Un lector me envía este escrito, el cual me latió por el título:
Se-suda reflexión
Del informe al infomercial
Septiembre 2, 2006.
No hubo informe presidencial. Para efectos políticos y de cara a la sociedad, este año no hubo informe. Formalmente sí lo hay, desde luego: se entregó por escrito y posteriormente en cadena nacional el presidente (con minúsculas, siguiendo a la milenaria Marcela Gómez Zalce) dio un mensaje y al hacerlo, reveló con toda nitidez la naturaleza del “gobierno del cambio”: su carácter mediático, impositivo (quedamos “encadenados” durante varios minutos) y parafernalio.
No hubo informe porque el ritual político no se cumplió: el presidente no dio cuenta del “estado que guarda la nación” ante el congreso, que es “la casa del pueblo”. Frases hechas, lugares comunes, acartonamientos que dan soporte al ritual del 1 de septiembre, que este año no se efectuó.
Esta ausencia representa un signo más del derrumbe del viejo sistema político, remozado por el “gobierno del cambio”, pero vigente en su esencia y en sus formas. Y si la forma es fondo, como dice otro lugar común de la política, la forma de este “informe” revela el fondo de la “administración” foxista: su desprecio por la política, que es diálogo, concertación, construcción de consensos y búsqueda del bien común, y su evidente gusto por la inmediatez, la espectacularidad y la insulsez de la imagen televisiva.
La trayectoria de Vicente Fox: del Congreso al set televisivo, del diálogo a la descalificación y la amenaza, del mensaje político al infomercial. Lo de ayer en cadena nacional no fue un informe ni un pronunciamiento de un estadista, fue el intento de vender una imagen de una mercancía añeja, ajada, devaluada, falta de credibilidad. El producto en venta es Fox… y ya nadie –o muy pocos- lo compran.
Si Fox no pudo subir a la tribuna en el Congreso es responsabilidad de él y de sus “operadores políticos” (con Abascal a la cabeza). Su impericia política, su insensibilidad social y su inquina autoritaria (recordemos aquello de los renegados) han impedido a Fox presentarse ante México en el Congreso. La “máxima tribuna del país” le ha sido negada por cuenta propia, su ausencia del Congreso obedece a las malas siembras del sexenio, que ahora son tempestades políticas en tiempos de huracanes. Los congresistas del PRD y del PT han sido -ahora sí- representantes de millones de mexicanos que nos avergonzamos de tener un presidente (con minúsculas) como Fox (y que cada quien coloque aquí los calificativos que mejor lo describan….).
Pésima decisión de Fox y/o sus “asesores” de pasar del Congreso al set de televisión, la de hacer un infomercial en lugar de un informe presidencial. Mala decisión porque mostró que todo fue un montaje, que todo estaba preparado puesto que el infomercial había sido previamente grabado; en esas circunstancias, acudir al Congreso para pretender leer el mensaje político no fue más que una representación que evidenció la debilidad de Fox. Si ya sabía que no hablaría ¿a qué fue?
Hubiera sido más inteligente y más prudente simplemente enviar el informe por escrito, escurrir el bulto durante unos días (montando a caballo en su rancho, por ejemplo) y lunes o martes, organizar una rueda de prensa donde podría dar un mensaje breve y después responder a las preguntas de la prensa. Pero es demasiado para Fox… ¿lo imaginan tratando de responder a las preguntas de Carmen Aristegui o de Julio Hernández?
Del informe al infomercial. Pésima decisión de Fox porque ha colocado a la Institución Presidencial en el mismo rango que los cosméticos milagrosos, las cacerolas antiadherentes, los aparatos para bajar la panza y los ungüentos mágicos para eliminar los barros.
Una razón más para apoyar al peje en el 2006.
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