Rafael Segovia, uno de los editorialistas del periódico Reforma mas connotados, dice hoy en su columna, algo que aquí en este Blog, hemos venido sosteniendo desd hace cuatro semanas. Que las campañas de FeCal y de Madrazo, nomás no prenden y que prácticamente ya nada tienen que hacer en la contienda electoral:
Po eso también afirmamos que todo México va a votar por AMLO y por la mayoría perredista en el Congreso.Rafael Segovia.
Los errores del momento.
Ninguno de los puntos propuestos por los candidatos a la Presidencia tiene el menor poder de movilización. Queda pues saber por qué hay uno que se mantiene a la cabeza en las encuestas sobre la intención de voto, pese a los esfuerzos combinados de los otros partidos junto con intereses aun más importantes, en principio, que los manifestados a favor de López Obrador.Será conveniente encontrar los motivos por los cuales ni Calderón Hinojosa ni Madrazo logranconmover a la opinión pública.La imagen pública de todos estos hombres está empañada, por decirlo de alguna manera, por la de sus partidos. El PAN no es un partido popular. Se encuentra incómodo en los medios populares, empeñado como está en querer ser el portavoz de las clases medias, a
las cuales por lo demás no puede o no sabe definir, colocarlas en el espectro político-electoral. No puede separarse de una idea anticardenista, antisindicalista, clerical, antiizquierdista, anticomunista. Se define a sí mismo como un piélago de antis, de oposiciones y rechazos donde
irremediablemente se hunde sin que nadie se ofrezca a echarle una mano para sacarlo a flote. Dadas sus posturas, los desertores de otros partidos sólo en situaciones desesperadas, como la de Sodi, se acercan entre remilgos a él, lo que habla de soledad y desconfianza, así como expone la mediocridad irremediable de su personal, de hombres como Espino, viva imagen de una derecha que juega más contra su candidato presidencial que a favor de una posible solución de los
problemas estructurales de la nación, como el PAN ha puesto de moda llamarlos. Pese a sus esfuerzos, Calderón es más de lo mismo, y se le empieza a advertir en el gesto, en un rictus de hombre no convencido de su propia acción, que no logra explicarse a sí mismo, recurriendo casi siempre a actitudes al borde del infantilismo para justificarse. Ante la multitud reunida por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo, decir que hubo más gente en Puebla reunida contra el
gobernador, empieza por no ser una respuesta y cae de lleno en la sandez.Y aquí se presenta un tema escalofriante para él y para Madrazo. ¿Qué es lo que no funciona en sus campañas? ¿Por qué no se presenta nadie así no sea más que para darles la mano? Las fotografías, incluso cuando se intenta modificarlas, no mienten: el Zócalo se llenó, y al lector común y corriente la imagen le causa
una impresión favorable, es el hombre seguido por las masas. Si a esto se añade un artículo donde se hable de mesas y sillas vacías en la reunión del candidato panista, el desánimo de su equipo debe ser total. Por si fuera poco, el viaje de Aznar a México le dio la puntilla: una semana tirada a la basura.El tercer lugar reservado a Madrazo, pese al voto duro, fiel, inconmovible de que se habla sin poderlo probar, no tiene salida electoral posible. La apuesta del priismo actual no sólo es desesperada sino negativa. La esperanza del partido revolucionario se cifra en la abstención: cuanto menos voten, más abultarán las voces que apoyen a un partido invencible durante 71 años. Es una forma de suicidio en frío, sin pasión, sin auténticas ganas de ganar, apoyado en una vieja guardia
desmoralizada por los cambios incomprensibles y promesas vacías.El temor está presente, asoma por todos lados.Cuando leemos que el PAN ha cedido 11 lugares en su lista a los evangélicos, pensamos en un error de imprenta o en una juerga prolongada de los líderes de Acción Nacional. El atrevimiento de Calderón o de Espino rebasa la imaginación más calenturienta: se puede renunciar a muchos principios en la medida que no alteran la esencia misma de la causa defendida.
Así se sepan derrotados -que seguramente lo están- los jerarcas panistas están votando la muerte de su partido. Aunque siempre han andado en problemas ideológicos por su confesionalismo, por su inconmovible catolicismo, estos puntos han sido los únicos válidos que han encontrado en el terreno electoral. Su proximidad con los empresarios, no muy convincente, los aleja de un cuerpo
electoral de clase media temeroso del capitalismo mexicano, mezquino como se acaba de ver con los mineros sacrificados en el norte de la República, donde ya han empezado las maniobras para ahorrarse el dinero debido a los deudos.Pero más que un espíritu miserable implícito en el capitalismo, el PAN empieza a aterrarse al ver zarandeado al secretario del Trabajo y Previsión Social -como pudo observarse en estos días, y podrá añadirse del valor personal, como lo
mostró Vicente Fox al negarse a acercarse al lugar de la tragedia y esconder la verdad, tergiversando durante una semana, como buen panista.De manera cada día más evidente, el PRI apuesta por el 36.8 por ciento de los ciudadanos que declara su intención de no ir a votar y por el 30.7 que sabe -dice- por quién votará. Su esperanza se cifra en un país despolitizado, que vive de espaldas a la política y a los políticos: sólo el 19.1 por ciento asegura estar muy interesado en la política.El tiempo no parece haber modificado las intenciones ni las simpatías de quienes votarán en julio. Los panistas, los hombres delpartido, pierden los estribos cuando ven a Andrés Manuel López Obrador no querer discutir con su candidato, incapaz de encontrar un discurso convincente. Las cifras mencionadas por Mitofsky son para descorazonar a cualquiera, y si no, que se lo pregunten a Madrazo o a Calderón, dispuestos a lo que sea con tal de que se hable de ellos. Aunque sea mal.
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