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sábado, abril 08, 2006

EL DISFRAZ DE FOX.

René Delgado en el Reforma:


René DelgadoEl disfraz de Fox.

No hay peor disfraz que aquel que deja reconocer la identidad de quien lo viste, y no hay peor discurso que aquel que no atina a expresar lo que pretende.Vicente Fox no se ha dado cuenta de eso. La defensa de "las políticas públicas" no oculta su intervencionismo en el proceso electoral; la defensa del derecho a sonar de "las bocinas" no reivindica la libertad de expresión....

Un día sí y otro también, Vicente Fox confunde los fines con los medios. Confunde, por ejemplo, los micrófonos y las bocinas con las ideas y las razones.La confusión de Fox es nítida. Dice textualmente: "Esa es la democracia, que nadie calle a nadie, que ni un micrófono ni una bocina pueda ser callada, que cada quien exprese sus sentimientos, que cada quien exprese lo que siente, que cada quien exprese sus demandas".En un aficionado a la política se entiende y justifica tan lamentable concepto de la democracia, no en un supuesto jefe de Estado. A menos de que, en breve, Vicente Fox escriba un ensayo donde transforme el ideario de José María Morelos -"Los sentimientos de la nación"- en "Los sentimientos de la democracia", el disfraz que utiliza no oculta la pobreza de conceptos.Desde luego, se podría pensar que esa confusión es un asunto menor: que cuando el mandatario sale en defensa del derecho al sonido de micrófonos y bocinas, en realidad defiende la libertad de expresión. Ahí se explica por qué al portavoz presidencial, Rubén Aguilar, se le tiene como el traductor presidencial. "Lo que el Presidente quiso decir..." es ya una frase socorrida en las conferencias de Aguilar: él traduce al mandatario....

Explicada así la confusión presidencial, lo verdaderamente importante y triste del discurso de Vicente Fox prevalece. De a tiro por gira, Fox se lanza contra el populismo y la demagogia pero, como su batería de argumentos no es muy rica ni nutrida, siempre aflora un manido recurso. Va un ejemplo: "En Latinoamérica necesitamos dejar de tener la urgencia en cada cambio de gobierno de buscar al mesías y un nuevo modelo que nos va a venir a resolver los problemas. La inconsistencia y la falta de permanencia de las políticas públicas han sido los problemas de Latinoamérica. Y las promesas mesiánicas que vienen a ofrecer el oro y el moro no son solución." Sin subrayar la contradicción entre el discurso del candidato Vicente Fox que hizo del "cambio" la razón de ser de su elección y el discurso del presidente Vicente Fox que hace del "continuismo" la razón de ser del desarrollo económico, llama la atención una doble cuestión. Primero, el entallado disfraz que el mandatario utiliza para intervenir en una campaña electoral que ya no le pertenece y, segundo, qué es lo que Vicente Fox entiende por "las políticas públicas"....

Defender "las políticas públicas" obliga a pensar, de entrada, que éstas existen y, de salida, que muchas de ellas fueron elaboradas por el actual gobierno en conjunto con la sociedad o cuando menos con aval de ésta y que, desde luego, implican un conjunto de acciones ordenadas, coherentes, no contradictorias y basadas en acuerdos mínimos que garantizan su viabilidad.Esas "políticas", sin embargo, no existen. Hay, sí, políticas de largo alcance que "el viejo régimen" impuso y que el gobierno foxista continuó. Pero no hay una sola producto del foxismo.

Así, contraponer "las políticas públicas" con "el populismo y la demagogia" es defender la continuación de una serie de políticas que, en más de un caso, fueron impuestas desde organismos internacionales que ni por asomo tomaron en cuenta el parecer de la ciudadanía que debería implementarlas, además de padecerlas o disfrutarlas.

Desde esa óptica, la defensa foxista de "las políticas públicas" es defender un autoritarismo importado que, aun con su disfraz puramente economicista, desconsidera a los nacionales del país donde esas "políticas" se habrán de aplicar. En la defensa de Vicente Fox de esas "políticas públicas", que ni son de su gobierno ni son públicas ni son nacionales, se asoma una suerte de renuncia a ensayar otro tipo de desarrollo que, sin desconocer el libre mercado y la globalización, permita realizar un país distinto....

Lo grave del intervencionismo electoral de Vicente Fox es que pretende restarle a los comicios de este año su ingrediente fundamental: la posibilidad de elegir, de votar el modelo de país que se quiere desarrollar.Dicho con simpleza, al desarrollo electoral del país lo marcó, en las últimas elecciones presidenciales: el fraude (1988), el miedo (1994) y la alternancia política (2000). La diferencia de esta elección (2006) con aquellas es tan sencilla como importante: creadas las condiciones electorales, por primera vez -y a pesar de la pobreza de la propuesta de los candidatos- se puede votar algo más que política, se puede votar economía.

Ese nuevo ingrediente, sin duda, trae nerviosos a los beneficiarios de esas "políticas públicas" que nunca pasaron por el filtro de las urnas como tampoco por el tamiz de la consulta, el debate y el acuerdo público. Políticas, hay que decirlo, que si bien le dieron perspectiva al país también le resultaron tremendamente onerosas a una muy buena parte de la ciudadanía. Se controlaron los indicadores macroeconómicos, a costa de esa población que aún hoy no encuentra oportunidad de desarrollo.

Restarle a esta elección ese ingrediente -que, en el fondo, no es más que un matiz (ya se argumentará por qué)- es quitarle su contenido y su valor. Es tanto como pretender vaciar de contenido a la democracia, destacando que ésta se limita a ser el continente de "políticas" no públicas, sino ajenas a la ciudadanía.

Escamotearle a la ciudadanía esa elección es pretender mutilar la democracia o negarle al ciudadano el derecho a participar en decisiones centrales. Sin esa participación, sin esa validación, esas "políticas" seguirán siendo motivo de desencuentro y parálisis. Eso lo sabe y lo sufrió el mismo Vicente Fox, sin debate ni acuerdo en las políticas de interés público, el desarrollo bien puede ser una frustración. Entre otras cosas, las elecciones sirven para eso....

El colmo de la cruzada de Vicente Fox es que pierde de vista una realidad inexorable. Muchas de las políticas públicas están hoy acotadas por organismos internacionales que, obviamente, dejan un reducido margen de maniobra al gobierno que las aplica.

La calificación o descalificación del desarrollo en materia de economía, educación, comercio, salud, trabajo, viene de fuera. Por cada una de esas tareas hay la correspondiente organización u organismo que certifica su validez, y la rebelión frente a esas instancias no es rentable. Eso es cierto, pero también lo es que en el matiz y el detalle un gobierno marca la diferencia. Velocidad, condición y oportunidad, sólo por mencionar algunos elementos, aumentan o disminuyen el costo social de ese tipo de políticas. Es un detalle, pero es importante.

Por eso, Vicente Fox debería tomar nota de que el disfraz de su intervención electoral no cubre la defensa de políticas que no son públicas, y sí pone en evidencia una renuncia que sin darse cuenta suscribió. Los gobiernos hoy son de matiz, detalle, reflexión, estrategia y de trabajo en escritorio. Cuestión que, desde luego, escapa a la cultura política de Vicente Fox.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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