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domingo, agosto 12, 2007

EDITORIALISTAS DE LA JORNADA

Mario Di Costanzo*

Primero de septiembre: lo que la gente quiere saber

El artículo 69 de nuestra Constitución Política establece que: "a la apertura de sesiones ordinarias del primer periodo del Congreso asistirá el Presidente de la República y presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país" y, tal y como viene sucediendo desde hace varios años, a tan sólo unos pocos días de que llegue ese plazo fatal, los legisladores han iniciado la batalla por dirimir al formato que debería tener el llamado informe presidencial.

Como si la Constitución Política no existiera, los diputados buscan "consensuar" un formato que satisfaga a todos los grupos políticos. Así, se están discutiendo propuestas que incluyen desde el viejo y caduco formato que apoyaron los regímenes priístas y que terminaba siendo el "día del presidente con todo y el besamanos", hasta la hecha por el propio Calderón, quien con tal de legitimarse ha ofrecido entrar a un debate con los propios legisladores.

De esa manera lo único que está claro es que todas estas propuestas tienen dos cosas en común; la primera, que ninguna de ellas se apega al mandato constitucional y, la segunda, que ninguna de ellas busca que el llamado informe presidencial responda a la gente lo que verdaderamente quiere saber.

Los ciudadanos ya conocen cuál es el estado que guarda la administración pública del país, por ejemplo; los campesinos conocen muy bien los estragos que les ha causado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es más, predicen, con mucha razón, que de seguir así, el campo se va a acabar. Las amas de casa se han dado cuenta cómo se han incrementado los precios de los alimentos que se consumen diariamente y cómo cada día el dinero les alcanza menos.Leer más...

Rolando Cordera Campos

El ajuste ausente

Hace ya varios años que México necesita un ajuste mental. Después de los traumáticos reacomodos hechos en sus finanzas, sistema financiero y las relaciones económicas y financieras con el exterior, que en conjunto dieron lugar a lo que orgullosamente llamaban los dirigentes del Estado el cambio estructural, vino impetuosa la democracia vestida de camisa a cuadros y dichos campiranos y todo parecía "atado y bien atado" para que el país por fin se volviera moderrrno, entrara al primer mundo por la puerta grande de los mercados y la pertenencia a clubes cosmopolitas como la OCDE y quedaran atrás tentaciones populistas y dirigistas de los políticos y sus aliados corporativos. Todo pasó, pero cada vez de modo más distante del tipo ideal de los neoliberales, que en un descuido se transmutaron en hiperglobalizadores y ahora buscan de nuevo el Santo Grial en el norte.

La entrada al primer mundo que tanto buscaron los gobiernos del TLCAN se ha dado sobre todo mediante la exportación de mano de obra legal, ilegal e indocumentada. Con Estados Unidos de Norteamérica como socio principal y dominante, a manera de gigantesco oligopsonio de la geopolítica, las ideas de sus grupos de mando se vuelven aquí consignas de orden prácticamente inapelable, aunque filtradas por el atraso de las burocracias y sus respectivos jefes, que han traído de vuelta el aldeanismo como último recurso, pero siempre en sintonía con el abuso de poder y la avidez de familias enteras que se tragaron su propia leyenda negra del régimen posrevolucionario, pero no para eliminarlo de la faz de la Tierra sino para remplazar con fruición a los antiguos mandamases.

Los casos bochornosos de corrupción o influencia que han manchado a la otrora soberbia oligarquía hacendaria no son polvos de aquellos lodos sino los primeros loditos con que practican los recién llegados. No se trata de constatar que en esta como en otras materias "no tenemos remedio", sino de advertir que las varias rediciones de prevaricación y prepotencia con ganancia monetaria a que hemos asistido en estos años de alternancia y gobierno de gente decente dan cuenta de una profunda corrosión del alma pública y del Estado, y que esto no lo ha contrarrestado sino, por desgracia, al final de cuentas, cohonestado, una democracia mal armada y carente de mecanismos constitucionales e institucionales para hacer valer sus principios de equidad, compromiso con la cohesión y gobierno previsible y sujeto a leyes.

