los países de la OCDE, como Estados Unidos, apoyaron a sus agricultores con 37 por ciento de su ingreso, México es el país de la OCDE que otorga menos subsidios por unidad de producción. Los subsidios a los productores que antes del TLC se otorgaban a través de los precios de garantía, a partir de 1994 se transformaron en subsidios directos o Procampo. ¿Cómo nuestros campesinos pueden competir con los agroempresarios yanquis?
1. Cuando el presidente Salinas firmó en 1993 el TLC con EEUU y Canadá, aseguró que un gran logro como éste significaba la entrada definitiva de México a Primer Mundo. Con este acuerdo, dijo, seríamos socios de las potencias del continente y conformaríamos la mayor área comercial de Norteamérica. Nuestras protestas entonces fueron motivo de burla porque Salinas en aquellos días estaba en la cúspide de su gobierno. Quizá perdió la elección en 1988 frente a Cuauhtémoc Cárdenas, pero le bastó el fuerte apoyo del PAN, de los empresarios, de los medios de información y del gobierno yanqui para, en menos de dos años, “legitimarse gobernando”. Cuando a mediados de 1993 comenzó a asegurarse la firma del TLC, Salinas y su mejor aliado, el PAN, comenzaron las campañas triunfales por la televisión a favor del acuerdo y Colosio Murrieta se fortaleció como el seguro candidato presidencial impuesto por Salinas. Por eso el levantamiento del EZLN el 1 de enero de 1994 nos revivió.
2. En diciembre de 2002 se inició una gran batalla campesina que pudo verse en la movilización del día tres que llegó al Congreso Nacional con un contingente de más de 2 mil 500 trabajadores del campo que pudieron exponer su situación ante diputados del PRI y el PRD. Eran 13 organizaciones entre las que destacaban la CNPA, la CIOAC, la UNORCA, etcétera y, según se publicó, contaban con el apoyo de la CNTE, del SME, del STUNAM, la UNT, bancada del PRD y varias representaciones más. Parecía un poderoso movimiento que obligaría al presidente incapaz y dicharachero Vicente Fox a dos años de gobernar. Pero el inexperto Fox pudo sortear el problema mediante promesas que luego fueron incumplidas y los campesinos, después de seis meses de diálogos, comisiones, confrontaciones, firmas de acuerdos, etcétera, sólo lograron algunas minucias a pesar de sus movilizaciones y los apoyos formales recibidos.
3. Sus demandas entonces podían resumirse en 1. La moratoria al apartado agropecuario del TLCAN; 2. Un programa emergente para reactivar de inmediato el campo y otro de largo plazo para reorientar al sector agropecuario; 3. Una verdadera reforma financiera rural; 4. Un presupuesto para 2003 que destine cuando menos 1.5 por ciento del PIB al desarrollo productivo del agro y otro tanto para el desarrollo social rural; 5. Una política alimentaria que garantice a los consumidores que los bienes agrícolas son inocuos y de calidad; 6. El reconocimiento de los derechos y la cultura de los pueblos indios. Las demandas, estaban bien planteadas y el punto primero (al parecer principal) planteaba desde hace 5 años la “moratoria” al TLCAN que el gobierno de Fox consideraba una “tontería” que no podría tocarse y para las dirigencias campesinas un “grave olvido” de cinco años que sólo recuerdan cuando parece que “ya hay palo dado”.
4. En especialista en problemas del campo, Armando Bartra, advertía entonces: Si la lucha de los campesinos es derrotado en los próximos meses, la situación de desastre que ya aqueja a cerealeros, productores de oleaginosas, cafetaleros, cañeros, piñeros, tabacaleros y demás, abarcará a avicultores, porcicultores, silvicultores… se extenderá en fin, a todos y a cada uno de los sectores rurales. De seguir así las cosas, en unos cuantos años el campo mexicano profundizará su condición de zona de desastre; devendrá páramo agropecuario y social. ¡Cuánta razón tenía el investigador Bartra! La situación de los campesinos ha empeorado y con ello la situación económica y política del país. Quizá los sectores medios altos y ricos no sepan de lo que se habla, pero basta con darse una pequeña vuelta por el campo y revisar algunos datos estadísticos para encontrar de qué manera se ha incrementado el desempleo y la miseria en el país.
5. Desde la firma del TLC los productores mexicanos fueron sometidos a una feroz y desleal competencia. Se dijo que el TLC facilitaría la modernización del sector agropecuario, sin embargo, la realidad es que la disputa por los mercados nacionales ha llevado al hundimiento de los agricultores que producen maíz, frijol, trigo, arroz, soya, azúcar, algodón. En esta brutal competencia los poderosos agroindustriales norteamericanos han recibido fuertes apoyos de su gobierno. En tanto los países de la OCDE, como Estados Unidos, apoyaron a sus agricultores con 37 por ciento de su ingreso, México es el país de la OCDE que otorga menos subsidios por unidad de producción. Los subsidios a los productores que antes del TLC se otorgaban a través de los precios de garantía, a partir de 1994 se transformaron en subsidios directos o Procampo. ¿Cómo nuestros campesinos pueden competir con los agroempresarios yanquis?
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