Este post lo estoy reciclando de Ciudad Fecal, donde lo publiqué el año pasado, antes de que el TEPJF consumara el golpe de Estado declarando a Fecal "presidente electo", y de que éste tomara posesión a hurtadillas como las ratas. A más de seis meses, el artículo aun tiene actualidad...
Felipe Calderón comenzó su primera semana como Presidente electo en medio de múltiples protestas. Desde entonces, millones de personas han levantado su voz para denunciar lo que ha sido calificado como el fraude electoral más burdo en la historia de México.
Aunque la ratificación del supuesto triunfo de Fecal era esperada, a partir de que ésta se dio las manifestaciones de repudio subieron de tono e intensidad. Es la voz de un pueblo agraviado por el cinismo de las autoridades electorales, la soberbia panista y la criminal campaña de desprestigio al movimiento democrático por parte de los medios de comunicación. Es el hartazgo de quienes han visto su esperanza cancelada por un golpe, literalmente por un golpe, el de Estado, que la derecha empresarial y política de este país dieron para evitar a toda costa la alternancia hacia la izquierda.
Creyeron que sería fácil, que el movimiento de resistencia civil se desgastaría rápidamente, que perdería fuerza en unas pocas semanas. Se equivocaron rotundamente. Ante la imposición, la sociedad ha reaccionado con dignidad, valentía, y mucha creatividad e imaginación para hacer llegar su voz aun a pesar del cerco informativo imperante.
A Fecal lo han perseguido a cualquier lugar al que va; no lo han dejado ni a sol ni a sombra, obligándolo a andar, como señala el diario La Jornada, "a salto de mata". Una triste y muy poco elegante manera de comenzar a disfrutar su "victoria".
Desde el mismo día en que el TEPJF le regaló a Fecal la constancia de mayoría que lo acredita, según ellos, como "presidente electo", un grupo de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador se congregó a las puertas del Tribunal y recibieron con una lluvia de mentadas y huevos a los ilustres invitados a la pantomima. Florencio Salazar, ex-secretario de Agricultura del agónico sexenio foxista, quedó literalmente batido bajo la lluvia de huevos. A esta ceremonia Fecal tuvo que llegar en helicóptero, con dos horas de anticipación, y entrar -y salir- por la puerta trasera, para no encontrarse cara a cara con los manifestantes.
Ese mismo día por la noche, en un hecho inédito en la televisión mexicana, un grupo de aproximadamente 30 jóvenes logró colarse al programa Otro Rollo, conducido por Adal Ramones y que, con 11 años de transmisión, es uno de los de mayor rating a nivel nacional. Cuando el conductor empezaba con su tradicional monólogo, los jóvenes comenzaron a corear consignas contra Fecal. Ramones se vio desconcertado, no supo qué hacer, el gesto agrio, y finalmente tuvo que interrumpir el programa por espacio de media hora.
El viernes 8 de septiembre, en Morelia, Fecal se vio obligado a cancelar su primer acto público como Presidente electo, luego de que un grupo de cerca de 200 simpatizantes de AMLO protestara en la calle repudiando el fraude electoral y calificándolo de "usurpador". Tampoco esta vez se salvó Fecal de escuchar mentadas de madre, y, en lo que ya se ha vuelto motivo de
preocupación en el círculo íntimo fecalista, una vez más, tuvo que salir huyendo ante la indignación de la gente. Más tarde, aprovechando un descuido de los manifestantes, que entretanto se habían ido a otro lado a alcanzarlo, Fecal regresó a escondidas a la plaza en donde, a toda carrera y sudando la gota gorda, apenas montó una "guardia de honor" y depositó una
ofrenda floral en homenaje a José María Morelos. Todo en menos de dos minutos, tras lo cual, corriendo, abandonó el lugar.
preocupación en el círculo íntimo fecalista, una vez más, tuvo que salir huyendo ante la indignación de la gente. Más tarde, aprovechando un descuido de los manifestantes, que entretanto se habían ido a otro lado a alcanzarlo, Fecal regresó a escondidas a la plaza en donde, a toda carrera y sudando la gota gorda, apenas montó una "guardia de honor" y depositó una
ofrenda floral en homenaje a José María Morelos. Todo en menos de dos minutos, tras lo cual, corriendo, abandonó el lugar.
También durante la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores, CONAGO, pudo sentir Fecal el repudio ciudadano. En esta ocasión hubo varios manifestantes detenidos, tras enfrentarse con la policía. Al igual que en ocasiones anteriores, Fecal sólo pudo llegar al recinto donde pronunció su discurso gracias al impresionante operativo de seguridad desplegado por el Estado Mayor Presidencial y la PFP.
¿Es éste el ambiente que acompañará a Fecal a partir de que tome posesión de la presidencia? Si es así, es una manera humillante e indigna de llevar la más alta responsabilidad del país. Tener que escabullirse como las ratas, vivir en permanente acoso, ser cotidianamente descalificado, criticado, agredido (todo ello por razones más que fundamentadas), es el síntoma más claro de que Fecal será un gobernante espurio. Gobernará (si así puede llamársele a tener que andarse escondiendo y presidiendo actos casi clandestinos) contra la voluntad del pueblo. Vergonzoso para los mexicanos tener un presidente al que la mayoría repudia, y de ello se dan cuenta perfectamente en el extranjero, donde la estupefaciente influencia de Televisa y TV Azteca no alcanza para manipular a la población de aquellas latitudes.
Fecal es el pararrayos que ha sabido concentrar sobre sí el desprecio y el rechazo de la mayoría de los mexicanos. A ello ha contribuido decididamente él mismo, con su discurso bravucón que no abandona, con sus actitudes polarizantes, con sus desplantes de borracho de cantina que celebra la "derrota" de los "violentos".
Y no obstante, incapaz de toda autocrítica, enrojece de ira culpando a AMLO y al movimiento democrático por el repudio que experimenta a donde quiera que va. En el fondo sabe que él mismo se lo ha ganado a pulso, pero por fuera no deja de resultar cómico ver su actitud: la del inocente que se queja de las humillaciones y maltratos que le prodiga todo mundo. Lamentándose por no poder tener el respeto que su nueva investidura requeriría.
Como el personaje principal de aquella entrañable caricatura de los 60, Mandibulín, el -ese sí- simpático tiburoncito andrógino que, casi al borde de las lágrimas, repetía una y otra vez:
-"Nadie me respetaaa!"
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