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sábado, mayo 13, 2006

PANISMO PUTREFACTO.

Benedicto Ruiz Vargas, escribe:

La descomposición del PAN.

Benedicto Ruiz Vargas.

En términos ideológicos el PAN siempre se ha autoconcebido como un partido conservador o de derecha moderada, como ha sido calificado por algunos analistas, que nace en esencia como una reacción a las supuestas tendencias socialistas del gobierno de Lázaro Cárdenas en 1939.

En sus principios adopta la defensa de la propiedad privada, la no intervención del Estado en la economía y un tipo de nacionalismo muy parecido a los fascismos europeos de la época.

No obstante este origen, el PAN trazará en los años siguientes una línea política que lo acerca a ser un partido de oposición preocupado por la democracia y en contra del autoritarismo del régimen político priista. Al lado, aunque de manera distante de otros grupos y organizaciones de izquierda, el PAN va a ser un partido que pugnará por la apertura del régimen político y el reconocimiento de la pluralidad.

Su énfasis estará centrado en la limpieza de los procesos electorales y en la no injerencia de los gobiernos en la organización y calificación de las elecciones.En esta lucha, o “brega” como le llamaron sus fundadores, el PAN es un partido que ha hecho aportes significativos a la democratización del país, tanto como otros grupos y organizaciones sociales o políticas localizadas en el amplio espectro de la izquierda mexicana.

Sin embargo, cuando el PAN inicia su ascenso al poder en algunos municipios y en los estados a partir de mediados y finales de los ochenta (pero sobre todo a partir de su triunfo en la Presidencia en el 2000) el partido empezará a vivir un acentuado proceso de cambio en su orientación política, así como en los fundamentos de sus principios doctrinarios.

Algunos estudiosos explican este cambio como parte de un proceso normal en un partido que pasa de la oposición al ejercicio del Gobierno o del poder político. Pero no es éste el cambio más notable que registra Acción Nacional; es decir, no sólo se hace un partido más pragmático y más interesado en preservar el poder como le ocurre a todos los partidos.

El cambio más significativo de Acción Nacional es que sus nuevos cuadros políticos, los que llegan realmente a detentar el poder dentro del partido y en los gobiernos, regresan a las raíces ideológicas que provienen de la derecha y el pensamiento conservador.

A lo largo y ancho del país veremos así en las alcaldías y en los gobiernos de los estados funcionarios y gobernantes que promulgan códigos de moral, instauran cursos para educar a los padres en un nuevo marco de valores, censuran la “mala” conducta de los jóvenes y legislan sobre un conjunto de asuntos privados para instaurar una nueva moral pública.

En pleno proceso de democratización y de pluralidad social, emerge un pensamiento y una tendencia de intolerancia hacia la diversidad y la diferencia cultural entre los grupos sociales.

Para estas alturas el PAN es ya, abiertamente, un partido de derecha inmerso en la escena política del país, fortalecido y sellado ideológicamente por la práctica y la orientación del gobierno de Vicente Fox. Fox y su grupo político, permeado por el Yunke, desdibuja los principios democráticos de Acción Nacional y lo arroja a la escena como un partido clerical que se había negado a ser, como un partido que revive el odio hacia la izquierda asociada al comunismo y, en general, como un partido amante de lo establecido y repelente a todo lo que signifique un cambio político.

Lo más lamentable de esta metamorfosis panista no se reduce sólo a que en su cúspide, o en el Gobierno federal, se instale y adquiera hegemonía una visión política que desde el poder, o desde la dirigencia del partido, reviva los estereotipos y las visiones más primitivas de los adversarios y procese de manera rudimentaria las diferencias políticas y sociales que hay en toda sociedad.

Tampoco es lo más lamentable que para preservar el poder, éste grupo recurra a una campaña de odio y de miedo para ganar el voto de algunos sectores y espantar el de otros, como siempre lo han hecho grupos retrógrados en el país.

Lo que sí resulta más triste y lamentable es que esta visión y este amasijo de ideas, baje hacia la militancia del PAN e impregne a sus miembros en su activismo político y en la discusión cotidiana con sus adversarios. El militante de abajo, sin más elementos de análisis y formación política, repite como un acto de fe el discurso maniqueo de la dirigencia, adopta los spots televisivos como recurso analítico y se imbuye de la jerigonza anticomunista impuesta por la dirigencia ultraconservadora de su partido.

A este militante promedio le cuesta trabajo distinguir en qué consiste el comunismo, quién es Hugo Chávez y dónde están los peligros del populismo, pero es ése el eje de su campaña y su trabajo proselitista.En este sentido la campaña del PAN y de muchos panistas, no es ya una lucha política para conquistar votos y ganar las preferencias del electorado; es más bien una cruzada moral e ideológica contra el mal encarnado en el retorno del comunismo y el peligro del populismo.

En la campaña y la lucha política no hay candidatos opuestos y con ideas distintas, lo que hay en esta visión, es una lucha entre el bien y el mal, entre los buenos que representan el orden y los otros que promueven la violencia. Éste es el PAN de ahora, un partido más cerca del fanatismo que de la lucha democrática.

Correo electrónico: benedicto@tij.uia.mx
El autor es analista político e investigador de la UIA Tijuana.


UNA PODEROSA RAZÓN PARA VOTAR POR AMLO Y LA MAYORÍA PERREDISTA AL CONGRESO.

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