Pedro Echeverría V.
1. En todo el mundo hay inocentes que parecen creer todo lo que les cuentan o dicen. No es malo ser así, tampoco es una virtud; es una forma de ser de alguien que no hace mal (aparentemente) a nadie y, por el contrario, puede ser muy solidario. No sé si el lado opuesto es ser “muy vivo” y muy hábil para moverse en los entretelones de la realidad, para luego aprovecharse de todo. Cada año, los días 28 de diciembre, se recuerda en México que ese día como el de los inocentes, por eso se propaga que “no hay que dar dinero prestado porque sólo te lo devolverán al año siguiente o nunca”; que “no hay que creer en las declaraciones de amor porque es seguro que te estarán mintiendo”; que “cuando te inviten a comer debes darte cuenta en lo que comes, porque puede ser un engaño”, en fin, se hacen muchas bromas o trampas ese día con “juegos” que parecen muy ofensivos que suelen provocar riñas y castigos. Pero el problema de la credulidad de los inocentes suele paralizarlos por vivir siempre esperanzados.
2. Un inocente cree en que el capitalismo puede ser bueno. Sin saber que el capitalismo nació como sistema para intensificar la explotación del trabajo para que un sector minoritario de la población establezca su dominación y acumule grandes riquezas y poder; sin saber que no es por maldad de los hombres, sino que el mismo sistema no puede mantenerse si no somete a su dominio a la población mediante la fuerza y la represión y, al mismo tiempo la convierte en productora de riquezas para la clase dominante, el inocente cree ilusamente que hay que tener fe, que no es necesario luchar y llegar a confrontaciones porque cree que algún día desaparecerá esa injusticia al darse cuenta los explotadores que son injustos. El inocente no entiende ni desea comprender; está convencido que sólo hay que tener esperanzas. Más que dominado por la televisión o la radio, parece totalmente supeditado al pensamiento de la Iglesia
3. Un inocente cree que EEUU es el país de la democracia y la justicia. Sin asumir pensamiento crítico y reflexivo alguno, el inocente acepta las imágenes y las palabras que le dan a leer al locutor de la radio y la televisión. Se convierte en un propagador de lo que escucha sin detenerse a pensar en que puede ser una tergiversación de la realidad. Dado que en EEUU se concentran las principales agencias noticiosas, bien controladas por los empresarios y el gobierno norteamericano en turno, las notas que le llegan a todos los países subordinados buscan convencer a radioescuchas y televidentes que los EEUU son el modelo de democracia y justicia en el mundo. El inocente no sabe que quienes gobiernan sirven directamente a las empresas imperialistas más poderosas del mundo, que la industria armamentista impulsa las guerras por necesidad y que esas guerras le han permitido a los EEUU ser el país más poderoso y mejor armado del mundo.
4. Un inocente cree en los gobiernos y los partidos. Los que ocupan cargos gubernamentales y dirigen los partidos políticos en México no son inocentes, al contrario, son los personajes más “vivos” y hábiles del país. Los inocentes son los que, sin aspirar a un cargo, creen que los de arriba están realmente preocupados por solucionar los problemas de la nación. Piensan que las luchas sociales no sirven porque provocan confrontaciones y que sólo mediante diálogos institucionales se pueden llegar a acuerdos. No sabe el inocente que las confrontaciones sólo aparecen después que los trabajadores se cansan de hacer sus peticiones y pedir diálogo; o porque los trabajadores entraron en “diálogo” con un gobierno o empresario sordo racista que no está dispuesto a escuchar. Y los inocentes siguen creyendo a pesar de que gobiernos y partidos parecen ser los mismos o se comportan como cómplices cuando se pone en peligro el poder.
5. Un inocente cree en la economía del país. La economía mexicana se desplomó durante el sexenio del panista Fox. El crecimiento promedio en su gobierno de fue 2 por ciento, mientras otras economías del mundo crecieron del 6 al 10 por ciento...
