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domingo, octubre 22, 2006

AHORA CHILLA ANA GUEVARA

Esto que sigue francamente me da UN CHINGO de gusto. Ana Guevara nunca tuvo el más mínimo problema en aparecer en los mítines de acarreados de fecal. Pero ahora se pone a chillar por que Televisa le da una patada por el trasero. Ah pues ahora SE CHINGA por andar coludiéndose con esos ojetes. ¿O qué? ¿Ahora resulta que ella va a los mítines del PAN SIN saber que tienen de cómplices en el fraude electoral a Televisa? No mamar, por favor.

La nota de Proceso:


Televisa me traicionó: Ana Guevara

* En entrevista con Proceso, la ex campeona del mundo habla acerca de su rompimiento con Televisa: "Fue un noviazgo de engaño y traición", y adelanta: "no volveré"

Beatriz Pereyra /PROCESO

MEXICO, DF, 21 DE OCTUBRE /Sentada en una mesa al fondo del restaurante Centro Argentino que se ubica en la plaza comercial Magno Centro en el corazón de Interlomas, la velocista sonorense Ana Gabriela Guevara recibe a Proceso. La acompaña su representante Ana Laura Bernal.

La entrevista dura dos horas. Fluye la conversación entre sorbos a un vaso con refresco bajo en calorías y con las miradas encima de los comensales que se engolosinan más observando a la atleta que con sus platillos.

La ropa deportiva se quedó en el armario este miércoles 18. Ana viste una delgada blusa en color palo de rosa que combina con un suéter en tono vino. En la tela de su pantalón blanco se marcan sus musculosas piernas. Unos zapatos abiertos de la firma Louis Vuitton enseñan sus largos pies. No lleva una gota de maquillaje, si acaso un poco de labial. Usa el cabello corto, recogido con una pequeña liga. Una cadena de oro en el cuello, un par de arracadas en forma de flor y un anillo de ositos del mismo diseñador son todos sus accesorios. La deportista está de excelente humor.

Proceso solicita la entrevista con el ex campeona del mundo a mediados de septiembre, cuando apareció en un acto del presidente electo Felipe Calderón.

En diciembre de 2004 terminó el contrato que la velocista mexicana Ana Gabriela Guevara firmó con Televisa. Con la seguridad que le daba una medalla olímpica de bronce ganada en Atenas y su título de campeona mundial de los 400 metros planos —obtenido en el Campeonato Mundial de París 2003—, la atleta negoció con directivos del emporio televisivo, pero en lugar de más dinero se encontró con el desprecio por no haber llegado en primer lugar en los pasados Juegos Olímpicos.

—¿Cómo se dio la ruptura con Televisa?

— Existía el plan de renovar el contrato que firmamos en 2001 y que se extendió hasta 2004, y en el que los números fueron estratosféricos en todos los sentidos: en rating y en lo económico yo era una mercancía rentable. Al final no hubo acuerdo por ninguna de las partes, no llegamos a nada; quisieron presionar diciéndome: "ya no te vamos a sacar, ya no te vamos a seguir". Pero aquí me tienes siendo la misma Ana de siempre y con la misma aceptación de la gente, demostrándoles que no necesito de la televisora para ser quién soy.

—¿Qué tipo de relación tuvo con la empresa?

—De intereses mutuos porque está demostrado que la televisión es el medio con más penetración, más redituable, y el que mayor proyección te da. Yo apostaba a capitalizar esa inversión de cuatro años, y pensé que los próximos cuatro años también iban a ser buenos para mí. Pero nada más querían jalar agua para su milpa y que se seque la siembra y que se muera el ganado.


Vetada

—¿Las presiones fueron en el aspecto económico?

—Dejemos el dinero, pues no hubo acuerdo. Yo esperaba que por mi trabajo, por la convivencia que tuvimos, por llevarlos a Europa, a la Golden League, al Campeonato del Mundo y por el seguimiento diario de Gerardo Liceaga (reportero) obtendría una recompensa; que me dijeran: mira, nos fue tan bien que si tu contrato era por tal cantidad te vamos a doblar esa cifra (…) Estábamos en el entendido (…) de que los deportistas no vivimos de reconocimientos ni de halagos; de que el hecho de yo apareciera todos los días en los medios de comunicación o en su programación tampoco me garantizaba que iba a vivir de eso.

"Las presiones llegaron por el lado de que me iban a vetar en los programas de Televisa y así ocurrió: ya no aparezco con la frecuencia de antes, ni tengo la cantidad de minutos por semana o por mes que me destinaban. No me ha perjudicado en lo absoluto, pero ahí se fracturó la relación y a mí tampoco me interesó seguir. Vienen cosas interesantes y ya veremos quién tuvo la razón".

—¿Cómo se siente después del rompimiento?

—En un principio me dejó un poco desilusionada porque te venden una historia que no es cierta, pero te das cuenta que así es esto. Si se lo hicieron a (Abraham) Zabludovsky, que se lo hagan a Ana Guevara pues no es nada del otro mundo.

—¿Esto tiene que ver con el hecho de que usted ya no ha llegado en el primer lugar en sus competencias?

—Todo empezó con ese argumento. Decían: "Como no ganó la (medalla) de oro en Atenas, no tiene derecho a cobrar lo que está cobrando". Su visión oscila entre la ignorancia y la avaricia.

—Es contradictorio, porque al aire dicen otra cosa.

