Nos escribe Federico Arreola:
Un desahogo personal. Ayer domingo Román Revueltas me dedicó en Milenio un texto muy poco amistoso. Le llamé por teléfono y se lo reproché. Desde luego, no volveré a dirigirle la palabra. Si no por otra cosa, porque me parece un acto de cobardía publicar algo en mi contra sabiendo que no tendré espacio en las mismas páginas para responderle. Muchos años de buena amistad Román los ha tirado a la basura, supongo que para no perder los honorarios que el periódico le paga cada mes. Insito, los que se han quedado en Milenio (primero Ciro, ahora Román) han pasado de la miseria del periodismo que practican a la miseria de la amistad. Allá ellos.
Federico Arreola
En otra carta Federico dice:
Ya no leo Milenio. Un amigo que todavía colabora en ese diario me contó lo que escribió Juan Alberto Vázquez en la sección QRR. Era algo así como una crónica de muy mala leche acerca del bloqueo a las instalaciones del periódico que realizaron, el viernes por la tarde, unas 200 personas. Juan Alberto se burló de ellas y del apoyo que me dieron. No merecía de Juanito el trato que me dio, pero no voy a hablar aquí de su deslealtad.
Este periodista, siguiendo instrucciones de la dirección, dijo otras cosas: que yo ganaba como columnista más que el director de Milenio y que, aparte, el diario me apoyaba con muchos boletos de avión para mis viajes. En efecto, la crónica publicada en Milenio no miente: mi salario era alto y se integraba con diversos conceptos. Por eso, exigiré una indemnización, que será elevada. Dijo el reportero, siguiendo instrucciones de la dirección, que cuando hace más de un año dejé la vicepresidencia de la empresa se me indemnizó. Así es, yo tenía ese derecho. Ahora tengo derecho a otra indemnización. Me alegra que en Milenio reconozcan que mis honorarios eran elevados, es una prueba que en su momento usaré. Por cierto, la semana pasada me alegró mucho que Ciro Gómez Leyva, funcionario del periódico, haya admitido que Marín me corrió (ahora sé que por la envidia que le producía que yo ganara más que él). Es otra prueba: la usaré, sin duda, para probar el despido injustificado. Me hayan pagado mucho o muchísimo, me hayan indemnizado antes o no por otras funciones, lo cierto es que mis derechos están intactos y los voy a ejercer. Ni hablar.
Federico Arreola
Una razón más para apoyar al peje en el 2006.
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