1. En todo el mundo hay inocentes que parecen creer todo lo que les cuentan o dicen. No es malo ser así, tampoco es una virtud; es una forma de ser de alguien que no hace mal (aparentemente) a nadie y, por el contrario, puede ser muy solidario. No sé si el lado opuesto es ser “muy vivo” y muy hábil para moverse en los entretelones de la realidad, para luego aprovecharse de todo. Cada año, los días 28 de diciembre, se recuerda en México que ese día como el de los inocentes, por eso se propaga que “no hay que dar dinero prestado porque sólo te lo devolverán al año siguiente o nunca”; que “no hay que creer en las declaraciones de amor porque es seguro que te estarán mintiendo”; que “cuando te inviten a comer debes darte cuenta en lo que comes, porque puede ser un engaño”, en fin, se hacen muchas bromas o trampas ese día con “juegos” que parecen muy ofensivos que suelen provocar riñas y castigos. Pero el problema de la credulidad de los inocentes suele paralizarlos por vivir siempre esperanzados.
2. Un inocente cree en que el capitalismo puede ser bueno. Sin saber que el capitalismo nació como sistema para intensificar la explotación del trabajo para que un sector minoritario de la población establezca su dominación y acumule grandes riquezas y poder; sin saber que no es por maldad de los hombres, sino que el mismo sistema no puede mantenerse si no somete a su dominio a la población mediante la fuerza y la represión y, al mismo tiempo la convierte en productora de riquezas para la clase dominante, el inocente cree ilusamente que hay que tener fe, que no es necesario luchar y llegar a confrontaciones porque cree que algún día desaparecerá esa injusticia al darse cuenta los explotadores que son injustos. El inocente no entiende ni desea comprender; está convencido que sólo hay que tener esperanzas. Más que dominado por la televisión o la radio, parece totalmente supeditado al pensamiento de la Iglesia
3. Un inocente cree que EEUU es el país de la democracia y la justicia. Sin asumir pensamiento crítico y reflexivo alguno, el inocente acepta las imágenes y las palabras que le dan a leer al locutor de la radio y la televisión. Se convierte en un propagador de lo que escucha sin detenerse a pensar en que puede ser una tergiversación de la realidad. Dado que en EEUU se concentran las principales agencias noticiosas, bien controladas por los empresarios y el gobierno norteamericano en turno, las notas que le llegan a todos los países subordinados buscan convencer a radioescuchas y televidentes que los EEUU son el modelo de democracia y justicia en el mundo. El inocente no sabe que quienes gobiernan sirven directamente a las empresas imperialistas más poderosas del mundo, que la industria armamentista impulsa las guerras por necesidad y que esas guerras le han permitido a los EEUU ser el país más poderoso y mejor armado del mundo.
4. Un inocente cree en los gobiernos y los partidos. Los que ocupan cargos gubernamentales y dirigen los partidos políticos en México no son inocentes, al contrario, son los personajes más “vivos” y hábiles del país. Los inocentes son los que, sin aspirar a un cargo, creen que los de arriba están realmente preocupados por solucionar los problemas de la nación. Piensan que las luchas sociales no sirven porque provocan confrontaciones y que sólo mediante diálogos institucionales se pueden llegar a acuerdos. No sabe el inocente que las confrontaciones sólo aparecen después que los trabajadores se cansan de hacer sus peticiones y pedir diálogo; o porque los trabajadores entraron en “diálogo” con un gobierno o empresario sordo racista que no está dispuesto a escuchar. Y los inocentes siguen creyendo a pesar de que gobiernos y partidos parecen ser los mismos o se comportan como cómplices cuando se pone en peligro el poder.
5. Un inocente cree en la economía del país. La economía mexicana se desplomó durante el sexenio del panista Fox. El crecimiento promedio en su gobierno de fue 2 por ciento, mientras otras economías del mundo crecieron del 6 al 10 por ciento...
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