20-01-2008
Valientes estudiantes y docentes universitarios protestaron hace pocos días en Roma porque el Papa Ratzinger quería pronunciar un discurso en la Universidad romana «Sapienza». Los científicos fundamentaron su oposición, entre otras cosas, basándose en que Joseph Ratzinger, en el año 1990, cito al filósofo Paul Feyerabend. Fayerabend denominó el proceso contra Galileo Galilei como algo «razonable y justo». Los estudiantes dicen que quien desprecia de este modo la libertad de la ciencia, no puede hablar en una universidad.
Entonces sucedió lo inesperado: ¡El Papa renunció a la visita! Con ello ha demostrado que no tolera la crítica. Al parecer aún se encuentra en la tradición del Papa Bonifacio VIII, quien en el año 1303 fundó la universidad romana. Con un poco de anterioridad, este Papa había proclamado una bula que establecía: «Someterse al Papa romano es absolutamente necesario para toda persona, para alcanzar la salvación. Esto lo explicamos, afirmamos, determinamos y anunciamos Nosotros».
Los valientes estudiantes y docentes de Roma, después de 705 años han demostrado con su acción que no se quieren seguir sometiendo al Papa. Una muestra de verdadera sabiduría («sapienza»), y un momento histórico.
Las reacciones no se han hecho esperar. Políticos adeptos a la Iglesia insultaron a los estudiantes calificándolos de «intolerantes». Esto no es nada nuevo: Los representantes de la Iglesia siempre han hecho que las víctimas sean los autores del crimen –como en el caso de Giordano Bruno o Galileo Galilei–, y ellos mismos, es decir los hechores, tan pronto se les critica se declaran víctimas.Leer más...
20-01-2008Se trata de William Delahunt, quien forma parte de la cámara de representantes del Gobierno de los Estados Unidos. Recientemente este funcionario visitó Colombia junto a otros dos colegas. |
Durante varias horas han conversado en el despacho presidencial del Palacio de Miraflores, el jefe de Estado venezolano, Hugo Chávez, y William Delahunt, parlamentario demócrata estadounidense, quien se encuentra de visita en el país bolivariano.
Es el principal miembro demócrata del subcomité de asuntos interamericanos de la Cámara de Representantes de Washington, el cual investiga supuestos casos de financiamiento por parte de empresas estadounidenses a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Recientemente William Delahunt cumplió con una visita de cuatro días a Colombia junto a sus colegas James McGovern y George Miller. En esa visita conversaron con los paramilitares desmovilizados, Salvatore Mancuso, Jorge 40 y H.H, quienes aseguraron que muchas compañías norteamericanas incurrieron en la práctica de financiar a las AUC.Leer más...
MENTIRAS Y MEDIOS.
20-01-2008
Parte de la sociedad global del siglo XXI carece de la información necesaria que justifique el voto electoral hacia un partido político determinado. Esta carencia se debe contradictoriamente a que desde que comenzara lo que denominamos la era de
Quizá por el escaso arraigo popular que desde hace décadas reina en los partidos, en concreto por la gran disminución de afiliaciones políticas, las élites se han visto obligadas a desencadenar un proceso propagandístico por medio de los medios. Qué mejor que el medio de comunicación –dirán los políticos-, tan asumido en nuestros días por los países ricos (los que importan), para mostrar en forma de noticia sumamente objetiva una serie de ideologías predeterminadas a todos los que, desde sus casas, creen estar “informados” de la actualidad nacional.Leer más...
Los adivinos han matado ya el buey y andan examinando sus viscosas entrañas en busca de signos que puedan revelar alguna pista: altos y crecientes índices de desempleo, un dólar en caída constante, bajos niveles de consumo, la crisis del crédito, un mercado de valores que desfallece... ¿Podría hallarse aquí la simiente de algo realmente preocupante? –se preguntan los agoreros. ¿Podríamos estar aproximándonos –¡Dios no lo quiera!, añaden- a una recesión?
En realidad, la única respuesta apropiada a estas preguntas es ésta: ¿a quién le importa? Según una encuesta de la CNN, el 57 % de los estadounidenses creíamos ya estar sumidos en la recesión hace un mes. Los economistas objetan que este dato es sólo el resultado de la ignorancia, por parte del público, de la definición técnica –o por lo menos la convencional en los periódicos- de “recesión”, definición que especifica que ésta se da cuando ha habido por lo menos dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB. Sin embargo –arguyen los economistas-, la mayor parte de la gente utiliza la definición coloquial de “recesión”, que es la que pasa por asociarla, simplemente, al hecho de estar atravesando “malos tiempos”. Por lo tanto –concluyen los economistas-, si tales “malos tiempos” afectan ya a la mayoría de los estadounidenses, entonces la palabra “recesión” no parece demasiado esclarecedora.
Sospecho que el fabuloso crecimiento de la productividad que ha vivido Estados Unidos nos permitirá también ilustrar el formidable divorcio entre las grandes magnitudes económicas y la experiencia cotidiana de las personas. Los crecimientos de la productividad han sido atribuidos normalmente a una mejor formación de los trabajadores y a los avances tecnológicos, lo que estaría bien poder creer. Sin embargo, sorprende que aparezcan estudios como uno realizado por McKinsey en 2001 que atribuía el incremento de la productividad en Estados Unidos a “innovaciones tecnológicas” y que, acto seguido, citaba a Wal-Mart como el actor modélico, esto es, que ensalzaba formas de organización de la producción diabólicas que lo que hacen es extraer cada vez más trabajo a cambio de salarios que se sitúan a ras de suelo. ¡Sí, claro! A nadie escapa que pueden obtenerse niveles superiores de producto por hora de trabajo empleado acelerando las líneas de montaje, doblando las cargas de trabajo, recortando los descansos y, si es preciso, falsificando los registros del tiempo de trabajo realizado. Puede que vista desde arriba, desde la panorámica que ofrecen las macromagnitudes económicas, la evolución de la productividad pinte francamente bien; sin embargo, bien de cerca, desde una óptica de nivel medio o, sencillamente, desde abajo, los cursos que sigue la productividad pueden sentirse como un verdadero martirio.
Y es precisamente en el momento en que los trabajadores han sido profusamente exprimidos cuando aparece la posibilidad de una recesión genuina, de una recesión que se ajuste a lo que sobre ella se estipula en su definición técnica, vista más arriba. En efecto, en tales circunstancias la gente compra menos y el crecimiento se estanca hasta el punto de que hasta la clase económica de arriba, la más favorecida, tiene que sentarse y tomar buena nota. De hecho, esto mismo es lo que está sucediendo hoy en Japón. Tal como podíamos leer recientemente en el Wall Street Journal, “la dependencia del crecimiento japonés con respecto al trabajo temporal frena la reactivación económica del país: las compañías contratan cada vez más trabajadores a jornada partida, lo que conlleva un retroceso del poder de compra”. Una extrapolación del análisis del caso japonés al de Estados Unidos, donde el consumo equivale al 70 % de la economía –en Japón se sitúa alrededor del 50%- invita a pensar que la economía norteamericana tiene visos de resentirse todavía más de una caída de los niveles de consumo como la que está experimentando.Leer más...
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