Sique
El día que el pelele usurpó la presidencia de la república fue tanta mi frustración que escribí un cartel que decía: "Echar aquí a Fecal, el pelele usurpador que meterá a México en un baño de sangre" y lo pegué en un contenedor en donde se echan las materias fecales de las mascotas en una zona residencial del Distrito Federal. Al día siguiente habían arrancado el cartel, seguramente disgustados por semejante declaración pues en esa lujosa zona votaron por el pelele. Me gustaría saber por curiosidad si quien quitó el cartel se acordará de esa sentencia y si al menos una pequeña parte de sus reflexiones las dedica a pensar que mucho de verdad había en ese texto que confieso fue un escrito visceral, una intuición, porque ni en ese momento, ni ahora, creo que nuestro movimiento dejará de conducirse pacíficamente para evitar el baño de sangre, sin embargo se está dando en otro frente que fácilmente puede transgredir sus fronteras para dirigirse hacia los luchadores sociales como ya se ha venido dando en Atenco, Oaxaca y otras partes.
También en función de la memoria de aquellos tiempos que a veces nos parecen décadas pero que en realidad no ha pasado ni un año, recuerdo que el día de las elecciones, en la casilla de esa zona residencial llegó una señora de clase alta y comentó, al ver la casilla llena de gente, "Ahora sí venimos todos ¿verdad? Estamos aterrados." Evidentemente se refería al miedo que había sembrado la derecha en relación con el triunfo de López Obrador. Creo que mi mirada debió comunicarle mi sentir porque al hacer su declaración se volvió a todos los que ahí estábamos y al toparse con ésta se detuvo y hubo un intercambio no verbal en el que fijamos posiciones contrarias. También me gustaría saber por curiosidad si ahora esa señora no se siente aterrada con la serie de medidas absurdas y peligrosas que está tomando el pelele.
Ahora comparto ese sentimiento de miedo que ella experimentaba entonces ante la situación que se está generando en México tras la militarización con la que el pelele pretende legitimarse. Independientemente de lo que significa usurpar la presidencia y la inmoralidad que esto representa dentro de la vida pública de nuestro país y el atentado a la incipiente democracia, lo cual genera coraje, está la sensación que tiene uno si un auto que corre a gran velocidad está manejado por un niño de cinco años.
Quienes orquestaron la usurpación no sólo cometieron un ultraje a la voluntad popular y colocaron a México en la ruta de mayor pobreza e injusticia sino que pusieron a conducir el país a un reverendo inepto, sabiendo que era incapaz de gobernar pues su pobre trayectoria política no lo calificaba para el cargo.
Nota completa...El Justo Reclamo
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