La otra entrada al mundo global de la modernidad sin adjetivos no la trajo la inversión extranjera, que en gran medida se dedicó a la maquila o a compras de garaje, sino el crimen organizado que, dicen, desplazó a Colombia en versatilidad y crueldad y ahora, al parecer, sirve para justificar un nuevo protectorado que por igual deje atrás al Plan Colombia en efectivo y efectivos transportados. De continuar por ahí, nuestra aventura en robocóptica trasnacional puede devenir desastre peor que el que recientemente pronosticara David Ibarra para las finanzas públicas.Leer más...

Antonio Gershenson

El calentamiento mexicano... y global

En estas páginas reportamos que disminuía el hielo en el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. La temperatura había subido, en menos de dos décadas, uno o dos grados centígrados. Parece muy poquito, pero con esas moles de hielo los resultados no lo son. El agua adicional que ahora se genera al derretirse más hielo se va a las partes bajas de la zona, aumentando el riesgo de inundación. En otras partes, en cambio, hay escasez de agua. Y en general cambia el clima. En la ciudad de México la temperatura promedio subió, en siete años, cuatro grados centígrados. Y llueve mucho más. Incluso los agrietamientos aumentan con este calentamiento.

Por algo se habla del calentamiento global. No es sólo México, aunque es importante notar que aquí también nos pega. No en balde se hizo hace poco la Consulta Verde, proponiendo medidas al respecto. Pero también a escala mundial ocurre este fenómeno. Frecuentemente se publican noticias procedentes de varios países con informes de un clima fuera de lo común.

También vimos publicado que el banco de hielo en el hemisferio norte cayó a los niveles más bajos que se han medido, a pesar de que todavía queda un mes de "calor" suficiente para que se siga derritiendo. También se señala que en años recientes las principales reducciones en el volumen de hielo se concentraban en el Atlántico Norte, el Mar de Bering (frente a Alaska) o el Mar de Beaufort, frente a Canadá. No es casual que esto suceda cerca de América del Norte, donde se producen las mayores emisiones de bióxido de carbono y otros gases con efecto similar (efecto de invernadero). Ahora el efecto ya es generalizado en el océano Artico y las partes congeladas de sus alrededores.Leer más...

Adolfo Sánchez Vázquez

Moral y política

Adolfo Sánchez Vázquez durante una conferencia en la UNAM, en 2005
Adolfo Sánchez Vázquez durante una conferencia en la UNAM, en 2005 Foto: Cristina Rodríguez

El más reciente libro de Adolfo Sánchez Vázquez, Etica y política, aborda una temática que, de acuerdo con las palabras del autor, tiene “una viva e inquietante actualidad: las relaciones entre moral y política”. Otros temas que examina el filósofo en este volumen tienen que ver con el significado y alcance de la violencia política desde el punto de vista moral, así como las “relaciones problemáticas” entre ética y marxismo. En la segunda parte, Sánchez Vázquez analiza la necesidad de defender la filosofía en los tiempos adversos de una avasallante mercantilización. También se ocupa de la guerra “preventiva” de Bush, el desafuero de Andrés Manuel López Obrador y propone una reforma en la UNAM a partir de una idea de la universidad que contrasta abiertamente con las ideas elitista, populista y empresarial de ella. Como una primicia para los lectores de La Jornada y con autorización del Fondo de Cultura Económica, ofrecemos un fragmento, a manera de adelanto, de esta novedad bibliográfica que estará en librerías en breve

I

Nos proponemos examinar las relaciones entre moral y política, sus encuentros y desencuentros, atendiendo, sobre todo, a la forma que adopta, o debiera adoptar, a nuestro juicio, en lo que llamamos izquierda. Y aquí topamos con una cuestión previa que conviene precisar: la distinción derecha e izquierda, ya que esta distinción no se presenta en nuestros días con la nitidez que tuvo en el pasado. Ciertamente, hay que reconocer que, en la actualidad, se pone en tela de juicio la identidad de esa franja del espectro político que, durante más de dos siglos –desde la Revolución Francesa–, se ha designado con el término “izquierda”, o más exactamente en plural, las “izquierdas”, ya que se habla de izquierda liberal, democrática, o radical, así como de izquierda política y social.