—Siempre que un producto sea rentable va a ser así. (…) Ve cuántos reality shows hay. Como son rentables se quedan, porque les están generando ganancias. Al principio así fue la relación entre Televisa y Ana Guevara.

-¿Considera que usted dejó de ser rentable?

-No. El argumento de que como dejé de ganar ya no soy productiva es insostenible. Uno de mis principales patrocinadores no le invirtió cientos, sino millones de pesos, a la campaña después del campeonato del mundo y durante la campaña hacia los Juegos Olímpicos, más todos los agregados (…) El mejor capital que ellos tuvieron en sus programas fueron los Juegos Olímpicos, porque el paquete Ana Guevara fue el que se vendió más que todos y estamos hablando de que los que más invirtieron fueron mis patrocinadores.

—¿Tuvo acceso a las cifras?

—Ellos no las dan a conocer. Parte de su molestia se debió a que contraté a una agencia que llevara todos esos números. Cuántos spots de mis patrocinadores salían al día, los paquetes, los programas, etcétera. Entonces se sacó la estadística hasta llegar a un gran total de los ingresos de Televisa y TV Azteca. Nada más de los 40 y tantos segundos de carrera y del programa que producían para mí, no de todos los Juegos Olímpicos, se calcularon los ingresos que eso generó (…)

"Televisa se llevó como 45 millones de dólares y TV Azteca alrededor de 11 millones. A mí no me tocó ni el 1%. Les dije: ya probaron que soy un producto rentable: en 2001 nos fue muy bien; en 2002 se realizó la presentación estelar de todo el proyecto; en 2003 logré el campeonato del mundo, y en los Juegos Olímpicos de 2004 paralizamos el país. Todo el mundo estaba entregado a la carrera y nadie se despegaba de la televisión. Tenían el pastel completo, así que yo esperaba que este capital se reflejara en el siguiente ciclo olímpico. Me habían dado un espaldarazo muy fuerte porque sabían de mi lesión y su gravedad. Después me dieron esta puñalada. Pero nunca lo van a entender; hablan del alto rendimiento, del atleta y del respeto a su dignidad, pero no tienen ni la más puta idea de lo que es esto".

—¿Considera que le dieron una puñalada por la espalda?

—Sí, porque se les brindó todo pensando que era un proyecto a largo plazo con un compromiso por ambas partes.

—¿Qué ha pasado desde entonces?

—Vino la consigna de "ya no vamos a ayudar a Ana"; ya no salgo en los noticieros. Antes, salían todas mis notas y entrevistas y no porque yo lo pidiera. Ganaban ellos y ganaba yo, pero los más beneficiados eran ellos.

—¿Lo sientes como una explotación?

—En cierta manera. Mi ganancia consistía en que me podía vender mejor con mis patrocinadores, pero el hecho de que éstos me pagaran por usar sus productos no garantizaba nada. Televisa les cobraba por mencionar sus marcas. Es un hecho que yo también ganaba porque yo me podía vender mejor con mis patrocinadores, pero aunque mis patrocinadores me hayan pagado, el hecho de que yo portara su marca no garantizaba nada porque ellos (Televisa) no sacaban la marca. Mis patrocinadores tenían que pagar aparte para que mencionaran su marca. Entonces mis patrocinadores me pagaban a mí y, aparte, tenían que pagar su espacio en la televisión.

—¿Quién le anunció que ya no seguiría con Televisa?

—Uno le echa la pelotita al otro. Empezamos con Javier Alarcón (director de contenidos de deportes), quien era el enlace directo. Con él ya no se llegó a ningún acuerdo porque no tiene acceso al dinero. En aquel entonces se decía que él era a quien más le interesaba el proyecto. Después fuimos con Manuel Ramírez (director general de Televisa Deportes), quien se convirtió en el primer obstáculo. Posteriormente acudimos con Ricardo Pérez Teuffer (vicepresidente de eventos especiales y deportivos); tampoco hubo nada y ahí se truncaron las cosas. El asunto se vició y ya no quise ir con Emilio Azcárraga para replantear el proyecto, porque definitivamente ya no me interesa una relación que fue un noviazgo de engaño, traición, y que se acabó. Como dijo McArthur, pero al revés, no volveré.

—¿La usaron y después la desecharon?

—No, porque en su momento me benefició. Yo tenía, digamos, mi saquito de 20 canicas que sabía que a la larga se me iba a multiplicar a 60. Sabía que al momento de renegociar mi saquito iba a crecer en todos los aspectos. Les dije que mi lesión no significaba que estuviera en el ocaso de mi carrera; también comenté que en cuanto me recuperara volvería a retomar el nivel que tenía.



Ah claro, pero fué al mítin de fecal. Y ahora gracias a fecal Televisa se ha convertido en inquisidor mediático. No, tss, tas cabrona, Anita. Te hizo güey Televisa y de pilón te embarcaste en un apoyo a fecal que haría que Televisa se convirtiera en la Televisa de Emilio Azcárraga Milmo, sólo que ahora siendo soldados del PAN en vez de ser soldados del PRI, aunque con la misma censura, mismas mentiras, mismas distorsiones y misma MIERDA.

Así que yo en lo personal no pienso tener lástima ni admiración por Ana Guevara. Que se CHINGUE por andar prestándose a ser parte de la propaganda mediática del PAN.


Una razón más para apoyar al peje en el 2006.

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