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lunes, marzo 19, 2007

BENITO JUAREZ.

Un hombre a admirar y seguir su ejemplo PDF Imprimir E-Mail
domingo, 18 de marzo de 2007

Por Dr. Eugenio R. Balari
Benito Juárez García
Estamos conmemorando el 200 aniversario del natalicio de Benito Juárez García, el Benemérito de las Américas.
No por pura coincidencia el periódico POR ESTO!, publicación de la Dignidad, Identidad y Soberanía, también celebra en esta fecha un aniversario más de su aparición en suelo mexicano, inspirado precisamente, al decir de su Director, por las ideas y luchas de este ejemplar hombre.

El 21 de marzo de 1806, nació en el Estado de Oaxaca, México, en un diminuto y humilde pueblecito, uno de los hombres grandes de nuestra América India, Mestiza y Latina y también del mundo.
Le tocó a Juárez, junto a otros patriotas mexicanos, desarrollar sus actividades e inquietudes políticas, durante y una vez terminada la convulsa y compleja era, a mediados del siglo XIX, del dictador Santa Anna.
Juárez se va a destacar públicamente desde diferentes posiciones jerárquicas que le toca desempeñar y en distintos momentos históricos se le verá actuando, jurídica y políticamente, contra los criterios e intereses de los sectores conservadores y moderados y las reacciones e influencias clericales de la época.
El gobierno abandonado por Santa Anna en 1855, deja en una preocupante situación de inestabilidad al país, proliferaban las conspiraciones políticas, los intentos de motines, pronunciamientos, rebeliones, el caudillismo, el abuso, la represión política y el desconcierto político.
Los sectores más conservadores, los propietarios de bienes raíces y una buena parte del clero, tomaron con desagrado la promoción de las ideas de igualdad, libertad, reforma, reparto de la propiedad y otras, que la prensa liberal de la época divulgaba frecuentemente.
Después de estar preso y ser librado, Benito Juárez parte para Guanajuato, donde el 19 de enero de 1858, declaró y formó allí su gobierno, procediendo de inmediato a organizar su gabinete, donde elabora y publica una proclama dando a conocer el inicio de la Revolución de la Reforma.
Aunque entre 1857 y 1860 se desata una contienda civil, conocida como la Guerra de Reforma, al final Juárez vuelve a tomar el mando de una nación al borde de la ruina y la bancarrota.
A su vez la incapacidad de México en esa coyuntura histórica para saldar su deuda exterior, provocó una intervención de Francia, España e Inglaterra juntas y posteriormente de Francia sola.
A pesar de todos los obstáculos e inconvenientes, las reformas del liberalismo mexicano de mediados del siglo XIX, fueron verdaderamente revolucionarias para la época por las condiciones políticas, económicas y sociales prevalecientes en aquel entonces.
Las luchas del liberalismo contra los conservadores, donde participa protagónicamente Benito Juárez, es una lucha por el progreso político, económico, social y cultural de la nación.
En el programa de la revolución liberal, se concibieron las leyes llamadas de la Reforma, basadas fundamentalmente en la separación de la iglesia y el Estado y la tolerancia de cultos, el sector político intelectual consideró, que cohesionar a la nación y situarla en una posición apropiada entre los más importantes países, requería políticamente promover entre otras medidas, la Constitución Liberal de 1857, alcanzar la pacificación del país, eliminar o atenuar la violencia y fortalecer los recursos de la hacienda pública.
Más aún, en lo económico consideraron estratégico atraer el capital extranjero, avanzar en la construcción de caminos para interrelacionar y cohesionar mejor el país, desarrollar las manufacturas, ampliar las siembras de los cultivos e introducir nuevos métodos más productivos en la agricultura y tratar de convertir a México en un puente mercantil entre Europa y el lejano Oriente.
En el orden social se le daba gran importancia al papel de la inmigración extranjera, al parvifundio y a la libertad de asociación y trabajo, igualmente a la libertad de credo y prensa y al nacionalismo en las letras y en las artes.
Entre los anhelos de Juárez se encontró también el de sacar a la familia indígena de la postración moral, la supervisión y la ignorancia.
En aquellos tiempos para los liberales era fundamental establecer la Constitución, consolidar el federalismo, desarrollar la separación y el equilibrio entre los tres poderes, organizar e incentivar la participación del pueblo en la vida pública a través del sufragio y comenzar a garantizar los derechos civiles, pero para poder implementar todo ello era un requisito imprescindible la paz social en la República y hacer del diálogo y no de la violencia, el procedimiento idóneo para dirimir las diferencias existentes.
Benito Juárez y el plan liberal tuvieron que enfrentarse a obstáculos de todo tipo, sin embargo, asumieron con firmeza la necesidad de la modernización del país, conscientes de la complejidad y difícil misión que se proponían por los largos años de revueltas intestinas, antagonismos de intereses y los vicios que heredaban.
La reforma era indudablemente lo revolucionario, lo revolucionario debía transitar por continuadas medidas de reformas sucesivas.
Juárez y los liberales quisieron sacar a México de la pobreza, comprendiendo que la misma es el germen de muchos males, sus intenciones y esfuerzos se volcaron en aras de enriquecer y hacer prosperar a México y por ello utilizaron los empréstitos, desarrollaron los ferrocarriles, fomentaron plantaciones agrícolas e hicieron surgir una gran cantidad de fábricas de diferentes producciones.
No es mi propósito la evaluación de los resultados obtenidos, ni analizar lo ocurrido posteriormente, sólo reconocer el rumbo y la proyección que impulsaron los reformistas y el inmenso rol jugado por Benito Juárez en todos aquellos momentos.
A 200 años del nacimiento de uno de los hombres grandes de América, México sigue requiriendo de grandes soluciones políticas, de fortalecer su economía sobre una base más equitativa de la distribución de la riqueza y poner fin a muchas injusticias sociales.
Juárez, el liberalismo y las reformas, no hay dudas que jugaron en su época una noble y extraordinaria misión revolucionaria.
Se enfrentaron al conservadurismo que todo lo frenaba y obstaculizaba, al latifundio, a los intereses de los poderosos de aquellos tiempos, incluyendo a la aristocracia y a la Iglesia católica, a la pobreza y la incultura, a la dispersión y los caudillos que aparecían por todas partes fomentando alzamientos y rebeliones, a la falta de cohesión social y sobre todo a las viejas ideas enraizadas en una parte importante de los sectores más influyentes de la sociedad.
También a intereses exógenos de otras potencias extranjeras y a la alianza de la aristocracia y el conservadurismo mexicano, que junto a ellos, conspiraron a favor de instalar un trono Imperial en México.
La lucha juarista seguirá siendo un ejemplo a seguir para las actuales y futuras generaciones de mexicanos, que aprenderán de sus ideas y métodos de proceder, la posibilidad de continuar batallando por el camino de la búsqueda de las soluciones a los graves problemas que aún hoy, lamentablemente, subsisten en el seno de la sociedad mexicana.

Bibliografía de Consulta:


Historia General de México
El Colegio de México,
Centro de Estudios Históricos.

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