Aunque se sostenga, como sostenemos nosotros, la pertinencia o vitalidad de la división del espacio político en dos regiones –derecha e izquierda– que se presuponen mutuamente no se puede dejar de reconocer que, en estos últimos años, dicha división es cuestionada e incluso negada. Y hay que reconocer, asimismo, que la propia izquierda, a veces, tiene dificultades para fijar su espacio o su propia identidad. La derecha, por su parte, tiende a borrar la línea divisoria que tradicionalmente la ha separado de la izquierda, o a difuminarla al presentarse como “centro”. Y así vemos hoy que la derecha “civilizada”, “democrática”, no sólo no se muestra abiertamente como es, o sea, como derecha, sino que llega a aceptar en el papel y a proclamar valores como los de justicia social o la equitativa distribución de la riqueza, que siempre han sido reivindicados por la izquierda. Pero a esta confusión de límites no sólo contribuye la derecha; hay también cierta izquierda –liberal, “democrática”– que se contenta con exaltar formal o retóricamente esos valores aunque en el terreno real los recorta o niega efectivamente.

Ahora bien, no obstante estas confusiones, la identidad de una verdadera izquierda política y social no puede desdibujarse, ya que sus banderas seculares –libertad, igualdad, democracia– son hoy más necesarias que nunca, si se entienden como valores que se aspira a realizar efectivamente. Y, a su vez, como principios y valores –particularmente los de libertad y justicia social en su unidad indisoluble– pues, como demuestra la experiencia histórica, la exclusión de uno lleva a la ruina del otro. En verdad, no puede haber verdadera libertad en condiciones de desigualdad e injusticia social, como tampoco puede haber justicia social cuando se niega la libertad y la democracia. De lo primero sobran los testimonios en América Latina, donde en regímenes supuestamente democráticos la libertad que se proclama se conjuga con la más profunda injusticia y desigualdad social. De lo segundo dejaron pruebas innegables, en un pasado reciente, los países del llamado “campo socialista”, en los que los logros alcanzados en justicia social se conjugaban con la negación de las libertades de pensamiento, expresión y asociación.

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Contra el maquiavelismo

José Agustín Ortiz Pinchetti

Carta desde el México profundo

Amigo lector: regreso de la primera gira para estimular la credencialización del movimiento de AMLO en la sierra norte de Puebla. Después de tantas frustraciones, traiciones y calumnias, esta experiencia me ha resultado vivificante y quiero compartirla contigo.

Hemos visitado nueve poblaciones (entre otras Zacatlán, Huauchinango, Xicotepec, Pauatlán, Ahuacatlán, etcétera) en las crestas de la Sierra Madre Oriental. Por siglos ha subsistido ahí una cultura política tradicionalista y autoritaria y una economía primitiva. La región entera fue por décadas cantera de votos priístas. Comarcas de belleza indescriptible. En las escarpas de las montañas se monta un semillero de ciudades pequeñas, pueblos y rancherías. Hay una autopista que recorre la espina dorsal de la región y carreteras interiores muy dañadas.

La nuestra coincide con las giras de los colaboradores de AMLO a distintas regiones del país. Empezamos a organizar las masas de ciudadanos obradoristas que, según nuestros registros, rebasan el millón 200 mil. La experiencia ha sido estimulante por la respuesta que estamos obteniendo. En casi todas las ciudades y pueblos de la zona, Andrés Manuel barrió en las elecciones presidenciales. Y ahora en cada población que visitamos hay gente dispuesta a organizarse en comités de apoyo para acelerar la credencialización.

Nos asombra el entusiasmo intacto de esta gente, a pesar de la falta de información y a la campaña negra. También la enorme variedad de pueblos y etnias, y la cordialidad y hospitalidad de la gente. Este es el México profundo.Leer más....

