Para el año que comienza...

Durante un buen tiempo, en el Sendero del Peje, hemos intentado descorrer el velo de la ignorancia, la hipocresía y la ambición, que se han enseñoreado durante décadas haciendo de nuestra patria su botín y de la ciudadanía sus esclavos.

Día a día, hemos ido revelando los enormes problemas a los que hemos de enfrentarnos como seres humanos. Como habitamos un mundo insensato y estúpido, hemos optado por ser serios sin ser solemnes. Y pienso que las personas que son realmente serias en lo mas profundo de su corazón y de su ser -no de un modo dogmático, neurótico o moralino-poseen esa condición de seriedad necesaria para construir un mundo enteramente distinto, que nada tenga que ver con el mundo egoísta, cruel, violento, dominado por ambiciosos vulgares e hipócritas irredentos, que pretenden a toda costa imponernos sus devaneos doctrinarios.

Y en estas reflexiones que pergeño para el año que comienza, evoco a Krishnamurti cuando nos invita a participar del banquete de la vida con una mentalidad religiosa - en el sentido profundo de la palabra: re-volver, y ligos-ligar.unir. Necesitamos la participación de las mentes religiosas que estén dispuestas a religarse consigo mismas. Necesitamos mentes que no estén enajenadas por los convencionalismos sociales, por una mezquina ambición, por deseos insatisfechos o por un hilarante hedonismo. Mentes que sean capaces de ver que este mundo que gira, nos ofrece un flujo cambiante de acontecimientos favorables unos, y, desfavorables otros de los que nadie está exento.

Sólo la mente religiosa -continúa K.-es verdaderamente revolucionaria. No existe otra mente revolucionaria, aunque se llame de extrema izquierda o de centro o de derecha, no será revolucionaria. La mente que a sí misma se llama de izquierda, de centro o de derecha está tratando con un fragmento de la totalidad, y divide incluso ese fragmento en otras partes diversas. Esto no es, en absoluto, una mente verdaderamente revolucionaria. La mente religiosa es de cierto revolucionaria, porque está mas allá de la izquierda, del centro o de la derecha. Comprender esto, y cooperar unos con otros, es producir un orden social diferente. Y esa es nuestra responsabilidad. Si pudiéramos desechar todas esas cosas pueriles, toda esa inmadurez, creo que podríamos ser la sal de la tierra, y este es el único motivo por el cual hemos venido a este mundo.

Mi deseo para este año que comienza es que ojalá y podamos dejar de buscar a tientas, en medio de una bruma de motivos en conflicto y de potente influencia enajenante, la vida que merecemos nosotros y los que vienen atrás de nosotros. Si lo que nos ofende y preocupa es remediable, debemos poner manos a la obra con una mentalidad verdaderamente religiosa, tratando de cumplir con nuestros deberes que tenemos para con nosotros mismos y para con nuestros semejantes, que al final de la jornada, nuestra recompensa será que hemos luchado por un arreglo para el bién de la humanidad.

Salud a todos nuestros lectores, renegados y no.
Larga vida a mis compañeros del sendero.

AGM.