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

La nueva "guerra gélida" por los hidrocarburos del Artico

Académico Fyodorov momentos antes de sumergirse bajo el hielo en el Polo Norte el pasado 2 de agosto. Este artefacto y otro semejante descendieron en el sitio más de 4 mil metros como parte de las maniobras para reforzar la reclamación legal de Rusia sobre la riqueza petrolera y mineral del Artico" height="249" width="200">
Un minisubmarino ruso de inmersión profunda es bajado del barco de investigación Académico Fyodorov momentos antes de sumergirse bajo el hielo en el Polo Norte el pasado 2 de agosto. Este artefacto y otro semejante descendieron en el sitio más de 4 mil metros como parte de las maniobras para reforzar la reclamación legal de Rusia sobre la riqueza petrolera y mineral del Artico Foto: Ap

Vlady Putin, calificado como el zar geoenergético global por Bajo la Lupa, consolida su título al reclamar la posesión de las entrañas submarinas del Polo Norte, donde se concentra 25 por ciento de los hidrocarburos del planeta.

La genial jugada geoestratégica se gesta cuando los precios del crudo rasguñan 80 dólares el barril, mientras las bolsas anglosajonas se desploman.

Resucitada del cementerio geopolítico cuando estuvo a punto de suicidarse con el veneno neoliberal que le administraron sus verdugos anglosajones, mientras consolida su defensa, ahora Rusia pasa a la contraofensiva después de contestar el despliegue misilístico balístico que el régimen torturador bushiano intenta colocar en sus narices: optimiza su capacidad de respuesta nuclear frente a las bravatas de Dick Cheney; congela el tratado de armas convencionales en Europa; captura el corazón del Polo Norte repleto de hidrocarburos y anuncia su expansión marítima en el Mar Mediterráneo (¿en Siria y Argelia?), mientras aprieta las tuercas gaseras en la "periferia inmediata" de Belarús e inicia ejercicios militares conjuntos con China, en vísperas de la trascendental cumbre del Grupo de Shanghai en Kirguizia.

Es probable que los historiadores citen el inicio oficial de la nueva "guerra gélida", dadas las coordenadas donde se desarrolla, el primer día de agosto pasado, cuando la tripulación rusa de dos submarinos expedicionarios colocó su bandera de un metro de altura y de material anticorrosivo de titanio a una profundidad de 4 mil 200 metros.

Para la población rusa, humillada durante la fase derrotista de Gorbachov y Yeltsin, la hazaña del Artico rememora medio siglo más tarde la epopeya del satélite Sputnik. El zar geoenergético global quizá sea todavía mejor sicólogo que genial geopolitólogo: ha resucitado a Rusia de entre los muertos, en el más puro estilo dostoievskiano, y le ha devuelto el orgullo perdido a su alma extraviada en las estepas.

Más allá de la dotación de armas nucleares y misiles intercontinentales, imprescindibles para una potencia que desea ser respetada en el mundo hobbesiano en el que pervive la mentalidad paranoide anglosajona, Rusia constituye la primera reserva energética de hidrocarburos del planeta (cuando se suman el gas y el petróleo, sin contar el Artico) y ahora posee la tercera reserva de divisas (¡el equivalente de la zona euro!), habiendo desbancado a Taiwán y a punto de desplazar a Japón del segundo lugar, gracias a su estupendo manejo geoestratégico del oro negro: todo lo contrario de los ineptos neoliberales "mexicanos", quienes han dilapidado la riqueza nacional.

No es momento de detenernos en las mediocridades neoliberales "mexicanas" en plena deriva, sino en las genialidades rusas que reclaman 45 por ciento del Artico, que no es fácilmente definible en sus fronteras y alberga 25 por ciento de los hidrocarburos del planeta. Nuestros cálculos arrojan que a la cotización actual, las reclamadas reservas rusas en el Artico valdrían alrededor de 5 billones de dólares, es decir, siete veces su PIB nominal.Leer más...

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